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Conflicto por el pepino de mar golpea a la pesca en el poblado de San Felipe, Yucatán
Conflicto por el pepino de mar golpea a la pesca en el poblado de San Felipe, Yucatán
Foto: Alberto Pradilla
5 minutos de lectura

Conflicto por el pepino de mar golpea a la pesca en el poblado de San Felipe, Yucatán

25 de septiembre, 2019
Por: Alberto Pradilla
@albertopradilla 

En San Felipe, Yucatán, municipio de 2,000 habitantes pegado a Quintana Roo, llevan al menos cuatro años en un conflicto por el tema de la pesca de pepinos de mar.

Por un lado, los pescadores de las cooperativas, que trabajan en la zona desde hace décadas. Por otro, los furtivos. Su presencia, de acuerdo con el presidente de la Federación de Cooperativas de Oriente, Pastor Contreras Áviles, se multiplicó desde hace cinco años, cuando la explotación del pepino de mar se generalizó.

El pepino de mar es un animal que vive en el fondo, especialmente en los arrecifes coralinos, y se arrastra ayudado por pequeños tentáculos.

Hasta hace una década nadie le prestaba atención en México. Pero llegaron los clientes asiáticos, que aseguran que este bicho alargado, como una lombriz gorda, tiene propiedades afrodisíacas, y arrasaron con el mercado, de acuerdo con Alicia Poot, investigadora del Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura (Inapesca), un organismo dependiente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) que se encarga de dirigir, coordinar y orientar la investigación científica y tecnológica en materia de pesca en México.

Los precios se dispararon.

Un pescador puede recibir entre 90 y 120 pesos el kilo. Pero a este animal se le conoce como “oro marino” y su factura se multiplica a lo largo del trayecto. Un kilo en primer cocimiento puede costar 800 pesos. Un kilo seco de primera calidad, entre 3 mil y 4 mil pesos. El I. Badonotius, la especie que se permite pescar en México, llega a costar 400 dólares por kilo en Hong Kong, de acuerdo con la investigadora Alicia Poot.

La llegada de los compradores asiáticos desató la fiebre del pepino marino. En menos de ocho años la pescadería estaba prácticamente agotada, coinciden por separado Pastor Contreras y Alicia Poot.

Entérate: Pesca ilegal ‘agota’ el pulpo, el mero y el pepino marino en Yucatán

“Nuestras temporadas fueron excelentes hasta que se metieron los furtivos. Fue algo devastador. La gente está desesperada”. Pastor Contreras Avilés es el presidente Federación de Cooperativas de Oriente. Nieto de pescador. Hijo de pescador. Padre de una mujer casada con un pescador.

Contreras explica que en las cooperativas hay unos 800 pescadores asociados, a los que se suman los que esperan turno para ser cooperativista. Que la organización gremial es antigua en San Felipe y que son los propios trabajadores los que protegen sus cuatro puertos: San Felipe, Ría de Lagartos, Colorada y El Cuyo.

Conscientes de que la explotación había provocado que el pepino casi desapareciese, el año pasado mantuvieron una veda total. Y la protección tuvo éxito. “A través de Inapesca se hicieron los estudios. Vieron que había volúmenes muy altos de pepino. Pero estos cabrones se lo han llevado todo”, denuncia.

Según Contreras Avilés, en cuanto Inapesca anunció que habría pepinos este año los furtivos tomaron la costa. “Lo pescaban las 24 horas del día, venían en turnos de día y de noche”, denuncia. El pescador asegura que han intentado hablar con Conapesca y con toda institución que tenga responsabilidad sobre el mar en Yucatán. Pero no han obtenido respuesta favorable.

Entre 2014 y 2018 se pescaron 5,736 toneladas de pepino de mar, por un valor de 178,86 millones de pesos, según datos de Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), el órgano oficial mexicano encargado de la política publica en materia pesquera.

