El gobierno de Andrés Manuel López Obrador aún debe hacer frente a una tendencia económica negativa en el país, a pesar de que se alcanzó un acuerdo con Estados Unidos y se logró suspender la aplicación de aranceles a los productos mexicanos, aliviando los temores de una guerra comercial.
“Sentimos que está bien la economía”, dijo López Obrador este 7 de junio. Sin embargo, reportes oficiales y las agencias calificadoras ponen en entredicho la afirmación del presidente, y la expectativa es que al menos este año México no cumpla con las metas planteadas por la propia administración federal.
Valeria Moy, economista, comentó a Animal Político que si bien en el primer trimestre los datos fueron negativos, todavía no se puede decir que hay una recesión económica, o incluso ser alarmistas y anticipar que habrá una crisis. Lo que hay en este momento es una contracción, dijo, lo que se conoce como una desacelaración de la economía.
Entre otras razones, explicó, porque el gobierno ha enviado “señales de incertidumbre” a los mercados e inversionistas, cambiando las reglas del juego y tomando decisiones como cancelar el aeropuerto en Texcoco y las subastas eléctricas, o insistir en la construcción de la refinería Dos Bocas y las pistas en Santa Lucía, pese a las voces del sector privado que cuestionan los resultados que puedan tener dichos proyectos.
Analistas del sector energético coincidieron respecto a la incertidumbre, la falta de un plan convincente para rescatar y darle sustentabilidad a Pemex, ya que las calificadoras consideran que su esfuerzo aún es insuficiente.
El miércoles pasado, la agencia calificadora Fitch redujo un nivel la calificación sobre la deuda soberana de México, mientras que Moody’s cambió su perspectiva de estable a negativo.
En ambos casos, las agencias apuntaron hacia Pemex y su problema de deuda y producción, como un factor que juega en contra del país, que pone en duda su capacidad de pago hacia el futuro.
Lo anterior, además de los factores de la tensión comercial con Estados Unidos, y los “niveles menores de inversión que reflejan una confianza menor de las empresas” en el país.
Apenas un día después de ese anuncio, las mismas agencias bajaron la calificación y perspectiva de la petrolera
Para Fitch, la empresa perdió su grado de inversión (mismo que mantiene con Moody’s y S&P), lo que el gobierno de López Obrador, que ha apostado por el rescate de Pemex, reprochó como un enfoque “desafortunado”.
A esos reportes de las calificadoras se suman datos recientes que dio a conocer el Inegi, sobre la economía mexicana.
“Ya sabíamos que las cifras de consumo e inversión para marzo serían malas, pero no que tan mal”, opinó el economista Jonathan Heath, en su cuenta de Twitter.
El consumo de los hogares cayó 1.5% respecto al mes anterior, la inversión en maquinaria y construcción disminuyó 3.0%, y la actividad económica global del país (IGAE) disminuyó 0.6% en marzo.
Otro punto a considerar, ya que repercute en el crecimiento económico, es que en abril la inversión física, el gasto en infraestructura, fue de 41,645.3 millones de pesos, 27.3% menos que el mismo mes del año pasado.
Al hacer una comparación por cuatrimestre, fue 16.8% menor, lo que habla de que, por ahora, la infraestructura no ha detonado como un factor para detonar la economía, el mercado interno y el empleo.
Un dato más: en la encuesta presentada por el Banco de México, entre 39 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero, solo el 5% consideró en abril que era un buen momento para invertir en México… y esa cifra cayó a cero en mayo.
Un 62%, en cambio, consideró que es un mal momento para hacer inversiones en el país.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México registró un retroceso de 0.2% en el primer trimestre de 2019, comparado con el último trimestre de 2018.
En su comparación anual, registró un incremento real de apenas 0.1%, la peor cifra para un primer trimestre del año desde 2009, cuando se dio una reducción anual de -5.5%, en medio de una crisis mundial.
Para que se considere que hay una recesión económica, deben presentarse dos trimestres consecutivos del PIB a la baja.
Según apuntó el economista Enrique Quintana, en una columna en El Financiero, la cifra que se considera usualmente es el comparativo anual, así que de momento quedaría descartada una recesión, dado que la última cifra fue de crecimiento, raquítico, pero alza de 0.1%.
Si solo se analizan las actividades secundarias, que comprenden minería, construcción, industrias manufactureras, generación de energía eléctrica y gas, la variación anual sí suma dos trimestres consecutivos a la baja, de -0.8% y -2.1 en el primer trimestre de 2019, esta última, la caída más pronunciada también desde 2009.
Por otro lado, la actividad primaria, de agricultura, ganadería y pesca, creció en el primer trimestre del año 5.6%, el incremento anual más importante desde 2014.
El propio Quintana en la columna ya mencionada señaló que en términos generales se está enfrentando un virtual estancamiento, sin que se vislumbre que el presidente López Obrador pueda cumplir su apuesta de crecer en 2019 a una tasa de 2% o más.
El Banco de México, el 29 de mayo pasado, revisó a la baja la perspectiva de crecimiento de la economía mexicana para 2019, tal como lo hicieron antes la OCDE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
La propia Secretaría de Hacienda, en sus precriterios para 2020, anticipó un crecimiento real anual del PIB de 1.6% para 2019, y de 1.9 para el próximo año, aunque acotó que eran estimaciones inerciales que “no consideran los efectos de la estrategia de desarrollo económico de la actual administración ni otros factores que pueden implicar un mayor crecimiento”.
