En las 200 fotografías que, se calcula, hay de Emiliano Zapata lo habíamos visto en muchos escenarios y poses diferentes: montado en un majestuoso caballo, vestido impecable de charro con un gran sombrero y su pañuelo anudado al cuello, empuñando un rifle y portando la canana revolucionaria repleta de balas, sentado junto a Pancho Villa tras su entrada al Distrito Federal, posando junto a su hermano Eufemio.
Pero en ninguna de estas imágenes el llamado Caudillo del Sur abandonó ni su inmortal mostacho frondoso, ni tampoco el gesto serio y solemne con el que miraba a la cámara que lo retrataba para la posteridad.
Sin embargo, de entre la colección de imágenes existen dos en las que se puede apreciar una faceta muy poco conocida del líder revolucionario. Sí, Emiliano Zapata… también sonreía.
Así lo atestigua la siguiente fotografía que fue tomada en la actual estación de San Lázaro, en diciembre de 1914, cuando Pacho Villa y Zapata tomaron la Ciudad de México:
Esta imagen fue publicada en el libro ‘México: Fotografia y Revolución’, de Miguel Ángel Berumen. //Foto: facilitada por Édgar ZapataOtra imagen poco conocida es la de un Zapata sonriente y relajado con una cerveza Azteca en la mano. Esta foto fue publicada por el Archivo Casasola en la época revolucionaria de 1914, en Morelos.
Sobre la publicación de las dos fotografías, Édgar Castro Zapata, bisnieto de Emiliano Zapata, historiador y encargado de dirigir, en Morelos, la Fundación Zapata y el movimiento Herederos de la Revolución, concluyó que los fotógrafos Casasola y Garduño “quisieron humanizar la imagen de Zapata frente a la fuerte publicidad anti-zapatista de los periódicos del gobierno como el Diario del Hogar y El Imparcial”.
Nota del editor: Esta nota fue publicada original