Maya Casillas es fundadora de la asociación civil Kaltsilaltik, en Comitán, Chiapas, dedicada a apoyar que se respeten los derechos humanos de los menores de edad que llegan a México huyendo de la violencia en países centroamericanos. Ha oído las historias más crueles de lo que puede llegar a vivir una niña migrante. Por ejemplo, que 6 de cada 10 que cruzan el país, son violadas en el camino.
Por ello, la organización Fondo Semillas, con más de 30 años apoyando mujeres, lanzó la campaña Niñas Que Migran: Protege Su Camino, para visibilizar lo que sufren y financiar apoyos para ellas.
A Casillas hubo un caso que la marcó particularmente. Fue una chica salvadoreña de 12 años, que venía con su familia, en una crisis tan grave, que incluso estaban en riesgo de suicidio ella y su madre.
Una pandilla pretendía reclutar a la fuerza a su hermano. El muchacho se estaba escondiendo para evitarlo, y entonces los pandilleros, al no encontrarlo, se llevaron a la niña. La golpearon, la violaron y la fueron a tirar a la puerta de su casa, con el mensaje de que la familia entera tenía solo esa noche para irse del país, o los iban a matar a todos.
Ni lo pensaron y en medio del dolor de lo que acababa de pasar, emprendieron camino en ese momento. Al adentrarse en Guatemala se perdieron, por lo que les recomendaron contratar a alguien que los guiara hasta México. Eso hicieron, y el hombre al que le pagaron para llevarlos, intentó violar a la niña.
El papá y el hermano lograron evitarlo esta vez, pero nuevamente tuvieron que salir huyendo con la pequeña cargando a cuestas una segunda agresión sexual.
Cuando por fin alcanzaron territorio mexicano, fueron con las autoridades de Migración a pedir ayuda. La primera respuesta, sin embargo, fue meterlos a la estación migratoria de Comitán.
El caso llegó rápido a oídos de la activista, que a pesar de ser casi las 10 de la noche, logró el permiso para entrar a hablar con la familia. La niña estaba sumamente afectada y su salud estaba en riesgo; la madre tenía también una crisis, tan grave, que Casillas alertó de que podría suicidarse si no recibía apoyo psicológico y emocional.
Pasaron cinco días sin que las autoridades hicieran nada, hasta que la asociación civil amenazó con poner una queja. Entonces la solución fue pedirle a Kaltsilaltik que se encargara de girar oficios y hacer gestiones para que la familia saliera de la estación y la chica fuera atendida en un hospital.
Vino uno de los momentos más duros para Casillas: le explicó a la madre que a su hija deberían hacerle una prueba de ELISA, un examen de sangre para detectar el virus de VIH, por si hubiera sido contagiada por los violadores. Aterrada, la mujer no quiso estar presente y le pidió que fuera ella quien acompañar a la niña.
Cuando la chica por fin había recibido atención médica, le advirtieron que para prevenir que si le habían pasado el virus desarrollara SIDA, tendrían que haberle aplicado retrovirales en las primeras 72 horas, pero como ya había pasado ese tiempo, solo quedaba tener esperanzas de que la prueba de ELISA saliera negativa.
Por fortuna, así fue. Aunque hasta los tres años no se considera resultado definitivo. Además de su salud física, la organización Kaltsilaltik se encargó de darles atención psicosocial, estrategia jurídica para pedir refugio y quedarse en México, y apoyo psicológico.
“La madre es la que estaba destrozada. El padre sintiéndose culpable, que porque no protegió a su hija. El hijo también sintiéndose culpable, pensando que porque él se escondió, le pasó eso a su hermana. Entonces en este caso sí tuvimos apoyo psicológico para todos los integrantes de la familia, de manera individual y también de manera grupal, porque era importante que supieran el sentir de cada uno, y también que pudieran escuchar desde su hija lo que les decía, esto fue muy fuerte porque la hija les decía que no era la culpa de ellos. Entonces ese proceso de sanación, desde el alma. Por eso nos marcó mucho este caso”, recuerda en entrevista con Animal Político.
Como esa historia, les ha tocado escuchar cientos con distintas variaciones, asegura Casillas. Tan solo en este año, de enero a agosto atendieron a más de 800 personas migrantes, sobre todo mujeres y niñas, que es en quienes se enfocan, que llegaron a México huyendo de sus países.
Y es que desde hace unos años, el perfil de quienes migran ha cambiado, asegura la activista.
“Lo que está pasando de unos años para acá es la feminización de la migración. Anteriormente se veía que eran hombres los que migraban y por una situación económica, pero a partir de 2014, ya fuerte, empezó a haber un aumento considerable de familias empezando a migrar, y de niñez que está viajando sola”, explica.
