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El caso de Ana María: Lo que pasa cuando una Fiscalía considera desaparecido al presunto asesino
El caso de Ana María: Lo que pasa cuando una Fiscalía considera desaparecido al presunto asesino
Fotos: Cortesía de la familia de Ana María
14 minutos de lectura

El caso de Ana María: Lo que pasa cuando una Fiscalía considera desaparecido al presunto asesino

28 de enero, 2020
Por: Itxaro Arteta
@iartetam 

Ana María Dehesa Nieves fue asesinada hace casi un año, el 17 de febrero de 2019, todo parece indicar que por su pareja. Fue atropellada con saña y hay pruebas de que él estaba en el lugar. Sin embargo, su familia no ha descansado buscando justicia, ya que denuncia que la investigación ha sido entorpecida por la Procuraduría de Tlaxcala, donde fue encontrado el cuerpo, y por la Fiscalía del Estado de México, que tiene a este hombre en calidad de víctima de desaparición, a pesar de que le han reportado que lo han visto.

El sábado 16 de febrero fue el último día que Mariana vio a su mamá. Ella llevaba cuatro años de relación con su novio, identificado como Y., Últimamente ya tenían peleas que preocupaban a su hija, como en las vacaciones de navidad en Acapulco, por lo que incluso discutieron. Pero ese día se habían reconciliado.

Ana María y él salieron por la noche. Alrededor de las 4:30 de la madrugada, ya del 17, dejaron a una amiga en su casa en Tulantongo, municipio de Texcoco, Edomex, y después de eso se les perdió el rastro.

Aunque no vivían en la misma casa, sino con su abuelo, Ana María veía diario a sus hijos, de 16 y 17 años, iba por ellos a la escuela o los acompañaba a sus actividades y se iba con su pareja cuando llegaba de trabajar. Por eso se sorprendieron cuando ella no llegó a misa y al domingo familiar. Además, ni ella ni su pareja contestaban el teléfono.

Los parientes trataron de tranquilizarlos diciendo que probablemente habría salido de la ciudad, algo común porque es trailero de oficio y a ella siempre le gustó viajar mucho. Pero los chicos estaban seguros de que jamás lo haría sin avisarles, sin darles sus recomendaciones de madre y encargarlos con alguien.

Al cabo de varios días, Mariana le pidió a su abuela, Guadalupe, que fueran a poner una denuncia por desaparición. También se lo sugirió a la mamá. Pero la respuesta fue “por ahí deben de andar los dos”. En el Ministerio Público sufrieron esperas, que les dijeran que en ese momento no era posible atenderlas porque había mucha gente, que volvieran otro día, y terminaron levantando el acta por internet.

Desesperada, la chica subió a sus redes sociales la fotografía de su mamá pidiendo ayuda para buscarla. La publicación tuvo dos efectos: primero, una prima de Y. la llamó para reclamarle por qué hacía eso, si él sí se había comunicado, pidiendo dinero de mala manera. Eso a pesar de que el resto de la familia negó saber de él durante toda la semana.

Lo segundo, ya con el boletín de búsqueda oficial publicado, fue que se comunicó una persona de Apizaco, Tlaxcala, que informó que había sido encontrado un cuerpo que coincidía con la descripción de Ana María.

Un feminicidio registrado primero como accidente y luego como homicidio

Ana María murió el mismo 17 de febrero que no volvió a su casa. Su cuerpo había sido encontrado en Calpulalpan, Tlaxcala, junto a la carretera Arco Norte, muy golpeado. En principio, se apuntó la causa de muerte como atropellamiento.

Pero la necropsia reveló que tenía más de 10 golpes previos y que, además, las huellas de atropellamiento no correspondían al paso de vehículos a alta velocidad, sino a un mismo coche que avanzó y retrocedió varias veces sobre el cuerpo, hasta causarle decenas de heridas que lo dejaron casi irreconocible. Ana María había sido asesinada.

El Código Penal de Tlaxcala enumera en su artículo 229 varias condiciones para que el asesinato de una mujer se considere feminicidio, como que el cadáver quede expuesto en un lugar público, que haya recibido actos crueles o degradantes, o que haya antecedentes de violencia familiar. Por este delito, las penas van de 40 a 70 años de prisión si había relación sentimental entre el agresor y la víctima, castigo superior a los 20 a 50 años que puede ameritar un homicidio calificado.

Pero la carpeta de investigación de Ana María fue abierta por homicidio, no por feminicidio. Una irregularidad que según los abogados que ahora asesoran a los Dehesa Nieves, es común en los estados para tratar de ocultar estos delitos de violencia de género.

Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) muestran que en 2019 solo se abrieron tres carpetas de investigación por feminicidio en el estado, mientras que la Procuraduría informó en agosto que hasta esa fecha solo había siete casos en toda la entidad. En cambio, fuentes alternativas basadas en notas periodísticas, como el Mapa de Feminicidios en México (MFM), muestran más de 20 casos.

Guadalupe, la madre de Ana María, ha hecho lo que las autoridades parece que no por investigar el caso. Fue al lugar donde encontraron a su hija, un parque para tráileres, a preguntar y preguntar, hasta que dio con testigos de la muerte, pero que tienen miedo de hablar.

“Yo me doy a la tarea y me voy a averiguar dónde había quedado mi hija, ahí a la gasolinera, y la gente muy temerosa, los que te cambian la gasolina me decían ‘mire jefa, váyase al bote de basura y haga como que tira algo. Sí vi todo, sí hay una persona que auxilió a su hija. Pero no me voltee a ver’. Entonces yo digo ¿pues dónde estoy, o qué es aquí?”, cuenta en entrevista con Animal Político.

La persona que auxilió a Ana María fue una sexoservidora. Le dijo a Guadalupe que encontró a su hija todavía con vida, pero muy malherida. “Aquí todas mueren atropelladas”, recuerda que le dijo con ironía.

“Te das cuenta que ahí todas las muchachas, y te puedes meter a Noticiero Tlaxcala a verlo, todas ahí aparecen atropelladas: sexoservidoras, muchachas que ya no quieren trabajar. La sexoservidora que habla conmigo me dice ‘yo puedo declarar, señora, pero es que ellos tienen a mi hija’, ‘¿quiénes son ellos?’, ‘no puedo decirle’”.

Como parte de su propia investigación, Guadalupe pudo ver los videos de cámaras de seguridad del lugar. En ellos se ve el coche de Ana María con ella y su novio a bordo. En un momento, él baja, da unos pasos, y cuando va a volver a subir, ella sale corriendo del auto. Se alcanza a ver que él va tras ella, desaparecen del cuadro 45 segundos, y después solo regresa él. Se sube al auto y se va, a las 6:36 de la mañana.

La familia no tiene copia de ese video porque la Procuraduría argumenta que está bajo resguardo, aunque en diciembre pasado la televisora Televisa tuvo acceso a él para usarlo en un reportaje.

Y aunque es evidente que estuvo con Ana María en el lugar en el que murió, no se le está buscando como posible responsable, porque en el Estado de México está considerado un desaparecido.

El posible asesino, un fantasma que ronda a la familia de Ana María

El día en que se enteraron de que apareció el cuerpo de Ana María en Tlaxcala, la familia de Y. fue a levantar un acta en Texcoco por su desaparición, según relata Marimar Dehesa, hermana de la víctima. Y como de él no se encontró ningún cuerpo, a casi un año se mantiene con el estatus de desaparecido.

Sin embargo, las entrevistadas aseguran que lo han visto. Guadalupe no quitaba el dedo del renglón, en septiembre era la sexta vez que iba a Tlaxcala, a tres horas de viaje, a darle seguimiento a la investigación por la muerte de su hija.

“En la plena carretera para Tlaxcala, saliendo de Apizaco, va manejando y me percato de que se empareja un carro y no se mueve, en carril de alto, y le digo ‘¡Es él!’, y ella lo que hace es que baja totalmente la velocidad. Le dije ‘písale que se nos va’, ‘no, espérese’”, cuenta que pasó.

Guadalupe está segura de que era él, e incluso más adelante lo vieron parado y que se les quedaba mirando.

“Yo lo vi y era él. Más delgado sí, más moreno, pero era él”, afirma.

También Mariana, la hija, dice que lo ha visto a él o a su coche, rondándola en donde tiene actividades extracurriculares. Una vez cuando su abuelo iba a recogerla saliendo de clase de natación, ya de noche, se lo cruzó en el camino. En otra ocasión con su hermano, lo vieron en un auto y él se puso la capucha de la sudadera y se trató de esconder.

Pero para las autoridades de ambos estados involucrados en la investigación está desaparecido. Así lo confirmó la Procuraduría de Tlaxcala a Animal Político en una nota informativa enviada sobre el caso.

“Por su parte, la Fiscalía General de Justicia del Estado de México mantiene abierta la Carpeta de Investigación por la desaparición de la pareja sentimental de la víctima, que hasta la fecha continúa como no localizado”, señaló.

De acuerdo con los abogados que asesoran a los Dehesa Nieves, el hecho de que reportaran a Y. como desaparecido fue una estrategia de sus familiares para tener acceso a la carpeta de investigación abierta en Tlaxcala y saber del caso.

