Everardo Chablé aprendió los secretos de la apicultura de su abuelo. Él le enseñó cómo evitar que las abejas enfermen, cómo mantener una colmena, cómo elegir el lugar para un apiario. En las comunidades mayas de la Península de Yucatán, la apicultura es más que una actividad que permite tener ingresos; es parte de la cultura, es un conocimiento que se hereda a hijos y a nietos.
Komchén es la comunidad indígena en donde nació y vive Everardo. Se ubica en el municipio de Hopelchén, en Campeche, la región de los chenes donde cada año los apicultores miran cómo los incendios se expanden por varias hectáreas de la selva maya durante abril y mayo.
En otras regiones de la Península de Yucatán, los habitantes de las comunidades mayas también han visto cómo la selva pierde terreno, cómo hay menos flora nativa, cómo después de la temporada de incendios gana terreno la deforestación.
“Cada vez se registran más incendios, cada año la temporada de sequía es más larga y fuerte. Y cada año hay más zonas deforestadas”, explica Everardo. Sus palabras toman mayor fuerza cuando se conocen los datos del Global Forest Watch que en un reporte, publicado en mayo de 2019, documentó que el estado de Campeche perdió alrededor de 40 000 hectáreas de cobertura forestal tan solo en 2018.
Apicultores como Everardo Chablé llevan tiempo denunciando los incendios y la expansión de cultivos industriales, algunos de ellos ilegales, como el de soya transgénica. Cansados de que sus demandas no tengan eco, los apicultores que integran la Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on decidieron utilizar la tecnología para monitorear incendios y contar con datos sistemáticos que permitan fortalecer la defensa de su territorio.
Everardo es uno de los apicultores que aprendió a utilizar las plataformas de la NASA y de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) que muestran en imágenes satelitales los puntos de calor en el territorio.
Desde finales de marzo pasado, los integrantes de la Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on realizan el monitoreo diario de incendios en ocho zonas de Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
La Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on reúne a cerca de 3500 familias de apicultores, así como a colectivos ciudadanos que en la Península de Yucatán realizan acciones por la defensa del ambiente y el territorio.
Candelario Colli Sansores es maya y promotor en la reducción de riesgos de desastres en la región de Halachó, en Yucatán, cerca de la frontera con Campeche. También es uno de los integrantes de la Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on que participa en el monitoreo de incendios.
Las imágenes satelitales que Candelario revisa todos los días no solo le permiten documentar lo que sucede en el territorio, también “se pueden compartir por WhatsApp con la gente de las comunidades, para que se verifique si ese punto de calor que se muestra en la imagen es un incendio”.
Uno de los objetivos del monitoreo es reportar los incendios a las autoridades, pero “la mayor parte de nuestras alertas están quedando desatendidas”, señalaron los integrantes de la Alianza en un comunicado que difundieron el 14 de abril.
En algunos casos, las autoridades —señala Candelario— dicen que esos puntos de calor no son incendios, “pero con el monitoreo nosotros hemos comprobado que entre el 80 y 90 % de los reportes sí lo son”.
Los datos que la Alianza ha recopilado muestran que entre el 22 y 25 de abril se registraron más incendios. Paola Becerra, integrante de la Alianza, aún se sorprende cuando recuerda que en un solo de esos días observaron “un estimado de unos 2008 puntos de calor… No nos estamos dando abasto con el reporte de todos los incendios”.
El monitoreo de los puntos de calor que realizan a través de las plataformas, ha otorgado a los miembros de la Alianza elementos para corroborar lo que ya veían en el terreno desde hace un par de años y sostener que el fuego es provocado para generar cambios en el uso del suelo: “en las imágenes se mira cómo los incendios están alineados… cómo se encuentran alrededor de zonas que ya han sido deforestadas”, explica la ingeniera agrícola Irma Gómez, asesora de la Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on.
Otro de los objetivos del monitoreo, señala Irma Gómez, es acumular evidencia “que sirva para presionar más a las autoridades” y que se detenga la deforestación en la Península.
