Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los programas sociales “estrella” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no tiene mecanismos operativos, instrumentos metodológicos, ni personal, para determinar si está siendo efectiva la capacitación laboral de más de un millón de jóvenes a los que, en 2019, destinó un presupuesto de casi 24 mil millones de pesos en becas.
Por lo que “se corre el riesgo” de que los jóvenes becados, que reciben 3 mil 748 pesos del gobierno mientras se capacitan en centros de trabajo durante un año, salgan del programa “sin haber registrado cambio alguno en su capacidad de empleabilidad o de habilidades laborales”.
Es decir, existe el riesgo de que los jóvenes salgan del programa prácticamente con los mismos conocimientos y habilidades con los que entraron, a pesar de la beca.
Esta es una de las principales observaciones que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) hizo al programa Jóvenes Construyendo el Futuro en su reciente informe acerca del diseño y funcionamiento de 17 programas sociales prioritarios.
La Secretaría del Trabajo respondió a esta observación subrayando, en el mismo informe, que el objetivo del programa no es, per se, capacitar a los jóvenes, sino vincularlos con el mundo laboral y los centros de trabajo que son los que, en la práctica, los deben de capacitar a partir de un modelo basado en “aprender trabajando”.
La dependencia, por un lado, criticó que, a pesar de que esta visión fue expuesta en numerosas reuniones con los evaluadores del Coneval, éstos “no la comprendieron del todo”. Y, por otro, planteó que en el gobierno de López Obrador la forma de operar los programas sociales “ya es distinta”. Por lo que criticó que éstos sean medidos “por los mismos instrumentos con los que se han evaluado siempre”.
En su informe, el Coneval destaca que la única verificación del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro la realizan los denominados Mentores de la Nación, que dependen de la Secretaría de Bienestar Social.
Sin embargo, los Mentores solo verifican la presencia física de los becarios en los centros de trabajo, plantea el Coneval. Esto es, no evalúan si la capacitación en los centros de trabajo es la adecuada, según los planes de capacitación, ni si se están desarrollando las habilidades deseadas, o si se están “transfiriendo los conocimientos establecidos en el plan”.
Además, el informe añade que los Mentores de la Nación, que registran sus observaciones en una aplicación electrónica diseñada para smartphones, realizan su trabajo de verificación sin apoyo de viáticos y con sus propios teléfonos celulares: “Ellos tienen que solventar los gastos de conectividad a internet, telefonía y papelería, lo que representa una merma importante en sus percepciones laborales”.
Sobre esto, el Coneval subraya que es “fundamental” que el Programa provea a los Mentores de las herramientas necesarias, “incluido seguro médico y de vida”, y que se les garantice capacitación y acompañamiento para el correcto ejercicio de sus funciones, “ya que de ellos dependen tareas prioritarias para lograr cumplir con el objetivo del programa”.
En cuanto a los planes de capacitación de los centros de trabajo, el Coneval destaca como positivo que el Programa busque capacitar a los jóvenes “a partir de la transmisión de saberes y la enseñanza de oficios”, y que esto se lleve a cabo “a través de la práctica” y de tutores experimentados.
Sin embargo, aunque los tutores puedan tener conocimientos y habilidades técnicas para desempeñar un cargo, oficio, o una profesión, esto no significa en automático que tengan la habilidad para transmitir esos conocimientos a los aprendices, matiza el Coneval, que señala que, en otros casos, también detectó que hay tutores “que no tienen conocimiento del plan de capacitación” que su centro debe brindar a los practicantes.
Por ello, la instancia insiste a la Secretaría del Trabajo para que “reflexione” sobre la importancia de implementar mecanismos de control y de calidad, y que disponga de “indicadores de impacto y de resultados”, para valorar “los efectos” del programa a mediano y largo plazo.
“El Programa debe supervisar que los centros de trabajo sí sean capaces de brindarles (a los jóvenes) dicha capacitación. Por ello, se recomienda diseñar una estrategia metodológica para revisar en qué medida se están desarrollando los planes de capacitación y logrando los objetivos definidos en estos”, recalca el Coneval.
