Una gordita espera a Joan Manuel. Su comida favorita lleva tortilla, frijoles, carne, aguacate, lechuga y la fe de su madre Artemisa Escalante, que espera que su hijo vuelva un día para comerlo. Desapareció en 2014 y desde entonces lo busca.
Mirna preparó pizzadilla, como llamaba su hijo Roberto a esta invención culinaria: una especie de quesadilla con tortilla de harina, una cama de queso y otra de carne. La última vez que lo cocinó fue para que el platillo favorito de su hijo quedara plasmado en el Recetario para la memoria, un proyecto que busca visibilizar el problema de la desaparición en México.
30 integrantes de Las Rastreadoras del Fuerte – grupo que se formó en 2014 en los Mochis, Sinaloa, tras la desaparición de Roberto hijo de Mirna – cocinaron los platillos favoritos de su familiar desaparecido para integrar el libro, que es un proyecto iniciado por la fotógrafa Zahara Gómez, quien ha estado con el grupo desde 2016.
Zahara cuenta a Animal Político que tras hacer por 4 años fotos documentales de la búsqueda que hacen Las Rastreadoras sintió que era momento de crear un proyecto que tuviera un formato más íntimo y “que pusiera sobre la mesa el tema”.
Uno de los desafíos, cuenta la fotógrafa, fue visibilidad el tema de otra forma. “La pena (por la tristeza de los casos) no hace accionar, yo como público ¿cómo puedo sentirme parte? (…) Hablas con las mamás y la pregunta es si sus desaparecidos tienen hambre o frío, tener hambre es estar vivo, la comida ahí toma otra dimensión, es estar vivo”.
“Fue algo que viví y sentí que estaba ahí mi hijo cocinando, metiendo la mano conmigo. También es saber que la persona que está ausente ya no va a volver a comer tu comida”, cuenta Mirna quien, a diferencia de otras buscadoras, sabe que Roberto no volverá, pero cocinarle “me quitó parte de mi dolor sentí que él estaba ahí”.
Roberto Corrales Medina desapareció el 14 de julio de 2014, justo tres años después, en 2017 en una búsqueda en la que participaron más de 180 personas dio con los restos de su hijo.
Debido al poco trabajo de las autoridades en el caso de Roberto, Mirna comenzó la búsqueda, a la que se unirían – con el paso del tiempo – más de 130 mujeres que buscan con pala y pico a sus tesoros, como ellas llaman a sus desaparecidos.
Hasta el momento han podido localizar los restos de 195 personas, el 75% de los encontrados han sido identificados y entregados a sus familias.
Cocinar y hablar sobre lo que les gustaba a sus tesoros desaparecidos removió el dolor pero también dio paz a las 30 mujeres que participan en el proyecto, cada una con una receta.
“Cocinar para alguien que no está es algo que yo lo sentía muy lejano, fui la última, cuando me daba cuenta de lo que se estaba reviviendo me gustaba la idea pero también me atemorizaban los sentimientos míos. Cada quien tiene su manera de ser, el dolor es el mismo porque tenemos una persona desaparecida pero los factores son muy diferentes. Cuando ya me tocó a mí fue algo muy bonito, lo viví, lo sentí, sentí que ahí estaba mi hijo”, cuenta Mirna.
Zahara fue a la casa de cada una de las familias para fotografiar los platillos y platicar cómo lo preparaban. En la charla surgían los recuerdos, luego compartía la mesa con las rastreadoras y sus familias.
Las recetas son variadas, algunas largas y otras cortas, más complicadas en la preparación o sencillas.
El objetivo era “poner sobre la mesa” el tema para que el mundo sepa que hay madres que buscan a sus hijos y que cocinar para ellos “es como volverlos a traer”, dice Mirna.
Aunque sabe que Roberto no volverá, muchas de las mujeres que integran Recetas para la memoria esperan que su tesoro llegue, toque la puerta y pueda volver a comer el platillo que tanto le gustaba.
El Recetario para la memoria ha ayudado para hacer la lucha de Las Rastreadoras – nombradas así por el periodista Javier Valdez – más visible a nivel nacional.
“Hemos sido un ejemplo para muchas mujeres que no se atrevían a unirse, que no se atrevían a caminar solas. Hemos movido conciencias, mucha gente no sabía de nosotros”.
El libro contiene 30 recetas, al final se agregaron fotos de los desaparecidos y del trabajo de búsqueda que hacen Las Rastreadoras. El desafío, dice Zahara, era salir de las mismas formas y llegar a más personas. Hasta el momento ha habido mucha curiosidad e interés.
“Solo fueron 30 (recetas) porque muchas mujeres temían lo que pudiera pasarles emocionalmente, y hoy que ya están las 30 recetas muchas se lamentan. Yo me habría lamentado de no haberlo hecho porque sentí que me desprendí de algo grande y fue para bien. Cocinar para él aunque no esté, me hizo sentir que estaba conmigo, y cada una de las madres sintió algo por ellos”, cuenta Mirna.
El libro puede comprarse a través de la página de la iniciativa recetarioparalamemoria.com, no hay puntos de venta porque es un proyecto autoeditado. El 50% de las ganancias va para Las Rastreadoras.
“El Recetario de la memoria es de las personas que están desaparecidas”, concluye Mirna.