A la terapeuta infantil Elena Laguarda le llegó hace poco un caso dramático: un niño de 12 años que pasando horas en internet por la cuarentena ante el COVID-19, y mientras su madre tenía que salir nuevamente a trabajar, cayó en contacto con un pedófilo. Con chantajes y amenazas lo obligó a grabar contenido sexual de él y de su hermana de 4 años.
Asustado y arrepentido, pudo romper el secreto que le exigía el abusador y contarle a su mamá para pedir ayuda, y así logró que el abuso sexual en línea no se repitiera, como le ocurre a muchas otras víctimas.
Laguarda, socia fundadora de Asesoría Educativa y Prevención ATI, calcula que durante la cuarentena se ha duplicado el número de casos como éste que reciben en la asociación, de niñas, niños y adolescentes que fueron contactados por internet por personas que les pidieron fotos o videos sexuales y los consiguieron a través de engaños, intimidación y extorsión; lo anterior, al hacerse pasar por otros adolescentes de su edad, hasta decirles que los hackearon y tienen registro de su actividad web, amenazando con exponerlos por haber buscado pornografía o haber compartido alguna foto previamente.
“Tenemos más de 17 años trabajando estos temas. Antes podíamos recibir petición de asesorías de embarazo adolescente, no sé cómo poner límites a mi hijo, oye ¿cómo le explico cómo nacen los bebés?, y sí de repente de que mi hijo vio pornografía y no sé qué hacer, o estoy preocupada porque no sé con quién está en contacto en la red. Pero nunca como ahora de verdad el tema de que entró en contacto con un desconocido en tik tok, ¿qué hago?, caché que tenía material, le están pidiendo fotos y entonces mandó fotos para protegerse porque conoce a un amigo en el juego de Fortnite… O sea, nunca como ahora”, explica en entrevista.
Y esas conductas tienen un sesgo de género desde esa edad. Según Laguarda, los casos de familias que están preocupadas porque un hijo está buscando pornografía en internet, son de adolescentes varones; pero los de quienes fueron contactadas para pedirles fotos, son más mujeres. Algo que coincide con todas las estadísticas de abuso sexual infantil, dice, que indican que a partir de los 10 años las víctimas son 70% niñas.
Diversos informes y organismos de todo el mundo apuntan a que ha habido un aumento del consumo de pornografía infantil —denominada por los expertos como abuso sexual infantil en línea— y, por lo tanto, de intentos de abusadores por producir este material, a veces con niñas y niños a los que tienen acceso directo o consiguiéndolo al engancharlos a través de la red.
Un informe publicado en septiembre por Europol, la agencia europea en materia policial, indica que en toda Europa se han registrado niveles récord de contenido sexual infantil compartido en línea y que creció 106% lo reportado por el National Center for Missing and Exploited Children, la organización más grande dedicada a estos temas. Los reportes de violencia sexual infantil también han crecido: en Estados Unidos, tan solo en marzo aumentó 22% el número de llamadas de menores a la National Sexual Assault Hotline, de las que 79% dijo vivir con su agresor.
De Latinoamérica, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia reportó en julio que cada día hay 22 niñas y 4 niños víctimas; y el Ministerio de Justicia de Argentina señaló en septiembre que crecieron 13% las llamadas de emergencia por violencia sexual contra niñas y niños, y 267% los casos de menores violentados en un entorno digital.
Pero en México, no hay datos oficiales que sean públicos sobre estos delitos. Un reporte de la Guardia Nacional obtenido vía transparencia por El Universal con folio 2800100033220 mostró que los reportes ciudadanos por pornografía infantil pasaron de 121 en todo 2019 a 312 tan solo en el primer semestre de 2020.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) publica mensualmente la incidencia de diversos delitos, pero sin desglose por edades ni sexo, o un reporte de víctimas en el que sí viene esa información, pero no para delitos sexuales (abuso, acoso, hostigamiento, violación simple y equiparada, e incesto).
