Cientos de personas participan en la caravana migrante con destino a Estados Unidos que en la madrugada del miércoles partió de San Pedro Sula, Honduras.
Los congregados se dieron cita en la terminal de autobuses de la segunda ciudad del país centroamericano y se dirigen a la frontera con Guatemala. La caravana se ha organizado a través de grupos de Whatsapp y en ellos hay personas procedentes de Honduras, El Salvador y Guatemala, mayoritariamente.
“Refugio: en Honduras nos matan” es el lema utilizado para publicitar la marcha.
Por el momento no ha trascendido cuál será la ruta que tienen previsto utilizar: atravesar Guatemala con destino a la frontera de Tecún Umán y Ciudad Hidalgo, en el oeste, o dirigirse hacia Petén y buscar la frontera de El Ceibo.
Este último camino no ha sido nunca utilizado por las caravanas, que habitualmente recurren a Tecún Umán por las facilidades de cruzar el río Suchiate. Esta vía, sin embargo, se ha dificultado para los migrantes desde el mes de junio, cuando el gobierno de México desplegó a la Guardia Nacional cumpliendo el acuerdo firmado con EU para el control del flujo.
La del miércoles es la primera caravana que se convoca desde que, en abril de 2019, unas 400 personas fueron arrestadas por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en los alrededores de Pijijiapan, Chiapas.
Animal Político quiso saber si el Instituto Nacional de Migración (INM) tiene previsto algún plan ante la posible llegada de la caravana a la frontera sur, pero fuentes de la institución declinaron realizar declaraciones.
Tampoco los gobiernos de Honduras y Guatemala, países que tienen que atravesar antes de llegar a México, han hecho declaraciones.
En el caso de Guatemala, la jornada en la que fue convocada la caravana coincidió con el traspaso de poderes entre Jimmy Morales, presidente saliente, y Alejandro Giammattei, nuevo mandatario.
Las caravanas migrantes se popularizaron en octubre de 2018 cuando miles de personas (al menos 7 mil en la primera de ellas, según las autoridades municipales de Suchiate) atravesaron México con destino a la frontera norte, concretamente a Tijuana, Baja California.
Entre octubre y noviembre de ese año, cuatro caravanas con migrantes procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador cruzaron el país para dirigirse a Estados Unidos. Algunos de sus integrantes saltaron la valla para pedir asilo, otros regresaron a sus países de origen y un tercer grupo logró trabajo y se estableció en México.
Los migrantes alegan que huyen de sus países por dos motivos: la violencia y las carencias económicas.
La respuesta de México ante el éxodo centroamericano fue diferente según la ocasión. En octubre de 2018, con Enrique Peña Nieto todavía en la presidencia, antes de la Policía Federal bloquearon el paso en el puente Rodolfo Robles, que une México con Guatemala. Los migrantes eludieron la barrera cruzando a través del río Suchiate. A partir de entonces, los agentes no les impidieron el tránsito.
La llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador fue interpretada como una esperanza por migrantes y colectivos defensores de derechos humanos.
El 15 de enero de 2019, otra caravana partió de San Pedro Sula, Honduras. Al llegar al puente Rodolfo Robles, sus integrantes se encontraron con un despliegue del INM que ofrecía la regularización a todos sus integrantes. El programa se extendió apenas diez días, entre el 18 y el 28 de enero, pero permitió a más de 13 mil centroamericanos obtener una tarjeta de residente por motivos humanitarios.
Este cambio en la política migratoria enfadó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien empezó a lanzar mensajes amenazantes contra López Obrador. Al mismo tiempo, en la frontera norte comenzaba el programa “Remain in Mexico”, por el que solicitantes de asilo en Estados Unidos eran obligados a esperar en México su cita con el juez. Cerca de 60 mil solicitantes de refugio fueron devueltos durante 2019.
A partir de entonces se registró un giro en el discurso del gobierno mexicano hacia las caravanas, hasta el punto que López Obrador llegó a asegurar que eran los “coyotes” los que organizaban las marchas hacia el norte.
El 7 de junio de 2019, México y Estados Unidos firmaron un acuerdo por el que López Obrador se comprometió a endurecer el control migratorio a cambio de que Washington no impusiese aranceles a las exportaciones. Esto implicó la militarización de la frontera sur a través de la Guardia Nacional y el incremento en el número de extranjeros detenidos por permanecer en situación irregular.
Si en 2018 fueron 131 mil 445 los presentados ante las autoridades migratorias, esta cifra se disparó en 2019 hasta los 179 mil 335 a falta de contabilizar el mes de diciembre.