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Arrecife mesoamericano: se deteriora la salud de la segunda barrera de coral más grande del mundo
Arrecife mesoamericano: se deteriora la salud de la segunda barrera de coral más grande del mundo
Fragments of Hope
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Arrecife mesoamericano: se deteriora la salud de la segunda barrera de coral más grande del mundo

22 de febrero, 2020
Por: Thelma Gómez Durán / Mongabay Latam

El Sistema Arrecifal Mesoamericano vive tiempos difíciles. La contaminación —provocada, entre otras cosas, por las aguas residuales—, la sobrepesca de especies vitales para su conservación y enfermedades como el ‘Síndrome Blanco’ son algunos de los factores que están causando estragos en la salud de la segunda barrera de coral más grande del planeta.

Un reciente estudio de la organización Healthy Reefs, presentado el pasado 13 de febrero —en el que monitorearon 286 sitios en México, Guatemala, Belice y Honduras—, muestra que por primera vez en 12 años el índice de salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano disminuyó.

Desde el 2006, esta organización realiza un monitoreo de este sistema de arrecifes en los cuatro países que albergan esta barrera de coral. Los resultados de las muestreos realizados a lo largo de 2018, que se incluyen en el reciente informe, detallan que si en 2016 el índice de salud del arrecife era de 2.8, ahora bajó a 2.5.

De los 286 sitios que se monitorearon en 2018, se encontró que el 46 % de ellos presentan condiciones críticas en cuanto a la salud del arrecife; un porcentaje mayor al 37 % que se registró en 2016. Los lugares que se encuentran en buenas condiciones representan el 8 %.

La situación del Sistema Arrecifal Mesoamericano —destaca Mélina Soto, coordinadora en México de Healthy Reefs— muestra que “la mayor amenaza del mar es lo que estamos haciendo desde la tierra”.

Honduras es el país en donde se registró la mayor caída en el índice, al pasar de 3.0 a 2.5, sobre todo porque se documentó una disminución dramática en la presencia de herbívoros con importancia comercial: se encontraron casi la mitad de las poblaciones registradas en la muestra anterior.

Belice fue el único país en donde la salud del arrecife mejoró. Esta situación podría cambiar, sobre todo porque en julio del 2019, en el norte de la nación centroamericana, se registró la presencia de la enfermedad del ‘Síndrome Blanco’ que provoca la muerte de corales.

En México y Guatemala no se dieron cambios, la situación de los arrecifes en esas naciones continúa entre “regular” y “mala”, respectivamente, de acuerdo con los resultados del Reporte de Salud sobre el Sistema Arrecifal Mesoamericano, trabajo en el que participaron 82 personas de 26 organizaciones de los cuatro países y en el que se señala que, si se implementan diversas acciones, la situación de esta barrera de coral puede mejorar.

Para determinar el Índice de Salud del Arrecife —explica Melina Soto, de Healthy Reefs— se toman en cuenta datos relacionados a la cobertura de coral vivo, la presencia de macroalgas que afectan a los corales, la biomasa de peces de importancia comercial (pargos y meros) y de peces herbívoros (peces loro y cirujano), ya que la presencia de estas especies son un termómetro de la salud del ecosistema.

Leer más: Los peces loro ingresan a la lista de especies mexicanas en riesgo

El avance del ‘Síndrome Blanco’

A finales de 2014 fue cuando, por primera vez, se detectó la presencia de una enfermedad conocida como ‘Síndrome Blanco’ en los corales localizados en las costas de Florida, Estados Unidos.

Esta enfermedad, que mata a los corales en tan solo unas semanas, llegó a los arrecifes de Quintana Roo, en México, en julio de 2018. Para principios de 2020, el Síndrome Blanco afectaba el caribe mexicano y la zona norte de Belice.

Hasta ahora se desconoce cuál es el agente biológico que produce esta enfermedad, pero se infiere que podrían ser las bacterias u otros patógenos que están llegando al mar por la descarga de aguas negras, explica Baruch Figueroa Zavala, coordinador del Programa de Ecosistemas Costeros del Centro Ecológico Akumal.

En México, el problema del ‘Síndrome Blanco’ es grave: en un año, la enfermedad se ha propagado a lo largo de los 450 kilómetros de la costa del Caribe mexicano; las zonas más críticas se encuentran al norte de Quintana Roo. «En un año se murió la misma cantidad de coral que se había muerto en diez años», destaca Figueroa Zavala.

Este síndrome ya mató a poco más del 30 % de unas 22 especies de coral; incluyendo aquellas que se distinguen por ser las principales constructoras de arrecifes, se detalla en el informe de Healthy Reefs.

Entre las especies de coral que se encuentran en gran riesgo por esta enfermedad está el Dendrogyra cylindrus; en el informe se resalta que 90 % de los corales pilares de esta especie han desaparecido, llevándolos al borde de la extinción local.

Esta nueva enfermedad, destaca el informe, “requiere medidas urgentes para reducir los factores de estrés, adoptar mejores prácticas de manejo y explorar técnicas innovadoras de rescate”.

Por ahora, más de 50 instituciones —sobre todo organizaciones no gubernamentales— realizan acciones para disminuir los efectos de la enfermedad, entre ellas el monitoreo de los arrecifes, el rescate de fragmento de coral y de gametos de especies altamente amenazadas.

Situación del arrecife por país

En el estudio se destaca la situación de los arrecifes en cada uno de los cuatro países que forman parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano.

En México, en donde se monitorearon 100 sitios, los resultados muestran que el índice de salud de los arrecifes se mantiene como “regular”, sobre todo porque existe una constante disminución de peces comerciales, como el mero y el pargo, además que se registró una alta presencia de macroalgas.

