¿Pueden congeniar la subsistencia de un negocio y la solidaridad con los trabajadores? Fernando Campo cree que sí. Ha visto que grandes empresas restauranteras han decidido dejar de pagar a su personal para compensar las pérdidas corporativas y él, aunque lo lamenta, no se sorprende.
“Sería absurdo pensar que ellos van a ser solidarios”, dice como si se tratara de una obviedad.
Dueño de tres restaurantes en la Ciudad de México –llamados Fonda Garufa y Alacena Bistró- que dan empleo a más de 60 personas, Fernando decidió aplazar el pago de las rentas y de algunos servicios para garantizar el sueldo de los trabajadores de manera íntegra.
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“Sobre la renta, ya se mandó una carta a los caseros diciendo que es época difícil y que pagaremos cuando y como se pueda. La prioridad es el empleo, los sueldos, la subsistencia y después vienen la renta, los impuestos, etcétera”, explica.
“La actitud es morirse en la raya. No tenemos los recursos ni somos de la formación de estas grandes empresas que dicen: ‘esto ya no es productivo y lo cierras’; tenemos 28 años en la Condesa y tenemos colaboradores que tienen 27, 25 y 24 años con nosotros; es un asunto mucho menos empresarial y más de compañerismo y de equipo”.
Mientras más de un centenar de restaurantes y bares, principalmente de la Roma, Condesa y Polanco, ya perfilan su cierre temporal a partir del próximo lunes, Fernando guardó insumos en los congeladores y lanzó una campaña en redes para promover la venta de comida a domicilio.
“Nuestros colaboradores saben que no queremos que se vaya nadie”, dice.
Hace una pausa, respira, se conmueve al contar que los trabajadores han mostrado comprensión y, también, solidaridad de vuelta.
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“La actitud del personal de parte de nosotros ha sido maravillosa, están al pie del cañón, no han manifestado preocupación, al contrario, hemos recibido de ellos propuestas de: ‘vamos a girarnos los turnos’, ‘vamos recibiendo las propinas el día que nos toque y los otros días no’. Están conscientes que estamos en un problema”, cuenta.
“Son momentos muy difíciles en el sentido práctico y son momentos también muy conmovedores, porque, contrario a las empresas enormes, lo que encuentra uno es una solidaridad que de veras conmueve”.
Esta semana, Alsea, operadora de una docena de restaurantes en México, informó que implementará un “programa voluntario” para que sus trabajadores se ausenten del trabajo durante un mes, pero sin goce de sueldo.
Para el promotor cultural indígena Mardonio Carballo, fundador de tres restaurantes de gastronomía originaria, las corporaciones persiguen el mayor rendimiento a costa de los trabajadores, una lógica que contrasta con su modelo de economía solidaria de la que se benefician campesinos, maestros mezcaleros, cocineras indígenas, artesanos y hasta músicos.
“A diferencia de ellos, hemos creado espacios donde el mesero, el productor y la cocinera son tus amigos, que los fundadores no somos gente que nos dediquemos al negocio de restaurantes sino a la cultura; nuestra apuesta es otra, es solidaria”, observa.
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“Qué terrible que ocurra esto, porque ellos responden al interés del capital, nosotros más bien respondemos al carácter amoroso, amigable, sensible, comunal, de una persona que se junta con otra para medio sobrevivir en un espacio ya de por sí caníbal, donde estas empresas, justamente, han hecho de la pobreza una forma de administrar su propia riqueza”.
Carballo, que también es poeta, ofrece empleo a 21 personas, en su mayoría indígenas, en los tres restaurantes que fundó en las colonias Roma y Juárez: Café de Raíz, Maíz de Cacao y Tenxókotl.
“Nosotros no vamos a despedir a nadie, vamos a aguantar lo que se tenga que aguantar, porque el espíritu de estos lugares es la solidaridad, y sería incongruente no ser solidarios con la gente que trabaja con nosotros. ¡Hasta donde se pueda y como se pueda! Siempre nos hemos manejado en una lógica congruente y no vamos a dejar de hacerlo”, zanja.
En el Café Zapata Vive, ubicado en la colonia Álamos, se acordó desde este sábado la suspensión del servicio, pero los 20 trabajadores gozarán de su sueldo y conservarán sus puestos para cuando pase la contingencia, indica Diego García, fundador del lugar.
“Como colectivo, hemos resuelto apoyarnos entre todos y, aunque suspendemos las actividades de servicio al público, al menos nuestras compañeras y compañeros van a tener un apoyo económico que es producto de un proceso de organización y que hemos previsto que, ante cualquier contingencia sanitaria, política, de seguridad, apoyarnos entre todos, y ya sea una semana, dos, cinco, las que sean, todos van a estar recibiendo el apoyo que desde el espacio del café se ha generado y se fomenta para este tipo de emergencias”, explica.
“A diferencia de los grandes consorcios que despiden a sus trabajadores, nosotros no podemos hacer eso, porque no son nuestros trabajadores, son nuestros compañeros, y tenemos que velar entre todos por el bien de todos y vamos a mantenernos con un apoyo económico durante todo este periodo de contingencia; si fueran tres, cuatro semanas, las vamos a soportar, porque para eso es el trabajo de organización, de colectividad, solidaridad y autonomía”.
Diego comenta que, mientras el establecimiento esté cerrado, venderán de manera directa los productos como miel, café y artesanías para abonar al ahorro comunitario que se repartirá entre todos de manera igualitaria.
La decisión de Alsea sobre sus trabajadores, expone, es ejemplo de un régimen al que no le importa la vida humana -si una persona tiene comida, agua o techo- más que sus ganancias.
“A costa de la propia vida, lo que están haciendo es despedir, desplazar a los trabajadores, y con ello conllevan a ahondar más la miseria, el desprecio y el olvido a la clase más jodida, que son los trabajadores”, critica.
A Diego no parece preocuparle el cierre temporal del Café Viva Zapata. Afirma que, si bien su lucha de autoorganización ya los ha expuesto a peligros como la persecución política, es la misma autoorganización solidaria la que los ha salvado.
“Tenemos un antecedente de más de 20 años de trabajo de organización, de lucha, y eso nos ha permitido que, hoy que tenemos el espacio del café, ya sepamos cómo afrontar la situación que vivimos en este momento. La autoorganización es la única forma como podemos resistir: los zapatistas nos han convocado a resguardar y luchar por la vida, lo estamos haciendo, pero también nos han convocado a organizarnos, y hoy te puedo decir que la única forma de sortear una crisis como la que estamos viviendo es un proceso de organización, un proceso de autonomía y un proceso comunitario”, instruye.
Mardonio Carballo recuerda, a propósito, su reciente poema sobre la epidemia, que es posible, asegura el autor náhuatl, amar sin tocarse.
“No seamos codos ni mezquinos;
Cuidemos todos al otro,
Cuidémonos entre todos.
Se impone hoy”.