Que te digan que en un año perdiste 272 horas de tu vida atrapado en medio del tráfico vehicular suena fatal.
Peor aún, si piensas que pasaste 11 días completos dentro de un auto, ¿cierto?
Pues eso le ocurre a los conductores de Bogotá, la ciudad con la peor congestión vehicular de América Latina, según el Global Traffic Scorecard elaborado por la consultora INRIX.
El estudio, realizado en más de 200 ciudades en 38 países, ubica a la capital de Colombia en el tercer lugar mundial de las urbes más congestionadas y en el primer lugar del ranking de horas perdidas.
Las 10 ciudades con el peor tráfico vehicular son: Moscú, Estambul, Bogotá, Ciudad de México, Sao Paulo, Londres, Río de Janeiro, Boston, San Petersburgo y Roma.
“La situación global de congestión ha empeorado en los últimos años principalmente por el masivo aumento poblacional y la actividad económica en las grandes ciudades”, le dice a BBC Mundo Trevor Reed, uno de los autores del estudio.
En Latinoamérica, se suman las rápidas tasas de urbanización, el alto nivel de asentamientos informales, la topografía y la volatilidad financiera.
“Es lo que le ocurre a las ciudades que crecen rápidamente con severas limitaciones geográficas y sin una larga historia de inversión en transporte público”, apunta Reed.
Sin embargo, el experto tiene una visión bastante optimista.
“Aunque hay una congestión severa en Bogotá, su sistema de buses de tránsito rápido se ha convertido en un modelo para mejorar el transporte“, apunta.
Se trata del Transmilenio, una red integrada de transporte basada en la experiencia de Curitiba, Brasil.
En este contexto, a pesar de que en el ranking de congestión global hay cuatro ciudades latinoamericanas en el “top 10”, Reed destaca que la región ha implementado políticas innovadoras para hacer frente al desafío de la movilidad urbana, como en el caso de Curitiba, Medellín y Bogotá.
Una opinión que no comparte el consultor Mario Noriega, arquitecto experto en planeamiento urbano, profesor visitante de la universidades de California y Pensilvania, en Estados Unidos.
Bogotá es la ciudad más densamente poblada de América Latina (y la novena del mundo), explica Noriega, y las proyecciones indican que la situación se agravará en los próximos años.
“El tráfico es un caos y en las últimas dos décadas se ha hecho muy poco”, dice en conversación con BBC Mundo.
Se ha tratado de resolver el problema con el sistema de buses Transmilenio, explica, pero nunca se construyeron obras fundamentales como la Avenida Longitudinal de Occidente y el metro, que iban a complementar el sistema.
“Hay intereses políticos asociados a intereses económicos“, opina Noriega.
“Aquí se ha medido primero si el inversionista va a obtener la utilidad que requiere; cuántos pisos necesita su edificio, a cuánto de venderá el metro cuadrado y a partir de eso se ha diseñado la ciudad”, critica.
Desde su perspectiva, Bogotá hace “urbanismo de los años 20” porque la densidad poblacional está aumentando hacia el norte y se continúan aprobando proyectos de edificios de altura en barrios populares que no traen beneficios económicos para la población.
A pesar de los problemas históricos, la construcción del metro ya fue aprobada y se espera que la licitación del proyecto se haga pública en los próximos meses.
Otros analistas reconocen que Bogotá tiene graves problemas de circulación, pero les llama la atención que ocupe el tercer lugar en la lista, sobre Ciudad de México o Sao Paulo.
“Me sorprende un poco que Bogotá esté tan alto en el ranking“, le dice a BBC Mundo Darío Hidalgo, director del centro de estudios Fundación Despacio.
Un factor que -de una u otra manera- puede influir es que el estudio de INRIX solo registra el flujo de los automovilistas, pero no incluye en su análisis el sistema de transporte público.
Y en Bogotá, solo un 13% de las personas se desplaza en automóvil, explica Hidalgo.
A modo de comparación, dice Hidalgo, hay ciudades con buenos sistemas de transporte público en el ranking, como Londres, pero que aparecen en la lista con altos niveles de congestión.
“Bogotá fue líder en movilidad sostenible a comienzos de la década pasada, pero se quedó un poco aletargada”, afirma.
Según los estudios que ha hecho Hidalgo, el costo económico de la congestión vehicular, considerando el tiempo perdido en el tráfico, es del orden del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) de la ciudad.
¿Cómo se puede resolver el problema?
“La construcción de autopistas no soluciona el trancón”, dice.
“La solución es llevar a cabo los planes que la ciudad tiene hace muchísimo tiempo”.
Entre ellos, construir la primera línea del metro (cuyo proceso está bastante avanzado). Hacer más troncales (corredores con carriles exclusivos para buses) en el Transmilenio, para que la mayor parte de la población viaje de manera más eficiente y facilitar el acceso en bicicleta para que sea más seguro.
“Y aunque sea impopular, cobrar la congestión, cobrar la contaminación, el uso de espacio público para estacionamientos. Eso han hecho las ciudades exitosas en gestión de movilidad”.
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