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Jóvenes del pueblo donde murió Alexander están hartos del hostigamiento de la policía
Jóvenes del pueblo donde murió Alexander están hartos del hostigamiento de la policía
Foto: Ana Luisa Osorio
4 minutos de lectura

Jóvenes del pueblo donde murió Alexander están hartos del hostigamiento de la policía

12 de junio, 2020
Por: Ana Alicia Osorio (@analy_osorio)

“Welcome to the infierno”, así dice un letrero que da la bienvenida al poblado de Vicente Camalote en Oaxaca, donde el joven Alexander Martínez murió a manos de la policía municipal y otro joven permanece gravemente herido. Allí donde los jóvenes relatan que la policía los hostiga de manera constante.

Muestra de este hostigamiento, denunció uno de los vecinos que fue testigo del crimen, es que el día que asesinaron a Alexander uno de los policías le puso un arma en la mano al muchacho cuando éste ya estaba inconsciente en el suelo.

El letrero en esa comunidad de Acatlán de Pérez Figueroa no es nuevo, como tampoco lo es -según cuentan sus habitantes- que frecuentemente detengan a los jóvenes arriba de sus motos o cuando caminan por la plaza principal del poblado a unos 30 minutos de la cabecera municipal.

Acatlán de Pérez Figueroa es una comunidad de poco más de 44 mil personas, donde 7 de cada 10 habitantes se encuentra en situación de pobreza (4 de ellos de manera moderada y 3 en extrema).

Durante la tarde de este jueves el pueblo luce tranquilo. A pesar de la contingencia sanitaria las personas de la comunidad se dieron cita para darle el último adiós al jugador de futbol de 16 años que le fue arrebatada la vida, por un supuesto “error” de la policía.

La calle que se encuentra frente a la casa de Alexander, donde este jueves lo velaron, era la ruta habitual de los rondines policiacos pero ahora ninguna patrulla pasa por allí, narran los familiares y amigos del joven asesinado.

En caso de que lo hagan, los vecinos están convencidos que retendrán a los policías, porque “es lo único que nos queda por hacer”, dice uno de los entrevistados, quienes por temor a represalias hablaron de manera anónima en la mayoría de los casos.

Allí entre las altas temperaturas de la Cuenca del Papaloapan y el féretro de Alexander esperando a que le digan adiós, los vecinos y amigos del joven se arman de valor y empiezan a contar las anécdotas en las que los policías les detuvieron, persiguieron o extorsionaron, pero que nunca denunciaron por temor a una agresión.

Los adolescentes que rondan los 15 años cuentan que era normal que los policías llegaran a las canchas de futbol a detenerlos por jugar y ellos tenían que correr en distintas direcciones o refugiarse en las casas de sus vecinos.

“Sentí como me empezó a revisar, me metió la mano al pantalón y me sacó una bolsita así (señala con su mano). Me detuvieron y me sacaron 5 mil pesos”, contó uno de los jóvenes, quien dice que el dinero se lo dio directamente a los elementos que lo subieron a la patrulla y llevaban a la comandancia.

“Tuve dos percances y en una ocasión a un compañero lo empezaron a patear, si te les pones al brinco te pegan, si preguntas por qué te detienen, te pegan”, narró otro.

También contaron que a pie o en moto era común que los pobladores le dieran la vuelta a los policías, esto para evitarse alguna detención arbitraria, extorsión o agresión.

Otra denuncia es que con frecuencia los uniformados les revisaban el celular cuando estaban sentados en el parque.

Pero nada, según recuerdan, como las golpizas que les propinaban los policías cuando los detenían. Recordar esos episodios deja a los jóvenes helados por unos cuantos minutos

Uno de los amigos de Alexander habló de cómo los policías le dejaron la cara hinchada a golpes a uno de sus vecinos, solo por haberse atrevido a preguntar por qué lo detenían.

El temor se torna en rabia, en frustración, al recordar que quien debería haberlos protegido son las mismas personas que mataron a su amigo Alexander, quien a sus 16 años soñaba con ser futbolista profesional.

El asesinato de él es tan solo uno de los muchos que se han registrado a manos de policías en las últimas semanas en Xalapa, Jalisco y Estados Unidos.

“No queremos policía en el pueblo, renunciamos a la policía y a sus sicarios”, sentenció Ana Luisa Gómez Silva, una vecina de esta comunidad oaxaqueña, quien se dice cansada de las agresiones y el abuso policial en su pueblo.

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Imagen BBC