En mayo, en el pico de la pandemia, Daniel Isaac Canché Ojeda, enfermero contratado por Insabi para estar en el área COVID en la Clínica del ISSSTE de Cancún, Quintana Roo, entraba a su turno a las 2 de tarde y salía a la 12 o 1 de la madrugada. Eran hasta 13 horas de trabajo intenso, que le dejarán al menos secuelas psicológicas. Después de enfrentar eso, ahora no quieren renovarle su contrato.
En la misma situación hay al menos otras 15 personas en tres estados de la República.
A todos, aseguran, los han dejado sin trabajo, sin una explicación; pese a la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de que no se dejaría sin empleo al personal contratado por Insabi para atender la emergencia.
En el área donde estaba Daniel, la de terapia intensiva, sólo había dos enfermeros por turno para atender a seis pacientes críticos. “Llegaban hasta tres al mismo tiempo, que necesitaban intubación. Acabábamos con uno e íbamos con el otro. Era mucho estrés, mucho cansancio. El traje de protección te lastima, te sofoca. Un día mi compañera, la enfermera que estaba conmigo en el turno, se desmayó”.
Daniel Canché, de 24 años, dice que ni él ni su compañera se imaginaron que iban a estar en algo muy similar a una zona de guerra, “con tantos muertos. Hubo un día que entre los dos turnos murieron cinco pacientes”. Ahora que la situación está más controlada, el enfermero denuncia que ya no le refrendaron el contrato.
“Después de todo lo que trabajamos, después de que nos arriesgamos, cuando mucho personal de base de los hospitales no quiso entrar a área COVID, después de las secuelas que tendremos porque yo he quedado con miedo: veo a un paciente y siento que se va a a morir, alguien de mi familia se enferma y me da terror. Me siento como un niño desvalido de siete años. Después de eso me han dejado sin contrato y a mi compañera también”.
En abril, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, detalló que se había contratado a más de 50 mil profesionales para atender la emergencia sanitaria en los hospitales. Pero que el faltante era de hasta 240 mil.
Daniel Canché entró a trabajar como personal Insabi para atender la emergencia de COVID el 15 de abril. Su contrato y el de sus compañeros de turno, dos enfermeros más y un camillero terminó el 31 de octubre. Pensaron que se los renovarían, pero no.
La única opción que le dieron a Daniel fue seguir cubriendo las suplencias en las que se ha empleado desde hace tres años en la clínica del ISSSTE, pero en donde gana apenas 300 pesos por cubrir un turno frente a los casi 10 mil a la quincena que le estaban pagando por atender a los enfermos de coronavirus. Explicación de por qué no le renovaban el contrato Insabi no le dieron ninguna.
Daniel asegura que ni él ni sus compañeros cometieron negligencias, no tuvieron inasistencias ni roces laborales con nadie. Nunca les levantaron un oficio. Lo mismo afirma Ricardo Novelo, también enfermero de 26 años, que hasta el mes pasado trabajó en la primera línea del Hospital General de Cancún “Jesús Kumate Rodríguez”.
Ricardo admite que tuvo algunos roces con el personal fijo del hospital. “Exigían un compañerismo que no era para ser más productivos o hacer mejor el trabajo. Si alguien se atrasaba, tenías que quedarte hasta que acabara el último, solo porque trabajaban mal, cosas así”, cuenta.
El contrato de Ricardo se acabó el 30 de octubre y ya no le quisieron dar otro, como tampoco se lo dieron a cinco más de sus compañeros.
“Soy el único de los que empezaron a trabajar, de unas 50 o 60 personas, el 15 de abril al que no le renovaron el contrato. No me dieron ninguna explicación”.
Él además de enfermería estudió música, así que antes estaba trabajando en una orquesta, mientras terminaba de estudiar su especialidad en cuidados intensivos.
