Una alumna de la Facultad de Odontología de la UNAM saca su teléfono y muestra los comentarios de su cuenta de Instagram.
“Qué bonitas piernas”, le dijeron en una de sus fotos, en la que trae shorts. “¡Ni siquiera ha sido mi maestro, no sé por qué me escribe!”, comenta a Animal Político la estudiante, que prefiere mantener confidencial su identidad.
La cuenta desde la que recibió el comentario está a nombre de David Enrique Sandoval Nava, que en su biografía dice “académico UNAM Facultad de Odontología. Posgrado Endodoncia DEPel… UNAM. CU”.
Pero ese comentario no es el único de ese tipo que ha llegado a las alumnas. Este martes han aparecido otros, expuestos sobre las paredes del vestíbulo de ese plantel, como parte de un “tendedero” de denuncias de acoso sexual. “Qué rica papayita”, “Hermosas nalgas amor”, “Chiquito amor pero se te ve divino delicioso mi vida”, dicen otras publicaciones. Además, hojas blancas escritas con plumón denuncian que el profesor Kike David las invitó a salir contactándolas por redes sociales.
El tendedero incluyó una respuesta subida por el profesor a su cuenta de Facebook, en la que dice que están dañando su imagen como académico y de su querida facultad. Asegura que una publicación es de una chica que ni siquiera es su alumna. “Ni siquiera tengo el gusto de conocerla, más que por una conversación en Messenger que tuvimos cuando nos hicimos amigos por este medio”.
El 80% de las estudiantes de la Facultad de Odontología de la UNAM son mujeres y todas tienen una historia de acoso sexual que contar. Hace apenas una semana, cuando las de Medicina organizaron un paro de 24 horas y les preguntaron si se sumarían, decidieron que ya no podían seguir siendo de las pocas facultades que no había alzado la voz, después de más de cuatro meses en los que los paros contra el acoso se han extendido por múltiples planteles de la Universidad.
Se formó así la Red de Alumnas Sororas de la Facultad de Odontología. Crearon una “red de apoyo” en un chat de WhatsApp y nació la idea de armar un “tendedero” de denuncias, así que abrieron un correo electrónico para recibirlas. Organizaron un contingente para la marcha del Día de la Mujer y el viernes pegaron metros de papel, invitando a las mujeres a pintar una raya si habían sido acosadas por doctores y profesores, alumnos, enfermeros y trabajadores, o pacientes. El papel pronto se llenó de rayas.
Al ver la respuesta a sus iniciativas, adelantaron sus planes y este martes a las 7:30 de la mañana, apenas al volver del paro femenino del 9 de marzo, montaron en el vestíbulo de la facultad, en plena puerta de la dirección, las 35 denuncias que habían recibido por correo electrónico. Llevaron hojas blancas y plumones de colores para que más chicas en persona escribieran ahí su denuncia, y pronto eran ya unas 90 tapizando los cristales y muros.
Como si fuera una exposición, el tendedero atrae a estudiantes mujeres y hombres, exalumnas que quisieron sumarse a denunciar, profesoras y los propios doctores denunciados.
“Estoy esperando a una amiga para colgar las dos nuestra denuncia”, comenta una. “Ahí está el que te dije”, señala otra para mostrarle a su novio. “¡Vente para acá, tienes que ver esto!”, dice una más hablando por teléfono. “¡Los hombres se vienen a buscar a ver si aparecen, así tienen la conciencia!”, exclama una trabajadora.
Muchas y algunos intercambian comentarios con risas nerviosas. Algunos jóvenes van muy serios leyendo. “Yo salgo allá”, le dice uno a sus amigos con cara de molestia.
Un doctor se pasea con risa burlona. “Qué padre que se expresen… Faltan las pruebas. Porque pueden decir muchas cosas. Yo por eso les pongo en el grupo que no se me acerquen; si no, ‘¡me están acosando!’”, dice al aire como para quien lo quiera oír.
Otra doctora viene altiva a preguntarle a una de sus alumnas: “¿A ver la denuncia que pusiste contra ése?”, y le reitera que ella y sus compañeras tienen todo su apoyo.
Pero algunas alumnas también han recibido intimidaciones. Una de ellas cuenta con voz temblorosa y mirando a su alrededor, para que no detecten que está hablando con periodistas, que se acaba de encontrar a un doctor con el que hizo su servicio social. Eran tres mujeres y un hombre; sólo él obtenía permisos para ir a desayunar, mientras a ellas les ordenaba hasta hacerle favores personales y las maltrataba.