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Por otra parte, el informe también apunta que, si bien muchos jóvenes asumieron los derechos y las obligaciones que acarrea ser beneficiario de una beca del Programa, también hubo casos de jóvenes “que no asumieron el compromiso a conciencia”.
“Algunos tutores refirieron que las y los jóvenes no tienen muy claro cuál es el objetivo del Programa. Y, sobre todo, que la beca lleva aparejada la responsabilidad de acudir a un centro de trabajo para recibir capacitación en horarios específicos y cumplir con el reglamento establecido”.
“De esta manera -añade el Coneval-, cuando se les presentaba los compromisos que debían cumplir, algunos jóvenes optaban por no participar en el Programa, pues pensaban que con el hecho de vincularse a un centro tenían el derecho de recibir el apoyo sin tener claras sus responsabilidades (como asistencia, cubrir un horario, etc.)”.
Para evitar posibles malas prácticas, la instancia insiste en la necesidad de “reforzar la supervisión” del Programa.
También sugiere a la Secretaría del Trabajo que el Programa “incorpore la perspectiva de género”, así como “estrategias multiculturales y esquemas diferenciados” en favor de los jóvenes que sufren mayores rezagos sociales. Y que fortalezca la presencia del Programa “en municipios y localidades marginadas y con altos índices de violencia”, así como la elaboración de estrategias para que los jóvenes no escolarizados, o que no tienen acceso a las tecnologías de la información, o que presentan alguna discapacidad, puedan conocer y postular al Programa.
A pesar de estas observaciones, el Coneval señala que el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro ha hecho “destacables esfuerzos en su primer año de operación”, tales como alcanzar, en un año, a más de 1 millón 120 mil jóvenes “que antes del programa no contaban con una intervención pública que les permitiera la oportunidad de insertarse en el mercado de trabajo”.
“No menos destacable es el hecho de que el Programa inició como una propuesta novedosa, sin contar con una estructura o estrategia operativa”, agrega el informe.
Precisamente, ese carácter de Programa nuevo que busca atender un problema añejo en México es uno de los puntos que destaca la Secretaría del Trabajo en su respuesta a la evaluación del Coneval.
“No existían antecedentes en el país para la forma de operar, administrar y tomar decisiones para un programa de tales características”, remarca la dependencia, que añade que ha atendido “en tiempo récord” a más de dos millones de jóvenes en todo el país, gracias “a la eliminación de trabas burocráticas y filtros innecesarios”.
En cuanto a la observación de que lleve a cabo medidas para evaluar la capacitación que están recibiendo los jóvenes becarios, la dependencia federal responde que optaron por un modelo de enseñanza-aprendizaje distinto al tradicional, “en el que el maestro se apega completamente a un plan de estudios/capacitación y la interacción ocurre en un aula”.
“(El modelo de Jóvenes Construyendo el Futuro) descansa en la experiencia, en los conocimientos y saberes de los instructores para brindar el aprendizaje a través de la práctica, es decir, aprender trabajando”.
Sobre esto, Trabajo recuerda que la “función fundamental” del Programa es “poner en contacto a las y los jóvenes que buscan una oportunidad para aprender, en un centro de trabajo (…). Es decir, propiciar la inclusión de todos los jóvenes a una práctica laboral real, y de manera complementaria, otorgar un apoyo económico y seguro médico (…)”.
Lo anterior, plantea la dependencia, se expuso en múltiples reuniones de trabajo a los evaluadores del Coneval. “Sin embargo, se considera que esta visión no ha sido comprendida del todo, pues persisten algunas recomendaciones que sugieren modificar esa esencia, para conseguir objetivos que no se propuso alcanzar el Programa”.
La dependencia, si bien acepta que algunos resultados de la evaluación “son útiles” para modificar y mejorar ciertos aspectos del Programa, también critica que otras de las recomendaciones hechas por el equipo evaluador del Coneval “parten de un paradigma de política social diferente al que dio origen al Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que inició con el cambio de administración federal”.
“La forma de concebir los programas sociales y de operarlos es completamente distinta, por lo que no puede ser medido con los mismos instrumentos con los que se ha evaluado siempre, sino que se tiene que encontrar mecanismos que permitan valorar los resultados en función de esta nueva forma de diseñar y ejecutar los programas sociales”.