Ahora también se ha quedado con los estudios a medias, por el trabajo en el Hospital General dejó la especialidad. “Lo que me ofrecen es hacer suplencias, con las que ganaría unos 1,600 a la quincena. Si hubiera hecho algo mal, no me ofrecerían ni eso, ¿no?”.
Ricardo dice que no aceptará las suplencias, porque con ese sueldo no le alcanza para cubrir los gastos de él, su esposa y su hija. Daniel, Ricardo y sus compañeros han buscado respuestas y apoyo en las autoridades de salud de sus estados y en el Insabi a nivel federal, pero unos y otros se echan la bolita y al final les acaban diciendo que todo cae en el ámbito de decisión de los hospitales.
Animal Político solicitó una entrevista para saber por qué a estos integrantes del personal de salud no les renovaron el contrato, pero hasta el cierre de esta edición no hubo ninguna respuesta por parte de la Secretaría de Salud e Insabi.
En Chiapas también hay casos de este tipo, al menos el de cuatro médicos cubanos que también aseguran que después de haber estado en los peores momentos de la emergencia atendiendo en un hospital a los enfermos COVID ahora los dejan sin contrato.
“Yo llegué a México el 12 de enero de 2020 y estaba trabajando en la jurisdicción sanitaria 7 de Tapachula, Chiapas. Cuando inició la contingencia dijeron que quién quería trabajar atendiendo pacientes COVID y yo y cuatro compañeros cubanos más dimos el paso al frente. Tuvimos una reunión con el secretario de Salud de Chiapas y nos hicieron muchas promesas, entre ellas que nos darían la plaza Insabi”, dice Yoan Herminio Santibañez.
A la semana ya estaban en sala covid, en el Hospital General de Reforma. Durante tres meses estuvieron ahí, intubando y atendiendo a los pacientes graves. Después los mandaron a la Clínica de Atención Respiratoria COVID-19 en el municipio de Villaflores. Cuando el número de pacientes bajó, los enviaron a hacer brigadeo casa por casa, para identificar casos positivos.
“Después de todo eso y de las promesas ahora preguntamos por la renovación del contrato, que terminó el 30 de octubre, y nadie sabe. A los de la jurisdicción sanitaria les cuestioné con quién podemos hablar para buscar una solución y nadie sabe”, cuenta Yoan.
Tampoco a ellos les dieron una explicación. De los cinco médicos solo le renovaron el contrato al único que no sólo es médico general, sino que tiene una especialidad, la de intensivista.
“Lo que creo es que como ya les hicimos la chamba y piensan que ya no nos necesitan, ya nos desechan. Eso no es justo. Yo tengo a mi hija y mi esposa no tiene trabajo. Así que nos quedamos sin ingresos”.
En Morelia, Michoacán, Agustín Vargas, enfermero, dice que a él le pasó lo mismo en el Hospital Infantil Eva Sámano de López Mateos. Insabi lo contrató para atender a pacientes COVID-19 y ahora, después de que se terminó su segundo contrato por tres meses, el 27 de octubre pasado, ya no le dieron uno nuevo.
Èl admite que sí tiene un oficio levantado, pero asegura que es porque pidió cambio de horario, después de cumplir turnos de 24×48. “Ya estaba cansado. Además en el contrato que firmamos no decía que cubriríamos roles así. Y pedir ese cambio y expresar mi descontento se consideró grilla, por eso me levantaron un oficio pese a que no cometí ninguna falta en el desempleo de mi labor con los pacientes”.
Agustín cree que por eso es que ya no le dieron un contrato nuevo, como tampoco se lo dieron a otras 3 enfermeras contratadas por Insabi para la contingencia en el mismo hospital infantil de Morelia.
Este lunes parte del grupo de personal de salud de Cancún a los que ya no les renovaron el contrato acudirán a Palacio Nacional e intentarán entregarle una carta al presidente para que sepa de su situación. Todos dicen que esperan una respuesta de él que públicamente ha prometido que quienes enfrentaron la pandemia de COVID no se quedarán sin empleo.