México entró en la fase 2 de la pandemia por COVID-19, por lo que, más que nunca, el aislamiento social es necesario para evitar la propagación de casos de coronavirus. La consigna es salir de casa solo si es indispensable. Esto puede tener efectos negativos en la salud emocional, física y mental, pero hay estrategias para evitarlos.
Cuando se está en un aislamiento social de este tipo, el encierro puede alterar los hábitos alimenticios, las personas suelen comer más y están en riesgo de subir de peso, explicó hace unas semanas Lorena Rodríguez-Bores Ramírez, secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental, durante una conferencia.
Además, el sedentarismo y la alteración de horarios podrían ocasionar fatiga, lentitud física o mental y cambios en el ciclo de sueño. Estar en medio de una pandemia y el aislamiento en casa también pueden afectar la parte emocional y generar desánimo, tristeza, miedo y, por lo tanto, irritabilidad.
Esa irritabilidad puede, a la vez, generar peleas con la familia cercana con la que se está conviviendo e incluso desencadenar situaciones de violencia. “Así que necesitamos estrategias de afrontamiento para evitar en lo posible todos estos efectos negativos”.
Primero se debe tener en mente que esto es una situación temporal, que va a terminar y no va a ser un tiempo prolongado.
“Hay que tener muy presente que mantenernos en casa es no solo por nuestro propio bien, cambiar la visión de injusticia al vivir una pandemia por algo positivo, y pensar que al quedarnos en casa estamos contribuyendo también con la salud de la familia y de muchas otras personas”, aseguró Lorena Rodríguez-Bores.
También recomendó diseñar y tratar de mantener una rutina que ayude a tener una sensación de normalidad y control, como mantener los mismos horarios de comida, de sueño, “eso provoca una sensación de previsibilidad en lugar de la de incertidumbre frente a una epidemia”.
Es importante, además, no estar todo el tiempo viendo la televisión sino mantenerse activo, hacer ejercicio en casa, buscar actividades manuales.
En el caso de los niños, deben ocuparse haciendo las actividades que les encomienden en la escuela, y mantener su rutina como si estuvieran en clases: que se levanten a la misma hora, respeten sus horarios de comida y de sueño.
“Esta etapa de aislamiento social puede ser un buen momento para la convivencia familiar, hay que sacar los juegos de mesa, los rompecabezas, convivir y jugar con los niños”, recomienda la especialista.
Pero para que esa convivencia sea lo más sana posible y los niños no caigan en la misma incertidumbre y miedo frente a la pandemia, los padres de familia deben mantenerse bien informados y hablar con ellos.
“Hay que definir horarios para enterarse de la situación y evitar las noticias falsas. Hay que hablar con los niños y explicarles sin alarmismo y con un lenguaje que ellos entiendan lo que está pasando. Si tienen ellos alguna duda y el padre no tiene la respuesta, se vale decir ahora no lo sé pero déjame buscar la información, y si el adulto está en un momento de angustia o alguna emoción negativa, ese no es momento de hablar con los niños”.
Además hay que ser congruentes entre lo que se dice y lo que se hace. “No se puede intentar estar tranquilos y querer tranquilizar a los niños y después salir corriendo a hacer compras de pánico, no, hay que actuar con serenidad”.
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