Esta producción se realizó únicamente en los 15 días anuales en los que se permite esta captura. Sin embargo, Alicia Poot, investigadora de Inapesca especializada en esta especie considera que la cifra pudiera ser hasta tres veces mayor porque los pescadores no registran todo lo que capturan.

El almirante Héctor Alberto Mucharraz, responsable de inspecciones de Conapesca, reconoce que apenas tiene efectivos para desarrollar su trabajo: cuatro agentes para todo el litoral yucateco, con más de un centenar de municipios y al menos 10,000 pescadores activos.

Animal Político preguntó también a la Secretaría de Marina y a la Fiscalía General de la República, sin obtener respuesta.

Un ataque con un motor y un pescador sin brazo

La historia del furtivismo no es nueva en San Felipe. Tampoco la de la organización gremial que protege la costa. Su evolución muestra hasta qué punto el crimen llega a imponer sus normas. En un primer momento, los pescadores hacían rondas para vigilar las vedas e impedir el acceso a los furtivos. Pero estos se sofisticaron, se armaron y ganaron la partida a humildes pescadores, que han seguido dando la batalla en condiciones desiguales.

El punto álgido del conflicto tuvo lugar hace cuatro años. Hasta entonces se hacían rondas de 50 lanchas para vigilar los márgenes del territorio, que San Felipe comparte con Tzilan del Bravo, al oeste, y el estado de Quintana Roo, al este.

“Nuestro sistema de vigilancia era ir 50 lanchas juntas, agarrar al furtivo y entregarlo a la autoridad. Pero ellos le devolvían todo”, se queja Pastor Contreras.

Entonces cambió el tipo de pescador ilegal. Si antes eran vecinos de municipios colindantes que se colaban para apropiarse de lo que San Felipe había protegido, ahora eran trabajadores contratados por grandes empresarios. Algunos de ellos, dice Contreras Avilés, armados. Entonces, todo se descontroló.

Geovanni, uno de los agremiados de San Felipe, perdió un brazo al ser atacado con un motor. Alguien también recibió un balazo en el pecho. Se multiplicaron los ataques contra lanchas clandestinas, que aparecían quemadas, recordó el presidente de la Cooperativa.

“Desde entonces dejamos de hacer acciones de vigilancia. Nos entró el miedo. Ahora hay entre 600 y 700 furtivos”, lamenta. “Ya no eran solo pescadores, era otro tipo de delincuencia. Había una mafia involucrada. Había armas y nos dio miedo”, afirma. “Los furtivos nos han superado”, certifica.

El problema, dice el pescador, es que la autoridad no hace nada. Asegura que han entregado listados con nombres, apellidos, lanchas, matrículas y, sobre todo, compradores. Ninguno fue arrestado.

“Constantemente la gente se queja y viene a denunciar, aunque nosotros no somos la autoridad”, dice Alicia Poot, investigadora de Inapesca.

Cita como “puntos negros” Tzilan del Bravo, San Felipe, Celestún. Según explica, la veda total implementada este año con acuerdo de los permisionarios facilitó la recuperación del producto. Pero esta se ve afectada por la pesca ilegal. “Todos los esfuerzos se van a la basura. Es muy grave”, dice.

Explica Contreras Avilés que el precio del pepino de mar se ha multiplicado por seis. Así que los furtivos encuentran una buena excusa para seguir actuando. El pescador considera que perseguir las lanchas sería un trabajo demasiado costoso. “Si hay 700 furtivos necesitarías una flota de 700 lanchas para perseguirles”, dice.

En su opinión, las autoridades deben actuar contra los empresarios que compran y distribuyen el producto. Dice el pescador que todo el mundo sabe quiénes son, que es “un secreto a voces”. Y, sin embargo, siguen impunes.

Contreras Avilés habla en nombre de cientos de pescadores que creen que la depredación puede terminar con su forma de vida. Dice haber hablado con toda autoridad que quiso escucharles. Pero que nadie hizo nada. Y advierte: “si no actúan ahora tendrán que hacerlo cuando haya 11,000 pescadores pobres sin trabajo”.

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Imagen BBC