Esta es la historia de “María”, de 19 años. Fue violada por un compañero de la universidad tras una fiesta. Y después de esa experiencia traumática, tuvo que pasar por otra igual de difícil: tratar de denunciarlo legalmente.
Oficinas cerradas, sin el personal ni los servicios que debían darle, con la justificación de que así es en fin de semana, interrogatorios que la intimidaron y muchas horas de espera… Un camino lleno de obstáculos que hace difícil llegar hasta el final. Además, el ministerio público abrió su carpeta de investigación por el delito de “abuso sexual” y no por “violación”, lo que implica penas menores y que no se investigue de oficio.
Su caso ilustra la revictimización por la que pasan las mujeres que se atreven a denunciar la violencia sexual. El nombre de María y todos los involucrados fueron cambiados por confidencialidad.
4 am, sábado 19 de octubre de 2019
María despertó sintiendo alguien que se movía encima de ella. Vio que era Christian, el compañero que había puesto su casa para una reunión de amigos de la universidad, y le pidió que se quitara, le dijo que ella no quería eso. Entonces se dio cuenta de que traía bajados los pantalones y la ropa interior, y que él tampoco traía nada debajo de la playera.
Todavía confundida, lo vio vestirse y salir del cuarto mientras su mejor amiga entraba. No recordaba cómo llegó hasta esa cama. La última imagen en su mente era todavía en el jardín, donde varios amigos habían estado bebiendo cervezas y cubas. Ella no suele tomar mucho, así que no entiende cómo pudo perder el conocimiento.
Ya solas su amiga y ella, desconcertadas, se durmieron hasta que amaneciera. El plan había sido que las dos chicas que iban a quedarse en la casa dormirían en el cuarto del anfitrión, mientras los chicos usarían los sillones de la sala. Hasta que Christian entró a la habitación, se acostó al lado de María y empezó a besarla, de acuerdo con el relato de Beca, que no entendió qué estaba pasando y se salió, con la duda de si ambos querían estar solos. Con la inquietud, fue a hablar con otro amigo, que dijo que mejor subieran porque eso no parecía estar bien.
9 am
María y Beca se fueron a la universidad porque tenían una actividad de fin de semana. Estudian Arquitectura en la UNAM. Entonces empezaron a hacer el recuento de la noche: Beca le contó que había perdido el control e incluso la tuvieron que subir cargando a la habitación. Otro amigo dijo que sí se besó con Christian durante la fiesta. Pero ella no recordaba nada.
A pesar de la confusión, de la angustia, procesando lo que había pasado y después de hablarlo por teléfono con su hermana llegó a una conclusión: había sido violada. Y como tal, quería denunciar.
Su hermana fue a recogerla y, con la misma ropa, sin bañarse, empezaron una ruta que no sabían que sería un calvario, que vuelve casi imposible llegar hasta el final.
12 pm
El primer lugar a donde fueron a intentar denunciar fue la alcaldía Benito Juárez. Ahí les dijeron que tenían que ir a una agencia del Ministerio Público especializada en Delitos Sexuales y les recomendaron la número 2, en la colonia Progreso, alcaldía Álvaro Obregón.
Pero al llegar ahí se encontraron con que está fuera de servicio por remodelación. No lo sabía quien las envió ahí, y quien las atendió primero no sabía a dónde más enviarlas. Después de preguntar en otra ventanilla, les sugirieron cruzar toda la ciudad a una agencia que está en Canal Nacional, en los límites entre Coyoacán, Iztapalapa y Xochimilco.
Con la primera mala experiencia, probaron a buscar en internet las otras cinco Agencias de Delitos Sexuales que hay y llamar por teléfono, pero en dos ni siquiera contestaron, en otra les dijeron que por el momento tampoco podrían recibir su denuncia… y otro número general las envió también a Canal Nacional, por lo que era la única opción real.
4 pm
Por fin, María había llegado a un lugar en el que podía empezar el proceso legal contra el hombre que la agredió sexualmente en la madrugada.
Pero desde el principio le advirtieron que, como era fin de semana, solo había una psicóloga y estaba ocupada en ese momento, así que tendría que esperar; no había perito médico para evaluarla, ni laboratorio para hacerle exámenes de sustancias tóxicas; y si quería un abogado de oficio, tendría que esperar como tres horas en lo que conseguían a uno que quisiera ir en sábado.