Además subrayan que estos encuentros han sido informados formalmente a ambos Ministerios Públicos, pero no han aclarado si el hombre está con vida y sigue en Texcoco.

“Para la Fiscalía del Estado de México, él sigue siendo una víctima, y por lo tanto, no están obligados a investigarlo. Esa es una estrategia legal para evitar generar pruebas a favor de la familia de Ana María que ayuden a esclarecer los hechos, como hacer una inspección en el domicilio de ambos, generar lo que le estamos pidiendo tanto a Texcoco como a Tlaxcala: hoy, 2020, es absurdo que no hayan hecho una búsqueda de GPS de los celulares de ambos. Es una torpeza que raya en la participación de los dos Ministerios Públicos”, comenta el abogado José Gil.

Guadalupe se pregunta cómo la alcanzó en la carretera, si solo los MP de ambos estados sabían que ella iría ese día. Mariana y ella interpretan esas apariciones como una amenaza porque han insistido en buscar justicia para Ana María y han indagado por su cuenta.

Cadena de errores en la investigación

La primera tortura del caso la vivieron los familiares desde que se enteraron que había un cuerpo en Tlaxcala. Dos hermanos fueron apenas amaneció, y aunque iban acompañados por la MP de Texcoco, estuvieron desde las 11 de la mañana hasta las 8 de la noche y nunca los dejaron verla. Les pidieron la descripción, señas particulares, fotografías de Ana María, fotos de su ropa.

Todo coincidía, pero les respondían que el cuerpo estaba muy golpeado, así que no era seguro, y que por protocolo no podían mostrárselos para no hacerles un daño psicológico.

Después les pidieron más pruebas: huellas dactilares que se pusieron a recopilar mandando mensajes de WhatsApp a sus familiares para que buscaran documentos. Con todo eso, en el MP de Tlaxcala accedieron a mostrarles imágenes e incluso una tarjeta que traía entre sus pertenencias de una pastelería de Texcoco, donde vivía.

“Nos salimos mi hermano y yo destrozados, seguros de que era ella”, recuerda Marimar, hermana de la víctima.

Aun así, les dijeron que no podían entregarles el cuerpo hasta que confirmaran el parentesco con una prueba de ADN, para lo cual les sacaron muestras de sangre, pero les advirtieron que el equipo que tenían ahí era obsoleto y tardarían dos semanas. Por fortuna, en Texcoco lograron darles la confirmación de ADN en solo dos días, y al ir a reclamarlo enfrentaron más burocracia porque un funcionario casi extravía, a propósito, la autorización para que se lo llevaran.

El 28 de febrero en la noche, tres días después de enterarse de que estaba ahí y a más de una semana de que había muerto Ana María, sin haberla visto hasta que les autorizaron subirla a la carroza, por fin les entregaron el cuerpo.

El abogado explica que esto fue una irregularidad, ya que los protocolos marcan que una vez que se ha limpiado un cuerpo con signos de violencia, que se ha hecho el inventario de prendas, objetos personales y fotografías de respaldo, el principio es entregarlo lo más pronto posible, y si un familiar pide verlo porque hay indicios suficientes, se le debe permitir. En promedio, asegura, no pasan más de 24 horas para que sea entregado.

Después, la Procuraduría de Tlaxcala se negó a reconocer a Guadalupe, la madre, como ofendida en el caso, así que aunque la han atendido, hasta la fecha no le han dado copia de la carpeta de investigación. Apenas este año le dieron la categoría de ofendida y le nombraron un asesor jurídico público, cuando ella ya había presentado abogados privados.

En octubre, al ver cómo iba el caso, contactaron al despacho que hoy las acompaña. El abogado José Gil asegura que nunca había visto tal obstaculización de un caso. Desde el principio, cuando fue a acreditarse como asesor de la madre de Ana María, no querían recibirle el oficio en el MP de Texcoco. Y en Tlaxcala, cuando le dieron acceso a la carpeta de investigación, descubrió que en ocho meses no había ni una prueba integrada y que prácticamente no se había hecho nada.

“Tenemos interpuesto un amparo para obligar al Ministerio Público a dos cosas: el MP de Tlaxcala se ha negado a entregarle las copias de la carpeta, el argumento es que tiene la carpeta a disposición de las víctimas, como si la señora viviera a 15 minutos, pero vive en otro estado. Otro es que sabedores de que la tecnología hoy lo hace todo, y que tanto Ana María como Y. traían teléfono celular, las declaraciones de quienes los vieron por última vez son coincidentes en que ambos salieron juntos de un lugar y estuvieron juntos todo el tiempo, así que pedimos de manera técnica al MP que solicite al juez de control la geolocalización de esa fecha cuando ocurrieron los eventos a fin de acreditar dónde se encontraban, y el MP nos dice que no es la prueba idónea para poder resolver el caso”, detalla.

