En Guerrero, donde ocurrió la primera desaparición forzada en el país y ahora encabeza la lista de víctimas de desaparición, de enero del 2017 a la fecha, de acuerdo con las alertas Amber y Alba, se perdieron 12 mamás, algunas jóvenes de entre 18 y 20 años, con todo y sus hijos, la mayoría bebés de cero a cuatro años.
Yareni Monserrat Morales Cisneros, de 18 años, y su hijo Fernando Emanuel Bautista Morales, de un año, desaparecieron en enero del 2017. Pero ellos no forman parte del conteo.
Cuando se perdieron aún no funcionaban las alertas Amber, para niños y niñas, y la Alba para mujeres mayores de 18 años, aunque tenía dos años que el Congreso local había aprobado ambos protocolos.
De hecho, la Fiscalía General del Estado (FGE) podría seguir omisa con respeto a los protocolos de búsqueda si la desaparición de Yareni Monserrat y Fernando Emanuel hubiera tenido un desenlace diferente.
Después de Yareni Monserrat y Fernando Emanuel más madres con todo y sus hijos siguen desapareciendo.
De acuerdo con los registros oficiales de las alertas Amber y Alba de la FGE, en Guerrero han ocurrido 12 eventos de desapariciones de madres con sus hijos, que involucran a 15 bebés de cero a cuatro años y a 12 madres, algunas son jóvenes que recientemente habían cumplido la mayoría de edad.
En algunos casos de estas desapariciones, la FGE sólo activó la alerta Alba, por la pérdida de la madre, y en otros sólo la Amber, por los menores.
Siete de las 12 desapariciones de mujeres e hijos se registraron en la capital de Guerrero, Chilpancingo.
Sólo en tres eventos de desapariciones, las madres y sus hijos han sido recuperados.
En la foto que se tomó para las redes sociales, Yareni Monserrat carga a Fernando Emanuel con el brazo izquierdo y lo pega a su pecho. El bebé no sabe que hay que hacer guiños a la cámara. Ella sonríe. Él voltea la vista.
Es su última foto… vivos.
El 14 de enero del 2017, Yareni Monserrat salió con su hijo en brazos, aproximadamente a las 10 de la mañana de su domicilio, en el barrio de San Mateo, en donde vivía con sus padres. Avisó a su madre y padre que se iba a encontrar con el papá de su hijo, quien le iba a dar el dinero de la pensión.
A mitad y al final de cada mes, la madre recibía dinero para la manutención del bebé. Caminaba de San Mateo al zócalo, en donde la esperaba su expareja. Ese 14 de enero, la mamá de Yareni se angustió cuando después de 12 horas, no regresaba su hija con su nieto. Pero mucho más, cuando comenzó a marcar y el número mandaba directo a buzón.
Aunque no tenía buena relación con su exyerno tuvo que marcarle para que le diera noticias de Yareni. Contestó la llamada. Sobre el paradero de Yareni y el hijo de ambos sólo dijo que no sabía nada porque ella se había ido muy rápido.
Cuando desaparecieron Yareni Monserrat y Fernando Emanuel únicamente los buscaron sus familiares. La FGE no emitió el anuncio ¿Has visto a…? para localizarlos. Los hermanos, primos y tíos hicieron viral en las redes la petición para encontrarlos.
En las redes sociales, la sociedad de Chilpancingo se enteró de que la joven mamá había salido de su domicilio a ver al padre de su hijo para la pensión, que cuando no llegó le hablaron y que él aseguró que los vio un rato porque Yareni Monserrat recibió el dinero de la pensión y se fue rápido.
La foto, la última foto vivos, seguía viajando en el ciberespacio, cuando el 19 de enero, se propagó la noticia de que en las inmediaciones de la colonia Norberto Flores Baños, al sureste de la ciudad, habían localizado los cuerpos de una mujer y un fragmento de un bebé en una bolsa negra.
Los restos, de acuerdo a la identificación, eran de Yareni Monserrat y Fernando Emanuel, del bebé de un año, sólo había una pierna.
Sólo entonces, ante la crítica recibida por su omisión y negligencia, la FGE echó a andar la alerta Amber, con dos años de retraso.
Marina Reyna Aguilar está al frente de una asociación contra la violencia hacia las mujeres. Lleva el registro de los feminicidios en Guerrero. Sostiene que la FGE no ha podido generar una política para atender el problema de las desapariciones porque no ha sistematizado la información de los registros de las alertas.
No sabe cuántas mujeres y de qué edades son las que más desaparecen y por lo tanto no sabe por qué se pierden, afirma.
“No tienen idea de lo que está pasando. No puede ver un móvil detrás de todo esto. Quizá se trate de una red que se está dedicando al tráfico de personas y de órganos, pero lo desconoce”.