El albergue La 72, organización civil defensora de migrantes, y la Red Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT), denunciaron un boom de ataques en la frontera sur de México, específicamente en las zonas próximas a Tenosique, en Tabasco, donde solo en el mes de enero las agresiones a migrantes indocumentados se dispararon un 186%.
Ante este repunte de ataques, las organizaciones acusaron tanto al nuevo Gobierno Federal, como a las autoridades locales y estatales de Tabasco, de mostrar “una indolencia total” ante la problemática, y de carecer de políticas públicas para proteger a los migrantes.
Hasta el momento, critican las organizaciones, la respuesta de las autoridades ha sido “burocracia, simulación, y la criminalización de las personas defensoras de derechos humanos”.
La Secretaría de Gobernación, por su parte, rechazó que haya simulación, y argumentó que los migrantes ya pueden acceder a múltiples programas, como el de visado por razones humanitarias, para adentrarse en el país de manera legal y sin tener que recurrir a las redes de tráfico de personas.
No obstante, las agresiones no se detienen. Por el contrario, señala La 72, en lo que va de 2019 se dispararon los casos como el de David; migrante guatemalteco que narra para Animal Político la agresión que sufrió él y sus compañeros, a partir de la cual denunció su caso ante la Fiscalía especializada de Tabasco.
En tres segundos, David salvó la vida tres veces. Las tres veces que, con los ojos cerrados, escuchó crack, crack, crack, pero ninguna bala salió de la boca del viejo revolver que le besaba la frente.
Eran alrededor de las 14.30 horas, de un día cualquiera del pasado mes de febrero, en una carretera solitaria y rodeada de vegetación salvaje del estado de Tabasco, en el sureste mexicano.
David, guatemalteco de 25 años y chofer de combis, llevaba apenas unas horas como migrante indocumentado en México, desde que la noche anterior cruzó ilegalmente por el lado de El Ceibo, junto a otros cuatro migrantes, entre ellos, un menor de 14 años.
Hasta ese momento, cuenta David, todo marchaba de maravilla. Cruzar Guatemala no había sido problema. Y en México, durante las primeras horas de caminata, solo vieron montes y una inmensa vegetación selvática.
-Más que migrantes -reflexiona David-, parecíamos un grupo de amigos. Íbamos todo el rato haciéndonos bromas.
Pero, paradójicamente, todo se torció en una curva.
El grupo, que salió a la carretera en busca de algún local que vendiera agua, se había estirado. Dos de los migrantes se adelantaron medio kilómetro, y David se quedó rezagado junto a Gerson y Miguel, el menor de 14, que lo esperaron mientras se cambiaba los tenis por otros que traía en la mochila.
En ese momento, ninguno lo sabía. Pero estaban cerca del municipio Emiliano Zapata, a tan solo 120 kilómetros de la frontera guatemalteca.
David caminaba por el lado opuesto al sentido de los pocos carros que transitaban por el lugar, cuando en el otro extremo, junto al monte, vio a un tipo agachado y escondido entre unos arbustos.
-¡Eh raza! -les gritó-. Tengan cuidado, que ahí está la migra. Jálense para acá.
David cuenta que dudó. Era su primera vez como migrante y confiensa que, inocente, pensó que aquel tipo de estatura baja -no pasaba del metro sesenta-, y que vestía una pantaleta, tenis, y una playera, era también un migrante que quería ayudarles para que no los capturara la migra mexicana.
Por si las dudas, el guatemalteco miró a Gerson, y éste le hizo un gesto para que no se detuviera. Pero, al pasar la curva, el supuesto migrante se puso un gorro negro sobre la cabeza, se acercó a media carretera, y sacó un revolver.
-Si das un paso más, te mato.
El adolescente de 14 años entró en pánico y se aferró a Gerson, que detuvo el paso en seco. Tembloroso, David cruzó la carretera y se acercó al asaltante para ofrecerle los cuatro mil pesos que había cambiado en El Ceibo, más otros dos mil quetzales que se guardó por si el viaje se torcía y lo deportaban de vuelta.
-Dame también la mochila -ordenó el agresor, inconforme con el botín, para acto seguido tomar con violencia a David del cuello, y ordenarle que se adentrara rápido en las profunidades del monte.
Asustado, el migrante dio tres pasos atrás, calculando la mejor ruta para echar a correr. Pero el asaltante le adivinó la idea y lo volvió a jalar, poniéndole esta vez la boca del revolver en la frente.
-El malandro tiró del gatillo -recuerda David-. Pero el revolver martilló tres veces y no disparó. No sé -reflexiona tras una leve pausa-. Tal vez fue un milagro. O quizá las balas ya eran muy viejas.
Ante el giro inesperado, el pánico cambió de bando.
Gerson, que desde el otro lado cruzó la carretera en tres zancadas, aprovechó la confusión del agresor y se avalanzó sobre él con su metro ochenta de estatura, para tirarlo al suelo y recuperar el dinero robado.
