Se han abierto canales de comunicación entre Javier Sicilia y el Gobierno federal, pero no hay certeza de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, reciba al poeta el próximo 26 de enero, cuando concluya la marcha convocada por la “verdad, justicia y paz” que promueve, desde el Ángel de la paz de Cuernavaca hacia Palacio Nacional.
Este es el resumen de lo manifestado por el propio Sicilia, la activista Marie Claire Acosta y la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, después de que ambos mantuviesen un encuentro de más de una hora.
“En Gobernación hay buena voluntad. Pero este es un asunto que le rebasa, es un asunto de la nación entera y que el presidente tiene que convocar y asumir esta agenda”, dijo Sicilia al término del encuentro. El activista defiende una agenda de justicia transicional que incluya temas como la política sobre drogas, la atención a las víctimas, el acceso a la justicia o la búsqueda de desaparecidos.
“Yo tengo la instrucción del presidente de atender a todos los mexicanos y mexicanas, principalmente si son gente como lo es Javier Sicilia y como es Marie Claire Acosta, defensores de los Derechos Humanos, y que tienen un liderazgo muy importante dentro de la sociedad civil”, dijo Sánchez Cordero, quien aseguró que “las manifestaciones son bienvenidas, todas las ideologías, todas las personas que se quieran manifestar en forma pacífica, en forma ordenada y pacífica”.
Lo que no quiso confirmar Sánchez Cordero es si López Obrador aceptará reunirse con Sicilia, cuando la marcha llegue a Palacio Nacional. A pesar de ser cuestionada en diversas ocasiones, la secretaria de Gobernación eludió dar una respuesta y se centró en defender la “pluralidad” y las manifestaciones “pacíficas”.
Hasta el momento, López Obrador se ha mostrado muy reticente a celebrar este encuentro con el poeta, cuyo hijo fue asesinado en 2011. A finales de 2019, después de una primera carta pública de Sicilia, el presidente consideró que reunirse implicaría “sentarse en el banquillo de los acusados” y “hacer el caldo gordo” a “los conservadores”. Al mismo tiempo, llegó a asegurar que verse con el poeta le daba “flojera”. Sin embargo, el antiguo líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad insiste en ser recibido por el mandatario.
Por eso, según aseguró, llegará el 26 de enero con “dos mensajes”, cada uno de ellos adecuado a si es o no recibido, pero ambos en clave de “unidad”. Sicilia explicó que en el encuentro con Sánchez Cordero abordaron cuestiones sobre justicia transicional y relacionadas con la seguridad de la marcha.
Sobre el primer asunto, Marie Claire Acosta explicó que se hizo entrega de dos documentos: uno elaborado por activistas, colectivos y víctimas, y que ya se entregó a la Secretaría de Gobernación en enero de 2019, y otro elaborado por académicos y presentado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en diciembre de 2018.
Sobre el segundo, Sicilia confió en que la marcha se desarrolle sin problemas, e indicó que se está coordinando con diversas autoridades para garantizar la seguridad.
La marcha comenzará el jueves, 23 de enero, desde el Ángel de la Paz en Cuernavaca, Morelos. Sicilia aseguró que ya ha logrado la adhesión de diversos grupos y colectivos de la sociedad civil, aunque no dio más detalles.
El 25 está previsto que la caminata llegue a Ciudad de México, aunque algunos de los tramos se realizarán en camioneta por las condiciones climáticas y de seguridad. El 26, los marchistas se dirigirán hacia el Palacio Nacional. Ahí la última palabra la tendrá López Obrador, que tendrá que decidir si recibe a Sicilia o le deja en el Zócalo sin ser atendido.
A falta de conocer los nombres de quienes marcharán junto a Sicilia, la familia LeBarón y Marie Claire Acosta, entre otros, José Miguel Vivanco, director de la división para las Américas de Human Rights Watch, mostró su comprensión y apoyo a la iniciativa.
Durante la presentación de su informe anual, que tuvo lugar en un hotel de Ciudad de México, Vivanco dijo que “esta iniciativa es un síntoma del descontento, un síntoma de la desilusión, un síntoma de la frustración y de la distancia entre las promesas, los compromisos asumidos y la realidad”.
“Creemos que están perfectamente justificadas estas iniciativas de la sociedad civil, porque este es el rol de sociedad civil, servir de contrapeso y contrastar al gobierno, al estado, a los poderosos”, señaló.
Y advirtió que esa labor de contrapeso debe desarrollarse al margen de las ideologías de quienes están en el poder. “Hoy la responsabilidad en derechos humanos no está en los hombros de Peña Nieto ni de Felipe Calderón, está en los hombros del actual gobierno, que lo dirige Andrés Manuel López Obrador”, concluyó.