La famosa prisión de Alcatraz sigue revelando secretos casi 60 años después de que dejara de funcionar.
La antigua cárcel de máxima seguridad, también conocida como "La Roca", está ubicada en una isla en la bahía de San Francisco, Estados Unidos, y funcionó entre 1934 y 1963.
Sus celdas alojaron reconocidos delincuentes como el mafioso Al Capone; George "Ametralladora" Kelly, contrabandista y secuestrador; y el asesino Robert Stroud, conocido como el "Hombre pájaro", pues durante su reclusión se volvió un ornitólogo autodidacta.
Alcatraz ha inspirado leyendas y películas, pero un nuevo hallazgo promete hacer al lugar aún más fascinante.
Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Binghamton, en Nueva York, logró detectar una serie de estructuras que pertenecen a una antigua base militar del siglo XIX, sobre la que se construyó la cárcel.
Mediante radares, escáneres láser y reconstrucción de imágenes en 3D, los investigadores revelaron que bajo el patio de recreación de la cárcel, hay pasadizos "a prueba de bombas", túneles y ductos de ventilación.
"Los restos de estas históricas construcciones estaban a pocos centímetros de la superficie y milagrosamente se conservaron de manera impecable", dijo en un comunicado Timothy de Smet, arqueólogo líder de la investigación.
"Fue maravilloso hallar historia justo bajo nuestros pies y poder visualizarla para el público".
Hoy Alcatraz es una atracción turística, donde las personas llegan a conocer la historia de la cárcel y sus presos.
Pero antes de ser una penitenciaría, hacia 1860 la isla sirvió como fortificación militar para proteger las costas.
Para entonces, EE.UU. vivía años turbulentos en medio de la fiebre del oro y la Guerra Civil.
Desde el punto de vista histórico, esta base marca una transición de las tradicionales estructuras de ladrillos y mampostería que se utilizaban para defensas costeras en el siglo XIX, hacia construcciones de barro.
Según explica de Smet, durante la construcción de la cárcel la gran mayoría de la instalación militar "fue borrada", por eso les sorprendió encontrar las estructuras bajo tierra.
Además de desenterrar la historia, de Smet destaca que la tecnología no invasiva que utilizaron puede ser muy útil para realizar futuros descubrimientos sin tener que perturbar los espacios.
"Estos resultados son significativos porque muestran cómo se puede usar la tecnología moderna para responder preguntas fundamentales de importancia arqueológica sin hacer excavaciones destructivas", dice el investigador.
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