De una expectativa de entre 1.1 y 2.1%, el Banco de México pasó a una de entre 0.8 y 1.8%, por una desaceleración “más marcada de lo previsto” en el primer trimestre, según dijo el gobernador de dicho organismo, Alejandro Díaz.
El comportamiento reciente de algunos indicadores, apuntó, refleja que “tenemos un entorno marcadamente incierto para la actividad económica”.
Aun así, dijo que para los próximos trimestres se anticipa que la economía mexicana retome una senda de crecimiento, por lo que para 2020 el Banco de México mantiene un pronóstico de crecimiento de entre 1.7 y 2.7%.
Heath, subgobernador del Banco de México, dijo que la economía mexicana no está en una recesión, “y no estamos necesariamente a punto de entrar en esta recesión, y si es que hubiera una recesión, creo que sería muy ligera, de muy poca duración y sería cuestión pasajera”.
Ante la baja en las calificaciones, por un lado, el presidente López Obrador rechazó los dictámenes de las agencias, acusando que usan metodologías caducas, del “periodo neoliberal”, que no consideraban su lucha contra la corrupción.
La Secretaría de Hacienda, en tanto, acusó a Fitch de usar un enfoque equivocado, porque por un lado señala que la deuda de Pemex representa pasivos contingentes para el Gobierno Federal, es decir, mayor endeudamiento del gobierno al respaldar a la empresa, y por el otro le recrimina un apoyo insuficiente a la petrolera.
“Esta acción sobre la calificación soberana de México y de Pemex se da aun cuando se ha demostrado el apoyo total del Gobierno Federal a la empresa y se está trabajando en dar una solución a los problemas estructurales y financieros de esta”, refirió Hacienda.
“En este sentido, el Gobierno de México reitera su compromiso con Pemex y seguirá apoyándola para consolidarse como una empresa eficiente y rentable en el mediano y largo plazo, mediante medidas estructurales y de liquidez”.
Arturo Carranza, consultor energético de Mercury LLC, mencionó que uno de los factores que influyen en la baja de la calificación de Pemex, a diferencia de lo ocurrido en el sexenio anterior, es que López Obrador ha desdeñado la asociación con privados, para proyectos de exploración y producción, cancelando rubros como las rondas de licitación 3.2 y 3.3.
“Lo que dicen las calificadoras es que el presupuesto público no alcanza para las necesidades de la petrolera, lo cual es cierto”, apuntó Carranza. “Por otro lado, señalan la necesidad de permitir que Pemex se asocie con los privados”.
López Obrador ha criticado que, con la reforma energética que se aprobó con Peña Nieto, no se aumentó la producción petrolera y fue un fraude. Sin embargo, desde la perspectiva de Carranza, las asociaciones con privados requieren tiempo para rendir frutos.
“Los proyectos en que Pemex se asoció con privados, son proyectos que,v para poder materializar producción, producción nueva, tienen que pasar por un proceso de exploración y de desarrollo, no pueden empezar a producir de la noche a la mañana”, comentó.
En ese punto coincidió con la comisionada Alma América Porres Luna, de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, que al comparecer en el Senado en febrero dijo que había 112 contratos -que el presidente prometió respetar- de asociación de Pemex con empresas privadas nacionales y extranjeras, muchos de ellos aún en fase exploratoria y sin alcanzar su potencial de producción de petróleo.
Aunque fueron canceladas las rondas de licitación, y López Obrador ha insistido en su discurso nacionalista sobre Pemex, este 7 de junio la petrolera anunció que la empresa noruega Borr Drilling ganó mediante concurso un contrato relacionado con un conjunto de pozos.
Además, la petrolera indicó que “muy pronto se darán a conocer los términos y condiciones bajo los que se estarán concursando los proyectos de Pemex Exploración y Producción (PEP) para lo que resta de este y el siguiente año”.
Otro aspecto que quieren las agencias calificadoras, consideró Carranza, es que Pemex defina un programa de negocios donde la prioridad sea la exploración y producción, y no la línea de refinación, a la que también está apostando la administración del presidente López Obrador, con la refinería de Dos Bocas y el plan de rehabilitar el resto de las refinerías del país.
Alejandra López, subdirectora de la plataforma de análisis Pulso Energético, mencionó a Animal Político que es positivo el plan de Pemex, de aumentar su producción con la explotación de 22 campos este año, en aguas y en la zona terrestre de Veracruz, Tabasco y Campeche.
Sin embargo, ambos analistas consultados mencionaron que la baja en la calificación de Pemex presiona al gobierno y a la petrolera para plantear una estrategia más ambiciosa y detallada, que indique si la inversión en esos campos o en otros espacios aún por explorar, además de los proyectos de refinación, se harán con privados o solo con recursos públicos.
En el primer trimestre de 2019, respecto al mismo periodo de 2018, Pemex redujo su producción de crudo 11.8%, y su nivel de procesamiento o refinación, 6.6%.
Los ingresos totales por ventas y servicios disminuyeron 10.4%; la venta de gasolina, en específico, tuvo una baja de 8%.
Su deuda financiera neta total al 31 de marzo de 2019, respecto al 31 de diciembre de 2018, aumentó 2.9%.