Desde que Bryan Eduardo Arias Garay, de 19 años, desapareció hace dos años cuando se dirigía a su trabajo en la ciudad de Tepic, Nayarit, Virginia Garay dice que ve a su hijo en todos lados: caminando por la calle vestido con su polo negro y una gorra de visera roja, mirando videojuegos en el centro comercial, comprando algún refresco en la tienda de la esquina, y hasta en los semáforos de los cruceros.
De hecho, narra la mujer de 50 años, la última vez que creyó verlo fue precisamente ahí, esperando en un semáforo.
Virginia transitaba con su carro y se detuvo con el alto de la luz roja. Bajó la ventanilla porque el calor del día era sofocante y al voltear la mirada hacia el coche contiguo, que también esperaba la luz verde para seguir con su camino, vio a su muchacho de ojos color café con la claridad de un espejismo.
“¿Papá, eres tú mijo? —le preguntó emocionada— ¿eres tú? ¿Dónde te habías metido?”.
Como si fuera un mal sueño en el que todo transcurre con pesadez, la mujer cuenta aún con agonía que salió de su auto para correr hacia el muchacho y abrazarlo con todas sus fuerzas.
Pero, al verla bajarse del coche súbitamente, el joven que Virginia creía que era Bryan, el menor de sus tres hijos al que cariñosamente llama Papá, subió el cristal de la ventanilla y salió disparado dejándola sola en mitad del asfalto.
“Me ha pasado muchas veces”, dice ahora la mujer con una sonrisa fatigada.
“Cuando veo a un muchacho que trae el mismo corte de cabello que mi hijo, o que tiene la misma estatura, corro hacia él y le toco el hombro para que se volteé. Pero cuando lo hace, solo me mira raro, y luego se marcha. Supongo que pensará: ‘esta señora está volando’”.
Virginia es la coordinadora del Colectivo de Guerreras en Busca de Nuestros Tesoro en Nayarit y está ahora en la Ciudad de México, en las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh).
Ella es una de las 300 personas que integran la quinta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que desde este viernes 7 y hasta el próximo día 22 de febrero, buscarán en Papantla, al norte de Veracruz, alguna pista que les permitan encontrar a sus seres queridos en un estado que, desde hace años atrás, ha sido noticia internacional por el hallazgo de fosas clandestinas en prácticamente todo su territorio.
Vestida con una playera blanca que lleva un emblema que reza “¿Dónde están?”, Virginia cuenta que justo el jueves 6 de febrero se cumplieron dos años de que Bryan salió de su casa para dirigirse caminando al puesto de hamburguesas donde trabajaba a tan solo tres cuadras de su domicilio.
“Solo sabemos que salió de casa y nunca más regresó”, dice encogiendo los hombros cuando se le pregunta si la Fiscalía de Nayarit ha conseguido alguna pista, un indicio, un testimonio, algo, con lo que poder salir a buscar a Bryan con un mínimo de certeza de por dónde empezar.
“En estos dos años, la respuesta de las autoridades siempre ha sido la misma: no saben nada”, asegura la mujer.
Por ello, Virginia, cosmetóloga de profesión, dejó su vida aparcada desde aquel día de febrero de hace dos años para dedicarse por completo al a la búsqueda de su hijo. Para hacer el trabajo, apunta ahora con enojo, que las autoridades no hacen: buscar a su hijo.
“Hemos hecho ya de todo”, dice ahora la señora Trini, mamá de Virginia, que lleva la foto de su nieto Bryan en un colgante que le abraza el cuello.
“Hemos andado buscando en hospitales, en penales, en los semefos, y en fosas clandestinas, y nada. Por eso nos hemos unido a esta Brigada de Búsqueda con muchas otras personas que están en nuestra misma situación. Queremos encontrar a mi nieto con vida… o como se encuentre”.
Mira de nuevo la Conferencia de Prensa de @brigadabuscando en donde anuncian el inicio de la V Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas que se llevará a cabo del 7 al 21 de febrero en Papantla, Veracruz.
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— Centro Prodh (@CentroProdh) February 8, 2020
En la conferencia de prensa de la mañana del viernes, Noé Amezcua, del Centro de Estudios Ecuménicos, explica que esta Brigada en Veracruz se llevará a cabo a través de cinco ejes, de los cuales, tres son “la columna vertebral”.
Uno, es la búsqueda en campo, es decir, en lugares donde puede haber fosas clandestinas.
Otro, la identificación forense de restos, para lo que contarán con expertos en antropología de la sociedad civil y la academia.
Y otro, la búsqueda con vida de los desaparecidos en hospitales y penales.
La señora María Herrera, convertida en férrea activista desde que en agosto de 2008 desaparecieron primero dos de sus hijos en Atoyac, Guerrero, y posteriormente otros dos hijos en Poza Rica, Veracruz, dice que, como el resto en la Brigada, ella también busca a sus seres queridos con vida. Pero más de una década después sin pistas ni certezas, no se hace ilusiones.
“Ya siento el peso de esta realidad tremenda de que pasa el tiempo y no los encuentro”, dice la mujer, que dejó su tianguis de ropa en su natal Pajacuarán, Michoacán, para dedicar las energías que le restan a hallar a sus hijos.
En sus ojos, rodeados de arrugas y de bolsas, se percibe un cansancio extremo y dolor, rabia, y tristeza.
Su corazón, asegura ahora masticando cada palabra, está roto. Por sus hijos, y también por los miles y miles de desaparecidos que hay en México, y por lo que ella llama “las víctimas huérfanas”; las personas que tienen a sus seres queridos desaparecidos, pero que no pueden salir a buscarlos porque no tienen el dinero suficiente, ni el apoyo de un Estado que, históricamente, les ha dado la espalda porque en muchas ocasiones es él mismo el que ha perpetrado esas desapariciones forzadas.
“Yo siempre he dicho que hay que llamar a las cosas por su nombre”, dice con tono severo.
“Hay que dejar de decir que fue el crimen organizado, porque fue el crimen institucionalizado; los de cuello blanco que nos gobiernan”, recalca.
“Ellos permitieron que nos arrebataran a nuestros hijos, y ellos son los culpables por la falta de gobernabilidad. Ellos son los que se coluden con los que se dedican a hacer el mal y los apapachan para que actúen impunemente”.
En cambio, María denuncia a colación que el Estado no duda en utilizar a la policía para desalojar sus protestas pacíficas, como la que realizaron el pasado viernes en una de las casetas de cobro para entrar a la Ciudad de México, cuando elementos de la Policía Federal y de la Guardia Nacional llegaron al lugar.
“A los criminales los apapachan para que actúen impunemente, y a la gente que queremos cambiar la sociedad para que la gente tenga una vida digna y sin violencia, nos reprimen de muchas formas: desde negándonos recursos para buscar a nuestros seres queridos, hasta mandándonos a la Guardia Nacional”, critica la activista, que pide al presidente López Obrador que cumpla con su compromiso de apoyar a las víctimas de la violencia.
Ahora, a pocos minutos de que la 5ª Brigada inicie el camino hacia Papantla, en Veracruz, María trata de explicar que tiene muchas emociones encontradas ante el regreso al estado donde desaparecieron dos de sus muchachos.
“Solo le pido a Dios con todo mi corazón que me dé lo que haya quedado de mis hijos”, murmura la mujer con la voz a punto de quebrarse.
“Mi dolor ya va a ser eterno hasta que me muera, que será cuando descanse de esta agonía. Pero antes, quiero dejarles una mínima certeza a mis nietos y a mis nueras, para poder decirles: Aquí está lo que quedó de sus padres y de sus esposos. Ahora rehagan su vida”.