La estrategia del gobierno para hacer frente al coronavirus COVID-19 parte de las predicciones de un modelo matemático con el cual se asume que no se puede detener la pandemia, pero sí se puede administrar para que dure más, sin colapsar el sistema de salud ni reventar la economía del país, sobre todo de los que viven al día.
“Tenemos que pensar en las consecuencias económicas de las medidas sobre el 50% de la población, que son los más pobres. No podemos cerrar todo de manera irracional ni planeada porque hay miedo social. El desorden y el miedo es lo que nos puede matar”.
Así lo resume el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, durante un encuentro en sus oficinas para explicar las medidas para contener, mitigar y atender a los pacientes que desarrollen la enfermedad.
También informa que a partir de este jueves se empezarán a entregar los insumos requeridos para los hospitales (como ventiladores y pruebas de detección) en la compra consolidada con el IMSS, el ISSSTE y los institutos de Salud de los 32 estados.
De acuerdo con López-Gatell, desde el 3 de enero pasado se hizo una modelación matemática para determinar el desarrollo de la enfermedad en México y con base en ella se estableció una línea de tiempo para las medidas a instrumentar, que llega hasta septiembre.
Este mismo ejercicio fue realizado de manera independiente y paralela por el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, con los mismos resultados.
Por ello, en primer término se acordó iniciar medidas de contención y mitigación a partir de la detección del primer caso sospechoso, lo cual ocurrió el 27 de febrero pasado, un mes después de que la enfermedad empezara a expandirse por todo el mundo.
En ese mes de preparación, y siempre a partir del modelo matemático, se determinó que una vez que se detectara el primer caso, se empezaría la fase de contención en función de la detección con pruebas médicas de más casos sospechosos que cumplieran con la sintomatología y hubieran viajado a alguno de los países que ya presentaban casos de contagio. El objetivo era aislar al paciente e investigar a todos aquellos con quienes tuvo contacto para aislarlos también.
Ante el crecimiento de la curva de contagio el pasado 13 de marzo, una vez que se pasó de 4 a 13 casos y estos se empezaron a multiplicar, la fase de contención fue superada cuando se rebasó el número de casos previstos para esta primera etapa -calculada entre 80 y 90- por la imposibilidad de aislar y monitorear un numero ya inmanejable de casos.
La siguiente fase, de mitigación, se acordó iniciarla a partir del 23 de marzo aunque en los hechos empezó a aplicarse el 13 de marzo, ante la certeza de que no es posible detener la pandemia, pero sí retrasar lo más posible la transmisión masiva para no saturar los hospitales, indica el funcionario.
Se prevé que a finales de marzo el contagio se acelere con casos comunitarios y por ello se anticipa la Jornada Nacional de Distanciamiento Social, con la cual se recomienda a la población mantener “una sana distancia” a través de cuatro medidas:
1) Suspensión de actividades no esenciales que no conlleven grave impacto económico.
2) Suspensión de clases.
3) Suspensión de eventos que superen las 5 mil personas.
4) Protección a los adultos mayores.
De acuerdo con López-Gatell, esta fase considera de manera primordial el impacto económico de las medidas, a fin de no afectar al 50% de la población que vive al día, como albañiles, trabajadoras del hogar y en general pequeños y medianos comerciantes. Por la misma razón se decidió no suspender el funcionamiento del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
“Está de por medio la sustentabilidad de todos. Estas medidas se irán adecuando conforme el contagio vaya creciendo, pero tiene que haber un margen de maniobra, ordenado y solidario. Las medidas son útiles en función de que haya más casos. Un cierre total desde ya, irracional y no planeado, puede significar el colapso. No está descartado, pero es una medida extrema a la que esperamos no llegar”, explica López-Gatell.
La tercera fase consiste en la atención hospitalaria y a ella se espera llegar alrededor del 21 de abril, “una semana antes, una semana después”, una vez que se alcance el pico más alto de contagio o punto de inflexión de la pandemia en el país.
De acuerdo con el modelo matemático, se prevé que unas 250 mil 656 personas se podrían contagiar con el virus, de las cuales 140 mil 367 sólo requerirían tratamiento ambulatorio, 24 mil 564 serían hospitalizadas y 10 mil 528 se enfermarían de forma grave y necesitarían terapia intensiva.
López-Gatell explica que para ello se ha elaborado un plan de reconversión hospitalaria con el cual se listaron 220 insumos con los que deben contar todos los hospitales y para lo cual se realizó una compra consolidada con el IMSS, el ISSSTE y los sistemas de salud de los 32 estados, cuya primera entrega de ventiladores y pruebas (que están previstas en 120 mil y no se encuentran racionadas, según López-Gatell) se realizará este jueves 19 de marzo.
También se determinó la disposición de 3 mil camas para cuidados intensivos, de las cuales 1,200 camas se concentrarán en Nutrición y el INER para tratar los casos graves.
Para esta atención es que se cuenta con los 3,500 millones de pesos anunciados en días pasados, y que López-Gatell considera suficiente para el pronóstico previsto. En caso de que se requieran más recursos, indica que el gobierno tiene previsto recortar gastos suntuarios que aún persisten en el aparato burocrático, como disponer de las 2 mil 500 direcciones generales adjuntas que aún existen en las distintas dependencias, entre otras medidas.
De acuerdo con López-Gatell, todas estas medidas han sido tomadas en coordinación con el Comité Nacional para la Seguridad en la Salud, creado el 30 de enero, y los comités de los 32 estados. A partir de este jueves entra en sesión el Consejo de Salubridad General, anticipando la transición de la fase 1 a la 2 y una vez confirmado el primer fallecimiento por COVID-19.