“No podían salir, la gente estaba desesperada intentando abrir la puerta de emergencia, pero no podían. Y algunos ya se estaban asfixiando”.
Es el relato de Daniel “V”, vigilante del centro nocturno El Caballo Blanco, ubicado en Coatzacoalcos, Veracruz, ciudad que fue el escenario de una nueva masacre en México, cuando la noche del martes al menos 28 personas murieron, 11 de ellas mujeres, y otras 8 personas sufrieron heridas graves.
Se trató de un multihomicidio ejecutado por al menos cuatro sujetos armados, y en el que las víctimas fueron encerradas en el local, mientras se le prendía fuego al establecimiento usando gasolina.
Es el ataque de este tipo con el mayor saldo de vidas perdidas de las últimas dos décadas, solo superado por el incendio del Casino Royale, en 2011, que dejó 52 muertos.
Este hecho se dio mientras México padece un 2019 con índices de violencia homicida nunca antes registrados. En el caso específico de Coatzacoalcos, ciudad que alberga uno de los puertos más importantes del país, se han duplicado los robos con violencia a negocios, respecto al año pasado, y en apenas mes y medio se registraron al menos cuatro ataques e incendios, en lugares localizados a unas calles del bar El Caballo Blanco.
¿Cómo fue el incendio? ¿Quiénes serían los responsables y cuáles las causas? ¿Quiénes eran las personas que murieron? ¿Qué relación podría tener este caso con la desaparición de dos jóvenes, presuntamente a manos de policías?
A continuación Animal Político aborda estos puntos clave, a partir de los primeros datos y declaraciones recabadas por autoridades, en un caso que en un inicio solo era investigado por la Fiscalía de Veracruz, aunque después la Fiscalía General atrajo la investigación, movilizando a sus agentes y peritos.
Los hechos ocurrieron en el establecimiento denominado El Caballo Blanco, un centro nocturno ubicado en el número 1408 de la calle Roman Marín, en la colonia Palma Sola, la cual se encuentra ubicada en la zona nororiente de la ciudad.
A unos cuantos pasos de donde ocurrió el ataque en el bar hay una clínica del IMSS. Y a solo cinco cuadras hacia el sur se encuentra una base de la Policía Naval. Según una fuente consultada, que vive en la zona, en el perímetro donde ocurrió el hecho violento siempre hay una afluencia importante de personas, incluyendo a trabajadores de Pemex, que ahí abordan y descienden de transportes.
De acuerdo con la narración recabada por agentes ministeriales y hecha por Daniel, uno de los guardias cuya identidad completa se omite, el ataque inició faltando unos 10 minutos para las 10 de la noche del martes 27 de agosto, es decir, dos horas después de que el sitio había abierto sus puertas.
Daniel relata que cuando se disponía a salir un momento de su puesto cerca de la entrada, para ir a cenar junto con su esposa (trabajadora también del local), se percató por el espejo de seguridad de la puerta de un forcejeo, y fue a ver qué ocurría.
“Salgo y veo que unos tipos tenían a mi compañero sometido en el suelo. A mí me apuntaron con una pistola tipo escuadra desde fuera, me empujaron por la puerta corrediza hacia el suelo cayendo yo adentro. Me dijeron que así me quedara y no me moviera”, explicó el testigo.
Después de eso, continuó, los agresores dispararon en cuatro o cinco ocasiones, para que las personas que se encontraban adentro se tiraran al suelo.
Aunque él estaba en el piso pudo apreciar cómo los atacantes comenzaron a vaciar una especie de garrafa con gasolina en el área de la barra.
Transcurrió aproximadamente un minuto, en el que no escuchó que sucediera algo. Pero luego hubo tres detonaciones, y el sonido de un “flamazo”.
Aunque seguían boca abajo y no sabían si los agresores se habían ido ya, todos comenzaron a levantarse por el calor que sintieron.
Daniel buscó a su esposa y, como conocía al lugar, se dirigió directamente a la puerta de emergencia, mientras la mayor parte de los clientes intentaban irse inútilmente por la puerta principal.
El humo rápidamente se volvió intenso.
“No podían salir, la gente estaba desesperada intentando abrir la puerta de emergencia, pero no podía. Y algunos ya se estaban asfixiando por el humo. Nosotros llegamos a empujar y sí pudimos abrirla y escapar”, señaló a los agentes.
Cuestionado por la autoridad sobre si podía identificar a los agresores, dijo que por lo rápido que ocurrió todo no, o al menos no de momento. Pero sí relató que vestían ropa oscura y todos estaban armados, uno de ellos al parecer con un rifle.
Daniel precisó que aunque él y su compañero eran responsables de la seguridad en el bar, no contaban con armas de fuego.
De acuerdo con la Fiscalía del Estado, esta narración corresponde en varios de los detalles centrales con la de otros testigos. Sin embargo, señalaron que serán los peritajes en criminalística y explosivos los que determinen con precisión cómo es que el incendio fue provocado, en qué punto inició y como se propagó.
El saldo de personas fallecidas hasta el momento es de 29 en total, de los cuales 12 son mujeres y 17 hombres.
Si bien varios de los cuerpos presentaban quemaduras hasta en 90% de la piel, las necropsias han concluido en la mayoría de los casos que murieron antes por asfixia, al inhalar el humo provocado por el fuego en un espacio estrecho y cerrado.
Los peritajes de identificación de las victimas continuaban hasta la noche del miércoles, en los servicios forenses, pero ya se había logrado identificar a 27 de las víctimas, entre las que se encuentran dos ciudadanos filipinos.
Los mexicanos fallecidos son: Antonio de Jesús Pola Sandate, Israel Morales Lopez, María del Carmen Segovia Padua, Marco Antonio López Garcia, Xóchitl Nayeli Irineo Gomez , Ulises Ramos Jimenez, Osuky Rodríguez Pacheco, Felipe Daniel Cortés Avalos, Pedro Cruz Vázquez, Oscar Pérez Soto, Habib Ojeda Sierra.
También Pedro Ricardo García López, Francisco Alfonso Carrión Solís, Erick Hernández Enríquez, Maria Jose Pulido de la Cruz, Rocío González Ramos, Sugeidi Vázquez Loreto, Víctor Osmar Pinzón Contreras, Suleyma Hernández Sánchez, Israel Zacarias Robles, Iván Gómez e Israel Vázquez.
Los dos ciudadanos de nacionalidad filipina que también fallecieron son: Natanhiel Alidan Apolot y Brayan Varron Garciano.
De igual forma se tenía identificados a los heridos, la mayoría de ellos en condición grave. Sus nombres se omiten por seguridad, pero se encontraban internados en tres centros hospitalarios distintos.
Las autoridades señalaron que, en el caso de las mujeres que murieron, se trata en su totalidad de empleadas del lugar, principalmente bailarinas, meseras y cajeras.
En el caso de los hombres, la mayor parte son clientes del local (entre ellos los dos filipinos), pero también hay algunos empleados.
Ni la Fiscalía estatal ni la Fiscalía General de la República (FGR) tenían hasta la noche del miércoles alguna hipótesis confirmada sobre el motivo del ataque, sin embargo comenzaron a mencionarse versiones como el posible vínculo de este caso con una desaparición en la que podrían estar implicados policías locales.
Una de las hipótesis es que el caso esté relacionado con una venganza o ajuste de cuentas relacionado con la venta de drogas en el bar, o con un intento de comercializarlas en ella, y la resistencia de los dueños o de alguna banda rival.
También se maneja la posibilidad de un cobro de extorsión al local que no hubiera sido cubierto, y que por lo tanto hubo represalias.
La Fiscalía estatal investiga la relación del ataque a El Caballo Blanco con la desaparición de dos jóvenes reportada el 24 de agosto pasado en Coatzacoalcos, y por la cual se inició la carpeta de investigación número FEADPD/ZS/F2°/047/2019. El caso se convirtió en uno de posible homicidio, luego de se difundiera un video donde ambos parecen arrodillados y son asesinados por sujetos encapuchados.
La posible relación ente ambos casos obedece a que uno de los dos desaparecidos es Agustín Javier Ronzón González, que según declaraciones ministeriales es el dueño de El Caballo Blanco desde hace cuatro años. Testigos señalaron que Ronzón y su acompañante fueron detenidos, presuntamente por policías estatales.
Las indagatorias de este caso siguen también en desarrollo, pues los cuerpos de los dos jóvenes no han sido localizados, y su estatus legal es de desaparecidos.
Tanto las autoridades locales como la FGR presumen que la autoría o coautoría del crimen corresponde a células del Cártel Jalisco Nueva Generación, que mantienen una amplia presencia y operación en el sur del estado de Veracruz.
Ni la Fiscalía local ni la FGR han querido identificar con nombre y apellido a alguno de los posibles autores intelectuales o materiales, pero quien sí lo hizo fue el gobernador del estado, Cuitláhuac García, al atribuir públicamente el crimen a un sujeto identificado como Ricardo “N” alias La Loca. Esto ya que, dijo, está implicado en agresiones previas a negocios de la zona.
Originalmente el gobernador acusó incluso a la Fiscalía estatal de haber liberado a esta persona en el pasado, pero luego se precisó que fue la Marina la que lo detuvo en dos ocasiones por posesión de drogas y lo remitió a la FGR, quien lo dejó en libertad. Los documentos y dichos relacionados con este tema pueden consultarse en esta nota.
Lo que Animal Político pudo confirmar es que, en efecto, Ricardo “N” fue detenido por delitos en flagrancia en julio y agosto pasado, aunque no existió una orden de aprehensión o alguna investigación judicializada que permitiera – al menos legalmente – retener a esta persona por ataques a establecimientos.
En un comunicado, la Fiscalía General informó que la Fiscalía de Asuntos Internos ya se encontraba en la subdelegación de Coatzacoalcos, “para deslindar y establecer las responsabilidades que procedan”, con motivo de las detenciones y puestas a disposición de Ricardo “N”.
Hasta el momento, señaló la noche del 28 de agosto, no había pruebas para establecer con precisión que esta persona, Ricardo “N”, hubiera participado en el incendio.
La Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, en tanto, emitió un comunicado en el que acusó omisiones de la Fiscalía local para profundizar en las investigaciones, mientras que la Fiscalía estatal – por su parte – pidió al gobierno local que si tiene elementos o datos de la relación e Ricardo “N” con este asunto los entregue al Ministerio Público.
El miércoles por la noche se difundió un video en el que un sujeto que dice ser justamente Ricardo “N” niega haber participado en el ataque al bar, pues sostiene que se fue de Coatzacoalcos desde hace varias semanas.
En tanto, el gobierno de Veracruz difundió fotos de un despliegue federal y estatal que comenzó el miércoles en Coatzacoalcos, con la finalidad específica de localizar y detener a los autores materiales del ataque.
El ataque al centro nocturno El Caballo Blanco tiene lugar en un contexto de alza de homicidios en el país, pero también de varios delitos violentos en la propia ciudad.
Por ejemplo, los casos de robos con violencia cometidos a establecimientos comerciales en Coatzacoalcos suman de enero a julio de 2019 un total de 312 denuncias. Esto significa un incremento superior al 100% en la incidencia de este delito, luego de que en el mismo lapso del año pasado sumaban 149 casos.
También se han multiplicado los robos con violencia a casa habitación, que pasaron de 8 a 24 casos, un crecimiento del triple de denuncias; mientras que los robos a transeúnte en vía pública con violencia se dispararon de 29 a 72 casos.
Y todo ello sin contar casos que no se denuncian, como sucede con la mayoría de las extorsiones denominadas cobros de “derecho de piso”.
Apenas en un lapso de mes y medio, previo al ataque del lunes pasado, ya se habían registrado en Coatzacoalcos al menos cuatro agresiones e incendios provocados contra locales, apenas unas calles de distancia del El Caballo Blanco. Todos estos entre el 16 de julio y el 27 de agosto.
El 16 de julio, hombres armados dispararon a dos personas en el interior del bar La Catrina, en la calle Hidalgo de Coatzacoalcos, para luego quemar parte del lugar. Según medios locales, una mujer herida por los disparos murió en el hospital.
Dos días después, el 18 de julio, “se registraron dos atentados, uno en el negocio Cocinas Integrales Williams y otro en el lote de autos Nuevo Milenio, donde delincuentes incendiaron un vehículo”.
El negocio Cocinas Integrales Williams se ubica también en la Avenida Hidalgo, entre las calles Pedro Moreno y Abasolo, del mismo modo, muy cerca de Román Marín y Zaragoza, donde se encuentra el bar El Caballo Blanco. Según prensa local, el local que fue incendiado es propiedad del delegado de Tránsito del Estado en Coatzacoalcos, Ricardo Williams Rojas.
En cuanto al lote de autos Nuevo Milenio, se ubica entre las calles Ignacio de la Llave e Independencia. Según los reportes sobre el caso, no hubo personas lesionadas, luego de la quema de un automóvil, y de que acudieran los bomberos.
El otro hecho previo es el ocurrido entre la noche del lunes 22 y la madrugada del 23 de julio pasado, cuando fue atacado el bar Los Mangos, ubicado en la calle John Spark, en la zona del Malecón de Coatzacoalcos. Fotografías y videos muestran que el techo o palapa del lugar fue consumida por las llamas. En este caso, tampoco se reportó que hubiera personas lesionadas.
Semanas antes de estos ataques, habitantes de Coatzacoalcos ya habían levantado la voz, acusando extorsiones e inseguridad. En marzo pasado, la cadena Televisa dio a conocer un reportaje en el que personas de esa zona recibían llamadas, de gente que decía ser del Cártel Jalisco, para intimidarlos, y empresarios acusaron que tuvieron que cerrar negocios, por la inseguridad, que se había incrementado.
Víctor Manuel Carranza, alcalde de Coatzacoalcos, dijo entonces que la situación era grave, aunque había otros municipios con peores estadísticas de crimen.