“Me lo encontré cuando iba bajando y me preguntó si yo había puesto algo de él, le contesté que no, y dijo ‘entonces me quedé corto contigo’”, relata.
Mientras todo esto ocurre, una pantalla instalada en el vestíbulo de la facultad muestra los videos que hizo la UNAM pidiendo que las denuncias sean formales, y retransmite el “mensaje a mujeres” que el rector Enrique Graue dio hace unas semanas en un auditorio lleno de directoras y académicas, en el que se relegó a las estudiantes.
No todas las denuncias han sido de papel en el tendedero; algunas llegaron a las autoridades, algunas tuvieron mínimas consecuencias, otras ninguna.
Una alumna de 26 años cuenta que hubo una materia en la que el maestro le hacía comentarios como preguntarle si la tenían bien cogida, y ante su molestia, le decía también que sí le iba a pedir las nalguitas para la calificación. Cuando acabó el semestre, le puso 6, por lo que fue a quejarse en dirección. Pero la única respuesta fue que si quería, le ponían NP (no presentó) para que volviera a cursar la materia con otro maestro.
Elisa, otra chica, recuerda que en tercer año, aunque era alumna de excelencia, un maestro de cirugía una vez la zarandeó criticándola por cómo había movido al muñeco con el que estaban haciendo una práctica, la callaba en clase e intimidaba constantemente. Hasta que no pudo más, le contó a su papá, que la acompañó a hablar a la dirección, y ahí la redirigieron a la Unidad para la Atención de Denuncias (UNAD).
Después de cuatro horas ahí presentando la denuncia, una psicóloga le dijo que no iba a proceder porque eso no era violencia de género. Además le explicó las posibles sanciones con las que iba a terminar la denuncia: un día de suspensión al profesor o un “strike” en su expediente, que es como una llamada de atención.
Ella dejó de presentarse y reprobó. Su padre volvió a preguntar meses después qué había pasado con la denuncia y le dijeron que al doctor le quitaron la titularidad de esa clase. Aunque sigue siendo maestro de la facultad.
Otro caso fue el de una profesora de inglés que, como ya es de edad avanzada, tenía un adjunto (alumno de años superiores que funciona como ayudante de clase) que se encargaba de todo lo operativo y manejaba un chat de WhatsApp por el que llegó a pedir dinero para mejorar calificaciones e incluso dar su número de cuenta para que le depositaran, además de enviarle mensajes inapropiados en privado a las estudiantes.
Durante dos años ocurrió, refieren, hasta que en noviembre pasado una mamá se enteró y fue a contárselo a la profesora. Primero no lo creía, pero al ver los chats, ella misma fue a denunciar al joven en la dirección y dejó de tenerlo como ayudante. Pero actualmente sigue siendo alumno de la Facultad y está haciendo su servicio social.
Muchas otras chicas que contaron sus testimonios a Animal Político refirieron que nunca se han sentido con la confianza de hacer una denuncia ante autoridades porque la violencia de género está normalizada, los propios compañeros les dicen que un maestro “es así con todas”, o que le gustan, incluso las acusan de que si obtienen una buena calificación habrá sido por ceder a las insinuaciones de los doctores. Pero a raíz de esto, manifestaron que sí se animarán a presentar denuncia formal.
La directora de la Facultad de Odontología, Elba Rosa Leyva, al ver el tendedero, recibió a una pequeña comisión de la Red de Alumnas Sororas, que organizó la protesta, con quienes estuvo reunida más de dos horas.
Las jóvenes llevaron un pliego petitorio de seis puntos: crear una comisión integrada por alumnas y académicas que realmente atiendan las denuncias de acoso sexual; proteger a las víctimas para que no sufran intimidaciones o represión de maestros; que si la demanda es grave la Universidad acompañe una denuncia ante autoridades correspondientes; baja definitiva de académicos encontrados culpables de acoso; contratación de abogadas y psicólogas capacitadas en perspectiva de género; y un protocolo de actuación en caso de acoso por parte de pacientes.
Antes de los puntos, fueron enfáticas en que no habrá denuncias formales si no hay garantías de protección a las víctimas.
Al salir de la reunión, comentaron que la directora había mostrado disposición a atender sus demandas, y que quedaron en que la Red reuniría a chicas que estén dispuestas a hacer las denuncias formalmente.
Animal Político intentó hablar en tres ocasiones con la directora pero se remitió a comunicación social de la UNAM, que no dio respuesta.