De los que sí vienen a detalle, los que más se acercan a estas conductas y han registrado los mayores incrementos este año respecto al anterior son la trata de personas, un 38.5%, y el rapto, que es la privación de la libertad con fines sexuales, en 15.2%
En ambos casos, son crímenes perpetrados sobre todo contra niñas y adolescentes mujeres. Mientras que solo hay 2 casos de rapto de hombres entre enero y septiembre, de mujeres suman 74. Y de 44 niños víctimas de trata a 154 niñas, lo que implica un aumento de 48.1% para este último delito en ellas.
De acuerdo con la especialista Elena Laguarda, la trata es en muchas ocasiones la manera de tener menores explotadas sexualmente y para producir contenido audiovisual; pero muchas otras veces, es la propia familia quien comete ambos tipos de abuso.
“Si nosotros pensamos ¿de dónde viene este material?, hay dos maneras en que este material se lleva a cabo: la primera está relacionada con trata de personas, es decir, niños y niñas y adolescentes que son secuestrados, extraídos para generar este material, pero eso no es la mayoría. Lo que está durísimo y lo que significa esta cifra es que detrás de cada uno de la mayoría de esos niños hay un tío, un abuelo, un primo, un hermano que abusó sexualmente de él y lo grabó para obtener dinero. Entonces, las niñas, niños y adolescentes en el lugar en donde tendrían que estar seguros, su casa, y con los adultos que los tendrían que estar cuidando, sus adultos confiables, es en donde están viviendo el abuso”, advierte.
La Red Nacional de Refugios, que da albergue a mujeres víctimas de violencia familiar con sus hijas e hijos, da cuenta de este fenómeno: al menos el 8% de todos los menores que recibieron, que implica más de 500 niñas, niños y adolescentes, fueron víctimas de violencia sexual en su propia casa.
Las niñas y niños son quienes más encerrados están ante la pandemia por el cierre de escuelas hasta que el país regrese a semáforo verde y con las mayores restricciones para entrar a lugares públicos. Ante ello, el internet se ha vuelto su mayor riesgo, pero también el medio para buscar ayuda.
Laguarda, de Asesoría Educativa y Prevención ATI, explica que la pantalla de una computadora se ha vuelto una especie de niñera, como antes era la televisión, pero ahora con la posibilidad de interactuar y de llegar mucho más allá, por lo que han detectado que en estos meses los niños y niñas han tenido mayor contacto con contenido que no deberían: ya sea videojuegos de violencia extrema no adecuados para su edad, pornografía a la que llegan por curiosidad y aburrimiento, y contacto con abusadores.
En contraste, también les ha permitido buscar información sobre qué hacer ante una situación de violencia en casa o incluso para tratar de entender la ansiedad que están sufriendo por el encierro y las tensiones con la familia.
Así lo ha notado Valentina Hernández, psicóloga infantil dela línea de ayuda de la iniciativa Alumbra, perteneciente a la asociación Early Institute, que anualmente hace un informe sobre los niveles de violencia sexual infantil en México. Explica que si se trata de una mamá o algún otro familiar pidiendo apoyo por su hija o hijo, llaman más por teléfono, pero los menores han recurrido a chats o hasta correos electrónicos para comunicarse.
La demanda aumentó, asegura, cuando reiniciaron las clases en línea, lo que además coincide con que muchos padres empezaron a volver al trabajo presencial. Su mayor preocupación es que los niños se están encontrando solos, no solo físicamente, sino por una falta de atención a sus emociones, a presenciar mayor estrés en los adultos y que a veces detona violencia familiar.
Ambas especialistas critican que no hay políticas públicas adecuadas desde los gobiernos para atender adecuadamente a la infancia, y no ha habido una respuesta suficiente durante la pandemia, incluso cuando las personas llegan canalizadas.
“La respuesta institucional ha sido muy irregular. La gente lo que nos reporta, porque una de las características de lo que hace Alumbra es que damos seguimiento, hasta cinco llamadas”, detalla Hernández. “El mayor pretexto ahorita es: estamos en cuarentena, no sabemos si va a venir, o no sabemos a qué hora llega, no sabemos si va a haber el servicio, o desde que está la cuarentena no hay quien atienda presencialmente. Entonces hay una desinformación muy grande de los servicios”.
Si un menor necesita ayuda puede contactar a Alumbra por teléfono al 55 88 54 66 53 o en su chat, y a ATI por correo electrónico o Facebook.