El lunes 9 de noviembre fue la primera vez que María Elena, de 27 años, acudió a una protesta. Tomó la calle para alzar la voz en contra de la violencia feminicida en Cancún, Quintana Roo. Estaba gritando y cantado consignas afuera de la presidencia municipal cuando los policías del bando único empezaron a disparar. María Elena corrió para escapar de las balas. Acabó golpeada, violentada sexualmente y detenida en la Fiscalía del estado.
La joven dice que aunque sí había personas sacando su coraje rompiendo vidrios y cosas, ella, y muchos de los asistentes, se estaban manifestando de forma pacífica.
María Elena trabaja en el área de administración del Colegio Kukulkán, una escuela privada, pero de colegiaturas muy módicas, para cursar secundaria y bachillerato, en la que estudió Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, “Alexis”, la joven de 20 años que desapareció en Cancún el pasado 7 de noviembre y cuyo cadáver encontraron el lunes en la madrugada.
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María Elena estaba en la manifestación por ese feminicidio, para exigir justicia y un alto a la violencia contra las mujeres. Estaba gritando consignas, cantando y bailando, dice, cuando empezaron las detonaciones.
“Yo no sabía ni qué hacer. Era mi primer marcha y, claro, tampoco es que uno deba tener un manual para saber qué hacer en caso de que la policía tire balazos. Eso no es algo que se deba normalizar. Decidí correr en sentido contrario de donde venían las balas. Pero cuando iba corriendo por la parte de atrás del ayuntamiento, salieron más policías. Casi choco con uno. Él no iba tirando al aire o al suelo, como yo creí que estaban haciendo. Estaba tirando en recto”, asegura María Elena.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que si la policía no estaba disparando hacia arriba o hacia el suelo, correr la volvía un blanco.
“Ahí fue que decidí tirarme al piso. Estaba junto a una de las últimas jardineras que hay en la parte de atrás del Ayuntamiento. Vi a otras chicas ahí. Éramos cinco. Llegó un grupo de cinco o seis policías, altos, robustos y nos empezaron a golpear. A una mujer le dieron con un palo en la cabeza. Ella gritaba: soy periodista, soy periodista, no hice nada, estoy trabajando. A otra le dieron en la espalda. Nos decían que si queríamos desmadre, lo íbamos a tener”.
María Elena cuenta que las jalonearon para llevarlas hacia adentro del Palacio Municipal. “Yo les decía que no me jalaran, que estaba cooperando y no había hecho nada. Cada que decía algo, me soltaban un golpe. Cuando íbamos por la parte de atrás del ayuntamiento, me empezaron a pegar en las costillas, me sacaron el aire. Medio podía caminar. Un policía me agarró del glúteo con su manaza, sus dedos llegaron hasta mi vagina, así me quiso levantar. Me hice bolita y casi a rastras me metieron”.
Adentro del ayuntamiento siguieron para María Elena los gritos y los golpes. Adentro, su compañera en el área de administración del Colegio Kukulkán y también asistente a la manifestación, Quetzalli, de 22 años, también sufrió golpes, insultos y violencia sexual.
“Mientras me golpeaban, los policías decían que conmigo se iban a desquitar de todo el desorden que habíamos hecho, que si queríamos desmadre, desmadre iba a tener, aunque yo no había hecho nada que no fuera gritar y cantar”, dice Quetzalli.
Ella fue a la primera “detenida” a la que metieron a la presidencia municipal. “Empezaron a pegarme. Me le zafé a una de las mujeres policías. No me dejaba esposar. Me golpearon en las costillas, en las piernas. Me revolvía. Me querían tirar y yo luchaba para que no pudieran. Lograron hincarme. Me dieron de cachetadas. Querían que les dijera quién había hecho los desmanes, con quién había llegado yo a la marcha. Les dije que no iba a contestar nada”.
Los policías llevaron a Quetzalli junto con las otras chicas. “Me levantaron y me llevaron donde estaban ellas. Me pusieron de cuclillas. Fue entonces cuando una de las mujeres policías metió su mano por abajo de mi short, metió sus dedos en mi vagina y me levantó así. Grité, grité lo que me estaba haciendo. Personal de derechos humanos llegó corriendo. Le pidieron su nombre a la policía. Pero ella se negó a dárselos y se fue”.
Los gritos de Quetzalli los escuchó también Julián Ramírez, el director del Colegio Kukulkán. Él también estaba en la manifestación, a él también lo golpearon, tanto que las dos jóvenes aseguran que los policías lo metieron chorreando sangre a la presidencia municipal.
“Escuché lo que gritaba Quetzalli. Quería ayudarla, pero no podía. Sentí mucha rabia, mucha impotencia”.
Julián fue uno de los asistentes a la manifestación que difundió uno de los videos, que quedaron como testimonio de la actuación de la policía esa noche del lunes 9 de noviembre en Cancún.
En el video se oye a Julián decir que es profesor y que los jóvenes son sus estudiantes. “Tranquilo, tranquilos, yo vengo acompañando. Son mis alumnos. Hey, es mi alumno. No vengo encapuchado”.
Esa es la primera vez que se escucha que Julián corre. Pero regresa para seguir filmando. “¿Eres consciente de que estás tirando bala en una manifestación pacífica? Yo vengo acompañando. Era mi alumna (dice en referencia a Alexis). Se pusieron a disparar en una manifestación feminista y a toletear banda en una manifestación pacífica. ¿Por qué salen armados a una manifestación?”.
Después de reclamar a los policías sobre su actuación, Julián se dirige a la Guardia Nacional, que en ese momento baja de sus vehículos e ingresa a la plaza de la presidencia municipal. Julián les dice que los policías están tirando bala. El profesor se dirige de nuevo a reclamar a los del mando único: “mataron a mi alumna, desagraciados. No pueden contestar a balazos y a toletazos”, es una de las últimas frases que se le oye decir antes de que el video se interrumpa.
“Ahí fue que los policías del mando único me empezaron a pegar y me llevaron para adentro del ayuntamiento. Me hicieron una rajada en la frente de uno de los muchos golpes que me dieron”.
A Julián, María Elena, Quetzalli y otras cinco personas se las llevaron después a la Fiscalía. Alrededor de las 9:30 de la noche los liberaron. De ahí se fueron a la Comisión Estatal de Derechos Humanos a levantar una queja y después al Hospital General de Cancún a que suturaran a Julián y les tomaran radiografías para saber si no tenían algo roto.
“No tengo fracturas. Pero sí muchos golpes y la rabia de que nos violentaron sexualmente. Aún así no nos van a parar. Fue mi primer marcha y ahora marcharé mucho más”, dice María Elena.
Los tres irán este miércoles 11 de noviembre, acompañados por personal de Derechos Humanos, a levantar su denuncia a la Fiscalía por los golpes, abusos y violencia sexual que sufrieron.