Desde 1999, la Conabio cuenta con el Sistema de Alerta Temprana de Incendios Forestales. Los datos generados por este sistema permiten conocer que antes los incendios afectaban más a los ecosistemas templados, “pero conforme ha pasado el tiempo, la presencia del fuego se ha ido a zonas tropicales […] Esto ha sido muy evidente, sobre todo, en la Península de Yucatán”, explica la doctora Isabel Cruz, subcoordinadora de percepción remota de la Conabio.
El Sistema de Alerta Temprana de Incendios Forestales de la Conabio es utilizado por dependencias como la Conafor, empresas privadas, universidades y organizaciones de la sociedad civil de México y Centroamérica. Ahora también por apicultores mayas.
Everardo Chablé explica que en la región de Hopelchén los incendios se presentan alrededor de zonas donde ya hay deforestación: “Empiezan con algunas quemas en lugares que se usan para actividades agrícolas, después van incendiando el monte, la selva”.
En Campeche, los incendios se han concentrado en Hopelchén; en especial en la zona del Ejido Vicente Guerrero (conocido como Iturbe), localizado cerca de la frontera con Yucatán.
En ese ejido, los apicultores han documentado que después de los incendios, los terrenos afectados son rentados a miembros de la comunidad menonita, quienes aplanan el lugar y siembran soya o sorgo.
Entre el 27 de abril y el 12 de mayo, el municipio Hopelchén fue el que registró los incendios forestales más importantes en Campeche, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), instancia federal encargada de coordinar las acciones para controlar los incendios.
En los mapas de la dependencia, Hopelchén es considerada “una zona prioritaria de atención, por los incendios que se han registrado en años anteriores”, dice Pánfilo Fernández Flores, titular del Centro Regional de Manejo del Fuego del Sureste de la Conafor.
El funcionario explica que durante cada temporada de incendios, la Conafor presenta informes a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en los que se documentan las coordenadas, la superficie afectada y otros detalles sobre cada incendio que se atendió. Esos datos permitirían a las autoridades federales o estatales realizar seguimientos para determinar si el fuego se provocó para hacer un cambio de uso de suelo.
Irma Gómez resalta que desde varios años se han presentado denuncias sobre deforestación y cambios de uso de suelo en Hopelchén, pero “hemos observado una total impunidad”.
Desde el 28 de abril, Mongabay Latam solicitó entrevista a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para conocer el seguimiento a las denuncias presentadas, pero no se tuvo respuesta.
“Hay una ausencia de las dependencias, sobre todo de aquellas que tendrían que actuar cuando se presentan delitos ambientales como los incendios y los cambios de uso de suelo”, señala Sara Cuervo, integrante del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS).
Humberto Chable Matus es maya. Hace 45 años nació en una comunidad del municipio de Chacsinkin, en el estado de Yucatán. En estas tierras mayas, las familias dependen de la milpa tradicional, pero también de la miel. Es la miel la que salva de los tiempos difíciles: “si hay poca cosecha, la miel nos da para vivir. Es lo que mantiene a las comunidades”, cuenta Humberto, quien forma parte de la Alianza Maya por las Abejas Kaab Nalo’on y participa en el monitoreo de incendios.
“Me ha sorprendido mucho mirar las imágenes del satélite —cuenta Humberto—, ver el mapa con los puntos de calor, identificar algunas zonas que conocemos […] en nuestra comunidad no se han registrado incendios, pero alrededor sí hay”.
Cuando se habla de incendios, reclama Humberto, siempre se dice que los campesinos son “los malos de la película, por ser los que queman”. Humberto remarca que las grandes quemas son responsabilidad de grandes agricultores y de empresas. En Yucatán, dice, “se ha destruido mucho monte” en la zona donde se han instalado las granjas porcinas.
En la Península de Yucatán se han instalado 257 granjas porcinas, 222 de ellas están en el estado de Yucatán y 43 dentro de Áreas Naturales Protegidas, de acuerdo con un estudio realizado por Greenpeace-México que presentó el 12 de mayo. En ese informe se destaca que estas granjas han provocado la deforestación de 10 997 hectáreas de la selva maya.