El cerro de Paula, ubicado a 9 kilómetros del aeropuerto de Santa Lucía, cuenta con 30 sitios arqueológicos de acuerdo con el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos. Estos datos contrastan con los tres sitios reconocidos por Francisco Sánchez Nava, Coordinador Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Entrevistado por Animal Político, Sánchez Nava reconoció que esos tres sitios fueron descubiertos por los arqueólogos estadounidenses William Timothy Sanders y Jeffrey R. Parsons en los años setenta. Dos de los sitios se encuentran en las faldas del cerro de Paula y el otro, en la cima.
Sostuvo que en los tres sitios en el cerro de Paula hay únicamente concentración de materiales. Es decir, hay presencia de pedazos de vasija o puntas de obsidiana que son evidencia de actividad humana.
En la parte baja del cerro, Nava afirmó que entre los años 70 y 90 realizaron exploraciones en las que encontraron cinco restos de mamut, de un camello y de un tigre de dientes de sable. El INAH no ha realizado excavaciones en el cerro para la ubicación de vestigios.
Sin embargo, los datos públicos en el sitio web de la Dirección de Registro Público de Zonas y Monumentos Arqueológicos registran 30 sitios arqueológicos en el cerro de Paula. 21 con concentración de materiales y nueve con estructuras y concentración de materiales pertenecientes a la cultura mexica, teotihuacana, coyotlatelcoyo y tolteca.
De acuerdo con dicha información, de las nueve estructuras siete de ellas son mexicas. En las otras dos estructuras no está identificada la cultura a la que pertenecieron, pero se ubican entre el 1200 y 1521 d.n.e (de nuestra era).
Ocho de las estructuras corresponden a montículos y a una terraza que fueron utilizadas con un fin habitacional. El INAH también registró que la concentración de materiales corresponden a cerámica, lítica tallada y lítica pulida compuestas por lascas de obsidiana.
A pesar de que en el sitio web los sitios aparecen registrados en el cerro de Paula, Sánchez Nava afirmó que los otros 27 sitios se encuentran en la parte llana, por lo que no corresponden al cerro.
Para los habitantes de Temascalapa, el cerro de Paula es un símbolo del municipio y de la comunidad circundante.
El cerro es importante para la captación de aire, para detener el viento de ciclones. Es un espacio con flora endémica y animales como zorros, conejos, coyotes, tlacuaches y zorrillos.
Los habitantes contaron a Animal Político que temen que además del ruido, desabasto de agua y desgastamiento de carreteras que tendrán en la zona por la construcción del aeropuerto, el cerro de Paula se convierta en una fuente de materiales como grava, arena y tezontle.
El año pasado, los pobladores de Santa Ana Tlachihualpa se movilizaron en contra de la extracción de materiales de una de las minas del cerro de Paula para el aeropuerto de Texcoco.
También, habitantes de San Luis Tecuauhtitlán, otra comunidad de Temascalapa, acamparon en las minas para evitar que las máquinas extrajeran el material del cerro de San Luis.
“Apenas logramos salvar el cerro y ahora existe el riesgo de que suceda de nuevo”, comentaron.
Por ello, los habitantes comentan que quisieran conocer a detalle el proyecto del aeropuerto, qué pasará con el cerro, cuáles serán las afectaciones ambientales y principalmente, que se realice una consulta para expresar su postura.
Francisco Sánchez Nava, Coordinador Nacional de Arqueología del INAH, sostuvo que los sitios arqueológicos en el cerro no van a ser afectados por la construcción del aeropuerto de Santa Lucía. En el caso de que la construcción del aeropuerto tuviera alguna incidencia, explicó, el INAH puede optar por cubrir el vestigio para resguardarlo o realizar una exploración con métodos arqueológicos.
“Es una oportunidad para explorar, de otra manera, jamás iremos a explorar ahí, porque hay cerca de 53 mil zonas arqueológicas en el país. Aunque todo es patrimonio, debemos priorizar. Esta obra es una oportunidad para excavar y saber más de la gente que estuvo en esta zona”, comentó.
En el caso de encontrarse un vestigio único, el INAH puede impedir construir sobre él. Según comentó Sánchez Nava, el Instituto ha desviado carreteras, ha detenido por meses obras del metro y ha inhibido presas cuando eso ha sucedido.
El artículo 32 de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arquelógicos, Artísticos e Históricos señala que “el Instituto Nacional de Antropología e Historia suspenderá los trabajos que se ejecuten en monumentos arqueológicos sin autorización, que violen la concedida o en los que haya substracción de materiales arqueológicos. En su caso, procederá a la ocupación del lugar, a la revocación de la autorización y a la aplicación de las sanciones correspondientes”.