La carpeta de investigación del caso Ana María es la C.I.UICALP-2/80/2019, que lleva Martín Hernández Montiel, agente del Ministerio Público de la unidad especializada para la investigación de homicidios dolosos, región norte, adscrito al departamento de investigación del delito, dependiente de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tlaxcala.

Animal Político pidió su versión a la dependencia, que contestó que en ningún momento se les ha negado acceso a la carpeta y proporcionó una nota informativa que asegura que Tlaxcala y Estado de México coadyuvan para esclarecer el homicidio.

“Por razones jurisdiccionales, la Procuraduría de Tlaxcala se hizo cargo del levantamiento del cadáver, por lo que las primeras líneas de investigación del caso establecieron que la hoy occisa presentaba lesiones anteriores al atropellamiento.

Una vez realizados los estudios científicos, el Representante Social solicitó a su homólogo del Estado de México la Carpeta de Investigación correspondiente, la cual ha sido entregada de manera paulatina”, señaló.

De acuerdo con los abogados, ha habido desencuentros entre ambos estados. Por ejemplo, cuando fue encontrado el coche, la MP de Texcoco fue a hacer un peritaje, por lo que la de Apizaco reclamó que no se hubiera coordinado y pidió la entrega de resultados y materiales extraídos, lo cual no ha sucedido hasta la fecha.

Revictimización a la familia y miedo

Además de la falta de investigaciones reales, los familiares de Ana María Dehesa Nieves han sufrido revictimización por parte de las autoridades. No solo con la entrega del cuerpo a sus hermanos, sino cuando Mariana, menor de edad, fue tratar de colaborar con la investigación en Texcoco.

“Cualquier cosa que me pedía le daba: una foto de él, teléfonos de sus familiares, de su coche, yo tenía muchas cosas. Y me dijo ‘borra todo eso porque te estás haciendo daño psicológico’, y le dije ‘por qué, si es evidencia’, me contestó ‘bueno, entonces mándamelo todo a mí y ya luego lo borras’. También a mi hermano, a los dos nos lo dijo en diferentes citas, y él ya dijo ‘no vuelvo a venir’, y desde entonces no ha querido volver a ir. Luego a mí me pidieron el correo de mi mamá, su contraseña, mi correo y mis contraseñas, y yo les dije que ni loca les iba a dar el mío, que era mi privacidad. Porque me preguntaron de cosas que tenía en mi Facebook”, recuerda.

“Después de ahí nos enviaron que porque teníamos que ir al psicólogo, a mi abuela y a mi hermano, los tres juntos. Estaba contando todo, y en eso me interrumpe y me dice ‘¿sabes que tú tuviste la culpa?’, me dijeron ‘¿tú fuiste la que más estuvo conviviendo con ellos y nunca te diste cuenta?, tú pudiste haber evitado que tu mamá esté muerta’. Mi abuela se enojó y nos sacó a los dos”.

Así, los hijos se quedaron sin contención emocional por el asesinato de su madre. Incluso después la psicóloga le dijo a Mariana que ya le habían dado órdenes de no meterse más en el caso, y dejó de recibirla.

Para el abogado, estas actitudes son el colmo de la normalización de la violencia contra las mujeres desde las propias instituciones.

La hermana de Ana María agrega que quisiera que alguien más atendiera a sus sobrinos, pero como viven en Texcoco y la familia de Y. también, tiene miedo de toparse con alguien que lo conozca y que en lugar de ayudarlos pueda hacerles más daño.

“Como tía no sé qué hacer, veo a mis sobrinos y digo necesitan ayuda, si a uno como adulto le cuesta asimilarlo, a ellos les mataron a su mamá, van a salir de la prepa y no va a estar. Ha bajado su rendimiento académico, yo trato pero no es lo mismo… Me cuesta, siento que me voy a volver loca, le hablo y digo ‘ayúdame hermana’, su estilo de vida es muy distinto al mío”.

Mariana reconoce que toda su vida cambió ese 17 de febrero.

“Nuestra vida era muy activa, mi hermano y yo hacíamos muchas cosas, y mi mamá se organizaba. Ahora con mi abuelo no es igual, y decimos que mi mamá nos hace falta, y toda nuestra vida cambia en un abrir y cerrar de ojos”.

Y Guadalupe, la madre, lo único que exige es justicia por el feminicidio de Ana María.

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