David hizo lo mismo: corrió hacia el tipo. Pero, antes de llegar, escuchó que tras el crack metálico del martillo salió disparada, ahora sí, una bala del revólver que estalló en el cuello de Gersón, que cayó fulminado en el suelo.
A continuación, hubo un forcejeo.
David le acertó al asaltante un puñetazo en el rostro redondo.
Luego otro.
Y otro más.
Pero, cuando se disponía a atinarle el cuarto, sintió un golpe seco, como de hueso roto, y las luces se le apagaron en automático: un nuevo asaltante había salido de la nada, y le incrustó un machetazo en la cara.
Cuando David, tirado sobre la cuneta de la carretera, abrió de nuevo los ojos, vio a Miguel, el muchacho de 14 años, que lloraba aterrado.
-¡Vámonos de vuelta para Guatemala! -gritaba fuera de sí-. ¡Vámonos!
David se incorporó. Tal vez por la adrenalina, no sentía dolor. Pero cuando se tocó la cara, notó que ahí estaba: un tajo largo, ancho, y profundo, que le cortó el hueso del pómulo y que, por milímetros, no le dejó seco el ojo.
Los maleantes habían desaparecido. David caminó hacia Gerson, se arrodilló, y se percató de la gravedad de la herida: su amigo yacía con ambas manos en el cuello, tratando de contener la hemorragia que se le escapaba entre los dedos.
-Yo lo miraba y le preguntaba: ¡qué hago! ¡qué hago! Pero él ya no podía hablar. Se estaba ahogando.
David le quitó la playera a su amigo y se la puso entre las manos para taponar la herida. Lo sentó para que respirara mejor. Y le dijo que aguantara; que iba a ir con Miguel en busca de ayuda a un rancho que no estaba muy retirado del lugar.
David asegura que solo pasaron diez minutos, tal vez un poco más. Los dos migrantes corrieron por la carretera en busca de ayuda, pero solo encontraron a los dos compañeros que se habían adelantado en el camino.
Los cuatro regresaron a por Gerson.
Pero éste ya no estaba sentado, sino tirado bocabajo.
Los maleantes habían regresado. Gerson tenía el cuerpo bombardeado de moretones, y la playera que taponaba la herida estaba tirada junto a su mochila, ya sin las pocas pertenencias que le robaron.
Martín, el mayor del grupo, de 37 años, se echó como pudo a su compañero al hombro, y caminaron de nuevo en busca de auxilio.
Pero todo fue en vano.
A sus 20 años, Gerson murió desangrado.
Un mes después del suceso, David, cuyo nombre real se modificó por motivos de seguridad, como el del resto de migrantes mencionados, narra desde algún punto de Guatemala el asesinato de su amigo, por el que él y sus compañeros pusieron una denuncia en la Fiscalía Especial de Atención a Migrantes, con el acompañamiento del personal del albergue La 72, en Tenosique, Tabasco.
Una denuncia, que se suma a las documentadas por La 72 en su reporte estadístico, el cual, desde la llegada del nuevo Gobierno Federal, ha experimentado un aumento notable: solo entre enero y febrero pasado, contabilizaron 292 agresiones contra migrantes, un promedio de cinco por día, y 72 agresiones más que en el mismo periodo de 2018.
Particularmente llamativo fue el aumento de agresiones en enero, cuando La 72 registró 166, frente a las 58 de enero de 2018; un alza de 186%.
El principal tipo de agresión es el robo con violencia y el asalto a mano armada -203 entre enero y febrero pasado-; luego el fraude/estafa -42 casos-; la extorsión -30 casos-; la violación sexual, con 7 casos en tan solo dos meses; y el secuestro, tres casos también en solo dos meses.
“La situación con el nuevo Gobierno Federal es todavía peor”, critica en entrevista con Animal Político Fray Tomás González, director de La 72.
“La violencia contra el migrante en Tabasco ha repuntado de manera espectacular. Estamos recibiendo a mucha gente macheteada en asaltos, y lo más preocupante: hay un incremento de las violaciones sexuales”.
“Y lo que vemos de parte del nuevo Gobierno Federal, así como de los gobiernos estatales y locales, es una indolencia terrible”, añade el defensor de migrantes.
Alejandro Encinas, subsecretario de Migración de la Segob, rechazó por su parte que exista indolencia del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y subrayó en entrevista que “la política pública de protección es muy clara”.
“Ahora, toda persona que quiera ingresar al país, lo puede hacer de manera regulada, ordenada y segura. Hemos abierto la frontera sur para que todas las personas puedan entrar a nuestro país, teniendo la posibilidad de acceder a visa humanitaria, a solicitud de refugio, visitante regional, visa de trabajo, y otras modalidades”, detalló Encinas.
“Todos pueden entrar libremente -recalcó-. