A las 5 de la tarde de este sábado 27 de julio arreciaron los disparos hacia la comunidad de Tabak, en el municipio de Aldama, en los Altos de Chiapas. Filiberto Pérez Pérez, de 23 años, estaba en el velorio de su abuela Martha. Una bala le dio en el cuello.
Sus familiares intentaron llevarlo al hospital, pero, de acuerdo con lo relatado a Animal Político por Abel, uno de sus vecinos, el joven falleció por la herida antes de que pudiera recibir atención médica.
Es el asesinado número siete en Aldama por este tipo de ataques, de los que los pobladores acusan a sus vecinos de la agencia municipal de Santa Martha en Chenalhó.
Ambos municipios han mantenido una disputa desde la década de los años 70 cuando se hizo la reforma agraria en el país. Pero el problema escaló por el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (Procede), con el que se hicieron nuevos planos de los bienes comunales. Una porción de tierra, aparentemente propiedad de Aldama, quedó dentro de Santa Martha.
Los pobladores de Aldama y organizaciones como el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Centro Frayba) y el Centro de Derechos Humanos Ku’untik acusan que la violencia se agravó cuando la ex presidenta municipal de Chenalhó reactivó, en 2015, a los grupos paramilitares, herederos de aquellos que perpetraron la masacre de Acteal en 1998.
Los ataques con armas de fuego en la zona limítrofe de ambos municipios causaron el desplazamiento de 90 familias de Cocó, 145 de Tabak y de otras zonas de Aldama, quienes después de un año volvieron a sus comunidades, pese a seguir bajo ataque por parte de sus vecinos.
“En el municipio de Chenalhó desde hace dos administraciones municipales se despertó al grupo armando, que había estado ahí hibernando, latente, sin que nadie lo tocara. El mismo que creó el propio Estado para enfrentar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y al que le permitieron ingresar armas a las comunidades”, contó Diego Cadenas, del Centro de Derechos Humanos Ku’untik.
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Rosa Pérez reactivó a esos grupos para tener el control del municipio de Chenalhó, porque ella es del Partido Verde y estaba en pugna por el poder con el síndico, Miguel Santiz, que es del PRI.
“Ella entró a sangre y fuego a gobernar al municipio. Así empezó en Chenalhó una etapa en la que se ha optado por gobernar a través de las armas”, afirmó a Animal Político Pedro Faro, director del Frayba.
Apenas el martes 4 de junio se firmó en el Palacio de Gobierno de Chiapas un convenio de no agresión entre los habitantes del municipio de Aldama y los de Santa Martha, en Chenalhó. Al hecho se le calificó como algo histórico, que marcaba el inicio de una nueva etapa de paz.
Como testigos de honor estuvieron Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, de la Secretaria de Gobernación (Segob), y Rutilio Escandón Cadena, gobernador del estado. Pero la paz no duró ni un día.
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Al día siguiente, 5 de junio, alrededor de las 10:22 de la noche, Animal Político recibió un reporte de los pobladores de Aldama. “Alrededor de las 7 de la noche hubo disparos de armas de fuego hacia nuestras comunidades, procedentes de Tojtik, Santa Martha, cerca de la escuela secundaria. ¿Dónde está el pacto de paz de Chenalhó?”.
En entrevista con Animal Político, Ismael Brito, secretario general del Gobierno de Chiapas, admitió entonces que el convenio que se firmó “era apenas un pasito” en la solución del conflicto. “Sabemos que hay gente interesada en que esto no prospere, hay quienes reciben hasta un salario porque no prospere, pero no puedo dar nombres ni apellidos. Pese a eso, el acuerdo va. Si hay disparos eso no significa que se rompa”. El acuerdo está firme, aseguró.
Desde entonces, los pobladores de Aldama reportaron a Animal Político ataques esporádicos desde la agencia municipal de Santa Martha hacia Aldama sin que hubiera heridos o muertos. La mayoría eran unos cuantos balazos con armas de bajo calibre.
Uno de estos fue el miércoles 24 de julio, alrededor de las 7:20 de la noche. “Disparos con armas de bajo calibre desde Tulantik, a la altura de la telesecundaria de Saclum en Santa Martha, con dirección a la comunidad de Tabak, Aldama. Hasta el momento van 10 disparos”, decía el reporte.
Pero este sábado 27 de julio, alrededor de la 1 de la tarde el reporte fue más alarmante. “En estos momentos están disparando con armas de fuego de alto calibre, desde la secundaria de Santa Marta, en contra de las comunidades de San Pedro Cotzilnam, Tabak y Cocó, en Aldama”. No hubo heridos.
A las 5 de la tarde, cuando había gente reunida en un velorio, volvieron los disparos.Filiberto Pérez Pérez, un músico de 23 años de la comunidad de Tabak resultó herido en el cuello y falleció poco después.
“La gente trata de no reunirse. Nos cuidamos porque sabemos que estamos bajo ataque. Parece que vieron el movimiento y la reunión por el velorio de doña Martha y aprovecharon para disparar”, dice Abel.
El poblador teme que haya más ataques. “Tememos que disparen en la noche. La gente va a hacer lo que hacemos siempre en estos casos: esconderse, tratar de no prender luces, de no hacer fuego”.
¿Los autoridades? Abel dice que a dos kilómetros de donde hirieron a Filiberto está la base de policías estales de seguridad y protección ciudadana, en Cocó, en Aldama. A unos tres kilómetros hay otra del lado de Santa Martha. “No hacen nada. Nomas discuten unos con otros por los radios, que porque unos y otros no controlan la situación, y llegan al lugar hasta que ya pasó todo”.
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Abel dice que ya le enviaron el reporte del ataque y el homicidio a Ismael Brito Mazariegos, el secretario de gobierno de Chiapas. “Vamos a esperar a ver qué responden. Mientras la gente está con miedo por un probable nuevo ataque”.
La oficina de comunicación de Brito Mazariegos confirmó a Animal Político el ataque y aseguró que la vigilancia policiaca es permanente en ambos municipios y que ya se solicitaron medidas precautorias tanto a Seguridad Pública como a la Fiscalía del estado “para garantizar la seguridad de la gente”.