La intimidación y la desinformación son las principales armas de los despachos de cobranza para aterrorizar al deudor que se siente en un callejón sin salida. Tampoco nadie anda con la Constitución en la mano como para leerle a su cobrador el último párrafo del artículo 17 que consigna: “Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente civil”. Eso se traduce en deudas de tarjetas de crédito, créditos personales, hipotecarios, entre otros.
Así que a las 12 de la noche, sin poder cerrar los ojos para dormir, ese deudor intimidado comenzará a navegar en Internet en busca de una solución a la llamada que recibió con la advertencia de que en caso de no pagar puede ser encarcelado. Imposible que pierda su libertad. Sin embargo, los usuarios de la banca no son abogados penalistas.
El insomnio llevará a este acreedor a teclear: ¿Cómo salgo del Buró? Entre las opciones encontrará una que le resultará particularmente interesante: las reparadoras de crédito.
Se trata de empresas que venden educación financiera, por decirlo de manera sencilla. Sus honorarios cubren un servicio de asesoría y el diseño de un plan de pagos, así como las gestiones necesarias con bancos y otras instituciones crediticias para acordar un pago por medio de “quita” —en otras palabras, un descuento sobre la deuda—, lo cual quedará registrado ante el Buró. Otra de sus bondades será que tratarán con los despachos de cobranza en nombre del deudor.
Las reparadoras, un negocio legal
Resuelve tu Deuda, reparadora de crédito pionera en México, opera en el país desde hace 10 años. Al cierre de 2019, suma más de 1,000 empleados y ha atendido a más de 200 mil clientes. Se trata de una firma que incluso ha sido reconocida por la Universidad de Stanford, ya que es una empresa que fue ideada por dos de sus egresados, los mexicanos Juan Pablo Zorrilla y Javier Velasquez.
Como estudiantes de un Master of Business Administration (MBA) en esa institución, , Zorrilla y Velásquez pensaron que podrían diseñar una empresa de liquidación de deudas que funcionara para los usuarios de la banca mexicana. Habían estudiado el caso de Freedom Financial Network, una reparadora estadounidense fundada por otros ex alumnos de Stanford.
El caso de Resuelve tu Deuda resultó particularmente atractivo para la universidad, pues los mexicanos lograron trasladar a una economía emergente el concepto de las reparadoras de crédito que funciona en los países desarrollados. Con el título “Resuelve in 2018: Fintech in Emerging Markets”, Stanford documenta la historia como un caso que “tropicalizó un modelo de negocio” de manera exitosa.
Al igual que ocurrió con Freedom Financial Network, Resuelve tu Deuda también se ha enfrentado con las complejidades de un negocio en rápido crecimiento y que en el caso concreto de México aún no ha sido incluido en el marco jurídico vigente, explica Juan Pablo Zorrilla, director de la reparadora de crédito.
“Actualmente, las firmas más confiables en este sector se rigen bajo un modelo de autorregulación. Adoptando las mejores prácticas de la industria en diferentes partes del mundo. El sector de reparación de crédito en México está dando un paso adelante y haciéndose notar a nivel internacional”, comenta el directivo, en referencia a que Resuelve tu Deuda recibió el reconocimiento del buró de empresas globales Better Business Bureau (BBB) por cumplir con estándares óptimos de honestidad, confianza y prestigio.
La BBB tiene un convenio con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) para promover la adopción de mejores prácticas, así como el diseño de mecanismos de autorregulación para que los proveedores conozcan y respeten los derechos de los consumidores.
Profeco define a las reparadoras de crédito como firmas que brindan asesoría legal y financiera. En su sitio explica que se trata de empresas con un modelo propio de negocio, lo que implica que no están reguladas por las autoridades financieras. Esto es que antes de contratarlas, los usuarios deben tener claro que son firmas que deben estar legalmente constituidas y que cobrarán por sus servicios.
“Las reparadoras formales explicarán a sus clientes que su intervención inicia cuando como deudores se encuentran en situación de impago. Deben informarles que en caso de decidir contratar sus servicios, les ayudarán a desarrollar un esquema de ahorro que les permitirá negociar con el banco o la firma de cobranza el monto a liquidar”, agrega Zorrilla.