María quería seguir adelante, así que aceptó empezar sin abogado. Aunque en la declaración que le dieron a firmar dice que estuvo asistida por una asesora jurídica, aunque ella hizo sola sus declaraciones y nadie le explicó por qué abrirían su carpeta como abuso sexual y no como violación.
La primera licenciada que la había recibido la interrogó sobre qué había pasado, cómo, dónde, a qué hora, si estaba segura. Salió de ahí y pasó con otra mujer que le volvió a hacer las mismas preguntas. Qué había pasado. Cómo. Dónde. A qué hora. Y si estaba segura.
Ella empezaba a sentirse dudosa. Le advertían que tenía que ser muy sincera, cuando ni siquiera se le había ocurrido no serlo. Le decían que tenía que hacer su mayor esfuerzo por recordar, cuando ella sufría justamente por haber estado inconsciente hasta que despertó con Christian encima de su cuerpo.
En un momento en el que estaba en una sala esperando, entró la segunda licenciada con otra mujer y se pusieron a hablar de un caso que esperaba afuera: una niña, de unos 8 años, que era violada por su papá.
María se horrorizó. Le pareció que esa conversación era para hacerla sentir que había otros casos muchos más graves, que lo suyo podría ser “una babosada”.
“No sé por qué estaban contando eso enfrente de mí, me parece que debería haber cierta confidencialidad, por lo menos frente a otras personas, que platiquen frente a alguien que está con otro caso. Y no sé si lo hicieron por eso, pero yo lo sentí como que ‘tú estás aquí por una babosada cuando a otros les está pasando algo peor’…”, contó en entrevista con Animal Político.
7 pm
Después de esos dos interrogatorios iniciales, por fin pasó con el policía de investigación que se encargaría de su caso. Esta vez, un hombre. Y fue quien más incómoda, incluso acosada la hizo sentir.
“Me pidió la dirección donde pasó todo, que no me la sabía bien y le pregunté a mis amigos. Y me dijo: ‘es que yo necesito que me digas las cosas bien porque esto no es un juego, y a partir de esto es probable que él vaya a la cárcel; yo voy a ir a su casa, lo voy a interrogar, y van a estar sus papás…’ Y fue estresante, digo, yo ya sabía para qué estaba ahí, no necesitaba que me lo recalcara, y me empezó a decir un buen de cosas que me llenaban de dudas. Recuerdo que me dijo: ‘esto es un proceso muy serio, nosotros no dejamos así las cosas, y él a sus 19 años se va a la cárcel…’ Eso te deja pensando, lo de que a sus 19 años se va a la cárcel”.
Aunque es justamente lo que dice la ley que tiene que hacerse con un agresor sexual: de 6 a 17 años de prisión por una violación y de uno a seis años si se tipifica como abuso sexual, que son tocamientos o actos sexuales que no incluyen penetración.
La hermana de María recuerda que cada vez que la veía después de haber sido interrogada salía con más dudas, más confundida y angustiada, pensando que quizá era mejor ya no seguir adelante.
Después de haber sido cuestionada tres veces, por fin pasó con una psicóloga. Al principio le habían explicado que tendría que hacerle una valoración del daño que le había causado la agresión, pero su decepción fue que le volvió a hacer las mismas preguntas, sin contención emocional, sin un trato distinto.
“Por lo menos tú esperas como que tenga un poquito más de tacto, alguien que es psicóloga. Pero fue exactamente lo mismo: cuéntame todo, cómo pasó; también estárselo contando y esperando que ella escribiera.
”No me preguntó ni cómo me sentía con lo que había sucedido. Solo fue un interrogatorio más”, recuerda María decepcionada.
9:30 pm
Casi 16 horas después de ocurrido el ataque, 10 de su primer intento por denunciar y cinco horas de interrogatorios, María salió de la agencia especializada con la instrucción de ir al menos a otros tres sitios a seguir los trámites y con cinco oficios en las manos, de los que Animal Político posee copia.