La cobertura de coral vivo mostró un ligero aumento de 1 %, comparado con 2016. Sin embargo, 16 % del muestreo se realizó antes de la llegada del Síndrome Blanco al arrecife del país, por lo que ahora “es muy probable que la cobertura sea baja”, señala Mélina Soto, coordinadora en México de Healthy Reefs.

El que México no haya bajado más en el índice de salud de los arrecifes, apunta Mélina Soto, es gracias a que en Cozumel todavía se encuentran lugares con una cobertura de coral vivo que va de regular a buena. En esta zona también se registró un incrementó en la presencia de peces herbívoros, vitales para la conservación de los arrecifes, ya que se alimentan de las macroalgas que afectan a los corales.

Se espera que en los próximos años, las poblaciones de peces herbívoros aumenten en otras áreas del Caribe mexicano, después de que en noviembre de 2019, el gobierno mexicano incluyó a diez diferentes tipos de peces loro en la categoría de Protección especial.

Fuera de Cozumel, la situación es grave. Y un ejemplo de lo que ocurre con los arrecifes que está en el caribe mexicano se puede observar en zonas como Akumal, lugar en donde 60 % de los corales ya se perdieron, señala Figueroa Zavala. Si hace 40 años, 50 % de la zona estaba cubierta por coral y solo en el 12 % había presencia de algas, hoy lo que más se encuentra en el área son macroalgas.

La pérdida de coral también está impactando a otras especies. Figueroa Zavala explica que se están perdiendo peces mariposa, el mero rayado y el pargo cubera.

Mélina Soto, de Healthy Reefs, resalta que en México se observó un incremento de las zonas con cobertura de macroalgas, cuya presencia y proliferación es consecuencia, en gran medida, de los nutrientes que entran al mar por el inadecuado tratamiento de las aguas residuales.

Para salvar a los arrecifes del caribe mexicano, “gracias a los cuales se tienen las playas de arena blanca y son base fundamental de la actividad turística de la región”, es necesario contar con plantas de tratamiento de aguas residuales adecuadas, tener una mejora regulatoria sobre contaminantes marinos y un mayor involucramiento del sector público y del sector privado, resalta Mélina Soto.

En Honduras, en donde se monitorearon 73 lugares, se registró una dramática caída de los sitios en donde el arrecife tiene una “buena salud”. Si en 2016, el 20 % de los lugares tenían esta condición, en el último muestreo el porcentaje disminuyó a 4 %. Además, los sitios críticos aumentaron del 6 % al 15 %.

Estos malos resultados en Honduras se deben a que bajó “de manera significativa” la biomasa de peces comerciales y herbívoros. Esta nación es la única de la región mesoamericana en donde los peces loro no tienen ninguna protección.

Guatemala es el país que presenta el índice más bajo en cuanto a la salud de sus arrecifes. Esto se debe, sobre todo, a que en la mayoría de los diez sitios que se monitorearon disminuyó la cobertura de coral; además, se encontró una baja biomasa de peces comerciales, lo cual puede ser resultado del uso de artes de pesca no sostenibles, vigilancia deficiente y falta de zonas de recuperación, se señala en el estudio.

El muestreo registró que la presencia de peces herbívoros se duplicó en los arrecifes de Guatemala, después de que el país decretó su protección en 2015, aunque estas poblaciones continúan en estado “crítico”.

De las cuatro naciones, la única en donde se registraron mejoras en la salud del arrecife fue Belice. Ahí se monitorearon 104 lugares; en buena parte de ellos se observó un incremento en la presencia de peces herbívoros y una ligera disminución de las macroalgas. Desde 2009, Belice protege a los peces loro.

Acciones urgentes

En el estudio sobre la salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano se señala que “dado el alarmante incremento de las amenazas del cambio climático a los arrecifes de coral, se necesitan acciones urgentes para reducir el CO2 y otros factores de estrés”.

Mélina Soto, coordinadora en México de Healthy Reefs, explica que entre las acciones que se proponen están el crear más zonas de recuperación pesquera que abarquen el 20 % del mar territorial; además de fortalecer la aplicación de las normas pesqueras y la vigilancia para que se cumpla la protección a los manglares y los planes de manejo de zonas costeras.

En toda la región, se destaca en el informe, se debe mejorar el tratamiento de las aguas residuales, ya que estás propician la proliferación de algas y reducen la supervivencia de los corales, porque evitan el asentamiento larval y compiten por espacio.

El crecimiento excesivo de algas, se resalta, “está relacionado con poblaciones bajas de herbívoros y contaminación de nutrientes, debido al ineficiente manejo de las aguas residuales y las actividades agrícolas insostenibles”.

A Guatemala se le recomienda extender la veda de peces loro, la cual expira este año. Honduras, por su parte, necesita mejorar la aplicación de las regulaciones en las Islas de la Bahía y proteger a los herbívoros en toda la costa del país.

México y Guatemala deben ratificar el Protocolo de Fuentes Terrestres de Contaminación Marina de la Convención de Cartagena, el cual establece límites más estrictos para la descarga de aguas residuales en áreas cercanas a los arrecifes de coral.

El estudio también reconoce los esfuerzos que diversos actores realizan para restaurar este ecosistema, sin embargo, señala que estas acciones “necesitan aplicarse a mayor escala”.

Entre las estrategias que se han puesto en marcha para restaurar este ecosistema está la reintroducción del cangrejo rey del Caribe (Maguimithrax spinosissimus) y del erizo Diadema antillarum, ambas especies —como los peces loro y el cirujano— se alimentan de las macroalgas que afectan a los corales.

El estudio advierte que si bien “los arrecifes han existido por milenios. Sin agua limpia y abundantes peces, podrían no sobrevivir este siglo”.

Esta historia se publicó originalmente en Mongabay Latam

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