La vida más allá del Buró
A simple vista “estar en el Buró de Crédito” parece negativo. No es así. La información de todo aquel que haya gestionado una cualquier tipo de crédito con una institución bancaria o financiera y la haya pagado puntualmente o no, seguro está en el Buró con la respectiva calificación positiva o negativa.
Irene Flores, editora de educación financiera de la plataforma Coru.com, explica que ante una situación de impago, lo que hacen los expertos de una reparadora de crédito es llegar a un acuerdo de “quita”, esto es un convenio en el que el deudor se compromete a pagar un porcentaje menor al que solicitó y el acreedor aceptará recuperar al menos una parte de lo prestado.
“En este caso las entidades bancarias o financieras aplican el dicho popular: ‘De lo perdido lo que aparezca’. No obstante, no hay que perder de vista que se trata de una solución de última instancia que sí tendrá repercusiones en el historial crediticio de la persona que solicita la quita”, abunda.
La recomendación básica es identificar qué tipo de solución conviene más a la situación financiera actual de cada quien y, sin duda, la orientación de un asesor financiero resulta invaluable para volver a ser sujeto de crédito.
Flores explica que estar en una situación de impago tampoco es el fin del mundo. “Es relativamente común en las épocas de grandes gastos, como ocurre al cierre o al inicio de año, cuando se acumulan nuevas deudas a las que ya se venían pagando. Una ventaja de acercarse con los asesores de las reparadoras es que también ofrecen a sus clientes educación financiera para lograr su ahorro y recomendaciones para aprender a ser sujetos de crédito nuevamente”, comenta.
Aún estando en Buró con una marca negativa o en periodo de espera mientras se borra la “quita”, advierte Flores, los consumidores tienen otras opciones para solicitar créditos. Por ejemplo, en el caso del financiamiento de un coche puede solicitarlo de manera mancomunada con su pareja —que no debe estar en Buró— o incluso pedir algún préstamo personal a su empleador.
“En caso de acceder a un préstamo que aparentemente no revisa el Buró o que se otorga con muy pocos requisitos, hay que revisar fundamentalmente dos cosas: que no se trate de un fraude y que, de ser real, las condiciones de pago no sean excesivamente desventajosas para quien lo pide”, aconseja la especialista de Coru.
El ABC de las reparadoras
Si está en búsqueda de una opción para liquidar un crédito que ya lo llevó al Buró, tal vez se ha preguntado ¿por qué tienen mala fama las reparadoras de deudas? Especialmente cuando son una opción bastante viable para salir del bache. Se trata de empresas con un modelo de negocio basado en el ahorro del cliente y en su rehabilitación financiera para que salde sus deudas y mejore su historial crediticio. ¿Entonces qué es lo que genera desconfianza?
La respuesta se distribuye en tres causas: la desinformación, la falta de un marco legal y la presencia de firmas informales. Gustavo Fuentes, analista bursátil y en manejo de finanzas personales, explica que se trata de un caldo de cultivo en el que la Condusef ha trabajado para informar a los acreedores sobre qué tipo de servicios deben encontrar en las reparadoras de crédito, en caso de que quieran contratar a una.
“Al no existir un marco jurídico, se pueden prestar a fraudes, engaños y situaciones que puedan ser mucho más decepcionantes para el acreedor. Sin duda hay un par de empresas en México que están haciendo lo correcto, pero la falta de regulación puede generar incertidumbre para todos”, dice Fuentes.
Así que las advertencias sobre posibles fraudes no apuntan hacia las compañías legalmente constituidas y confiables, sino hacia las firmas informales que incluso piden dinero en efectivo o depósito a una cuenta personal. Cuando no existe prerrequisitos básicos como la firma de un contrato con cláusulas claras, lo más probable es que se trate de una estafa.
“Cuando una persona decide contratar a una reparadora debe verificar que tengan casos de éxito con personas reales, que no haya letras chiquitas en los contratos y que no los obliguen a firmar cláusulas extraordinarias”, agrega Fuentes.
Quienes contraten los servicios de una reparadora deberán tener claro que se trata de empresas que cobran honorarios por sus gestiones de asesoría financiera que incluyen la negociación con los bancos y otras instituciones. Además son una alternativa para aprender a manejar las llamadas de los despachos de cobranza, obtener información puntual que da tranquilidad a los deudores e identificar las acciones para que los deudores vuelvan a ser sujetos de crédito.