Uno para ir a la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en Iztapalapa, en el Barrio de San Lucas, a someterse a exámenes médicos de “integridad física y lesiones; estado psicofísico; ginecológico; proctológico; toma de muestras (cavidad vaginal y anal en su caso prendas); peso; talla y mecánica de lesiones (en su caso)”.
Otro, dirigido al coordinador general de servicios periciales, para pruebas químicas de laboratorio “para la identificación y cuantificación de alcohol, así como para la identificación de metabolitos provenientes del consumo de drogas, abuso de solventes, respecto de la muestra de orina que se le recabe a la víctima”.
Y otro dirigido a la subdirectora del área de asesores jurídicos públicos, con domicilio en la colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc, que decía: “solicitar a usted le sea entregado KIT DE EMERGENCIA a la víctima”. Es decir, la píldora para evitar un posible embarazo.
Además, María tenía en las manos otros dos oficios: para acudir a la Clínica Condesa, en la colonia de ese nombre en la Cuauhtémoc, “para asistencia para la prevención, detección y tratamiento de enfermedades venéreas, examen VIH/SIDA” y para el centro de terapia de apoyo a víctimas de delitos sexuales, en la Colonia del Valle, alcaldía Benito Juárez. Todo un recorrido por la ciudad.
No pudo más. Estaba agotada, se sentía sucia, con la misma ropa y sin bañarse, después de horas de tensión tratando de procesar lo que había pasado, confundida, con sentimientos de culpa, y horas de interrogatorios que la intimidaron. Pidió irse a casa y sus familiares estuvieron de acuerdo en no exponerla más.
María ni siquiera ha querido contarle a sus papás lo que le hicieron, preocupada por la angustia que les va a generar. Entre su hermana y su prima se ocuparon de conseguirle una píldora del día siguiente, y buscarle terapia psicológica para que pudiera empezar a salir adelante con el trauma que le quedó de ese sábado.
El chico que la violó la ha estado evadiendo cuando se encuentran en la escuela, y sus amigos la protegen de que no esté sola y pueda toparse con él.
En un mes, no ha recibido ninguna comunicación del Ministerio Público, ni ha sabido que busquen a su agresor para interrogarlo, ni a otros asistentes a la fiesta para investigar lo que pasó.
“Pero eso sí, en todos los lugares a los que íbamos nos preguntaban datos, como para poner registro de que atendieron a alguien ellos”, recordó en la entrevista. “Todas al final me hacían firmar o me pasaban como una encuesta de que mi servicio fue bueno, y lo que te gustó y no te gustó”.
Animal Político pidió al área de Comunicación Social de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México explicar la situación en las agencias especiales para Delitos Sexuales y el tratamiento a los casos como el de María, pero una semana después, aún no había respuesta.
También llamó a uno de los teléfonos que aparece en internet como de la agencia de la alcaldía Álvaro Obregón, pero en realidad era la de Coyoacán a la que acudió la víctima de esta historia. La persona que contestó señaló que la otra agencia lleva más de un mes en remodelación, y al preguntar cuál es el proceso para denunciar una agresión sexual, reconoció que se tiene que pasar por todo lo que pasó María.
“Sí es un poquito tardado, porque tiene que venir la persona a declaración, tiene que pasar a valoración médica, una valoración con psicólogo, una entrevista con policía de investigación, y hacer el retrato hablado de la persona, o si tiene fotografía presenta la fotografía. Pero entre todas esas diligencias aproximadamente se tardan unas cinco o seis horas. Dependiendo que sí se cuente con médico y se le haga la valoración en la misma agencia; si no, la canalizarían a otra agencia”, señaló.
—¿No es todo en el mismo lugar? —, se cuestionó a quien da informes.
“Si hay médico en el momento en que ella denuncia sí, pero si no hay médico y se requiere un examen ginecológico y proctológico se manda a otra agencia. Es que a veces nada más tenemos en la mañana, en la tarde ya no hay, o están de vacaciones, están en curso, entonces sí sufrimos a veces por el personal”.
En la Ciudad de México se han abierto 3 mil 064 carpetas de investigación por abuso sexual en lo que va de este año (cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública actualizadas hasta septiembre) y mil 062 investigaciones por violación. Unas 458 al mes, más de 15 al día, con estos procedimientos.