Durante la epidemia de COVID-19 las autoridades de salud han informado una y otra vez que la mayor parte de las muertes por esta enfermedad ha ocurrido en pacientes que presentaban comorbilidades como diabetes, hipertensión, obesidad o tabaquismo, como si ellos fueran los responsables de su propia condición de salud.
Sin embargo, especialistas advierten que las enfermedades que padecían estas personas, como millones de mexicanos, no solo son resultado de decisiones personales, sino de un sistema de salud que no les ha respondido o que no ha generado políticas eficientes para mejorar su estado físico.
Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, estos padecimientos, con excepción del tabaquismo, han tenido un incremento constante en el país, sin que ninguna política pública o atención médica haya podido detener la tendencia.
En 2018 había 8.6 millones de mexicanos mayores de 20 años con diabetes, lo que representa más de 2 millones de personas más que en 2012.
La hipertensión también sufrió un incremento en el mismo lapso, al pasar de 9.3 millones a 15.2 millones de personas con el padecimiento, mientras que la obesidad creció alrededor de 4 puntos porcentuales en el periodo.
A pesar del crecimiento y de ser ya la segunda causa de mortalidad en el país, la Federación Mexicana de Diabetes estima que apenas el 55% de los diabéticos recibe un tratamiento adecuado.
De acuerdo con Simón Barquera, especialista del Instituto Nacional de Salud Pública, la obesidad que padece el 40% de las mujeres mexicanas y el 30% de los hombres mayores de 20 años es producto de muchos factores, que van desde la poca regulación de la publicidad de alimentos y bebidas altos en calorías, su amplia accesibilidad, hasta la pobre capacitación de los doctores en activo para manejar a pacientes con estos problemas, entre otras.
“Las personas con obesidad y enfermedades crónicas tienen una condición conocida como inflamación crónica de baja intensidad, el sistema inmune está en estado de estrés, en las personas con obesidad por exceso de tejido adiposo, sal y azúcar que hace que cuando tenga un reto como las infecciones, no responden tan bien, la respuesta inmune está comprometida.
“Este asunto de no estigmatizar se vuelve muy relevante, porque como que hay un discurso donde las personas que viven con diabetes, obesidad o hipertensión es porque no hacen las cosas bien y lo que hemos visto es que el entorno determina en muchos las elecciones, si uno no tiene un entorno saludable, las elecciones no son saludables y ahí es importante ayudar con políticas de regulación, subsidios para hacer más fácil lo saludable y más difícil lo poco saludable”, apunta.
Si bien reconoce la aprobación del nuevo etiquetado de advertencia en alimentos y bebidas que entrará en vigor en los próximos meses, también señala que es necesario elevar los impuestos de los alimentos y bebidas que no son saludables, o aumentar los puntos en donde la población puede acceder a agua potable para sustituir el consumo de refrescos, ello como medidas de política pública para prevenir este problema.
En cuanto a la atención que recibe a mayoría de los mexicanos en las instituciones de salud, Barquera lamenta que los médicos no consideren la prevención y atención de la obesidad en cada una de las consultas que brindan a sus pacientes, independientemente de la enfermedad que los lleve a visitar a un médico. Plantea que así como se les mide la presión arterial o la temperatura, todos los médicos deben calcular el índice de masa corporal de los pacientes y dar medidas para prevenir este problema.
Por su parte, Luis Adrián Quiroz, integrante de la Red de Acceso, una asociación de pacientes de diversas enfermedades crónicas, destaca que en los últimos años el presupuesto al sector salud se ha reducido significativamente, lo que ha impedido la implementación de políticas eficaces, además de que se ha descuidado la infraestructura y afectado el acceso de toda la población a un sistema de salud que le proporcione un tratamiento efectivo.
“En el sexenio de Enrique Peña Nieto se le quitó al sector salud más de 45 mil millones de pesos y en este escenario llega la cuarta transformación que no comprende de qué tamaño era el problema y empiezan a hacer promesas y empezaron a hacer parches, por lo que no hay un sistema de salud que realmente dé respuesta a la población y atienda estas enfermedades”, lamenta.
Quiroz señala también que incluso entre los pacientes de estas enfermedades hay quien tiene mayores herramientas para enfrentar la epidemia del coronavirus, pues no es lo mismo un diabético que recibe tratamiento, que el que no ha sido siquiera diagnosticado, o aquel que cuenta con seguridad social que el que se atiende en hospitales de las secretarías de salud estatales o federal.
“Parece que tuvieras a personas de primera y de segunda, bueno, de tercera y de quinta, los que cuentan con seguridad social que bien o mal es el único sistema que hoy en día ha demostrado que tiene una amplia gama de servicios aunque con diferentes carencias, versus los otros subsistemas, vemos a un ISSSTE muy complicado con un rezago financiero bastante complejo, vemos un Insabi que no tiene reglas de operación, por ejemplo”, agrega.