“Hemos visto la migración por el sueño americano, pero actualmente no es el sueño americano lo que está haciendo que las personas migren, es una situación de violencia generalizada en el país de origen, en las manos de grupos delictivos, en Honduras, El Salvador, y el sur de Guatemala, que están presenten las pandillas, y en todos los ámbitos y en todos los niveles están las pandillas gobernando y haciendo que las personas estén huyendo del país”.
En 2019, las autoridades migratorias reportan que la cantidad de niñas y niños que llegaron a sus instalaciones fue de 33 mil hasta septiembre, una cifra que representa 130% más que el año pasado, señala Laura García, directora de Fondo Semillas.
Los niños y adolescentes, en general, son reclutados a la fuerza por las pandillas para servirles para ocultar armas, para transportarlas, o para que estén vigilando quién entra, quién sale o quién pasa por algún lugar, por lo que les llaman “reporteros”.
Y a las chicas en particular, las obligan a ser sus “novias” y a tener sexo. Incluso las buscan cuando todavía no tienen la menstruación y no pueden quedar embarazadas.
“Si a un pandillero le gusta una niña, sin importar la edad que tenga, la hace su novia. Pero al hacerlo, no es solo ser novia del pandillero, significa ser novia de toda la pandilla. Sabemos que la función de las mujeres en una pandilla es una función sexual y sabemos también que es una situación de estar trasladando armas a los centros de reclusión, estar entrando también para dar este servicio sexual obligatorio. Y cuando se niegan las chicas, son asesinadas; al quedar embarazadas, si el pandillero ya no le sirve esta niña, esta adolescente, son asesinadas”, relata Casillas.
Por eso es que muchas no ven más opción que salir huyendo de su país, algunas acompañadas de su familia, que decide irse completa, pero otras solas, aun cuando saben que en el camino se arriesgan a ser violadas de todos modos por un delincuente, por un pollero que las traslade o hasta por policías corruptos que a cambio de dejar a los migrantes seguir su camino los extorsionan o se cobran violando a las mujeres.
Kaltsilaltik da apoyo legal a la niñez migrante, para que puedan regularizar su situación legal en México, solicitar el estatus de refugiado, e incluso acudir a la escuela, porque en muchos planteles se niegan a aceptar a extranjeros, ignorando que también tienen derecho a la educación.
Además se da apoyo psicológico, emocional y social a las chicas que llegan afectadas, hacen talleres y actividades. Visitan albergues y estancias migratorias donde están, muchas veces en espera de ser deportadas porque México no les ofrece protección.
Y otra de sus labores fundamentales es dar capacitación a las autoridades migratorias y trabajar con las Procuradurías de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del DIF, sobre cómo garantizar los derechos humanos de los migrantes, priorizar el interés superior de la niñez, elaborar modelos de atención integral para esta población y cumplir con los compromisos de protección internacional firmados.
Para todo eso, la asociación invierte entre 150 y 200 mil pesos al mes. No recibe ni un peso de gobierno, en parte, por congruencia, dice Casillas. Todo lo hace con donaciones y financiamientos, como el que recibió este 2019 de Fondo Semillas, que permitió que por primera vez quienes trabajan ahí cobraran un sueldo, apenas el mínimo, de 3 mil pesos, aun para ella como coordinadora general.
Por ello, la fundación Fondo Semillas decidió hacer una colecta para en 2020 financiar a 10 organizaciones que ya tienen una trayectoria de trabajo con niñas y mujeres migrantes.
“Me gustaría resaltar que hacen un trabajo increíble, que es el trabajo que deberíamos aspirar a ver por parte del gobierno y del Estado mexicano. Estas organizaciones proveen acompañamiento legal a las niñas migrantes, también proveen acompañamiento psicosocial, también dan apoyo humanitario, y ayudan a que las niñas estén resguardadas de bandas criminales que a veces las extorsionan, las secuestran o las violan”, recalca Laura García, directora del Fondo.
La campaña de visibilización del problema y recaudación estará vigente del 7 de noviembre al 18 de diciembre, y se puede donar en su página de internet, dando click aquí.
García subraya que se debe borrar el falso dilema de si hay que apoyar primero a niñas mexicanas y luego a centroamericanas, porque todas tienen el derecho a una vida mejor.
“No se trata de que para mejorar el país unos ganen y otros pierdan. La niñez migrante tiene los mismos derechos que la niñez que está en este país. Al final del día son niñas y niños y merecen estar protegidos. Migrar no es un delito, y si además de eso tomamos en cuenta que son menores de edad, hay que cambiar la pregunta, y más bien decir ¿cómo podemos seguir protegiendo los derechos de las niñas mexicanas, pero también de las niñas que migran y que están pasando por nuestro país?”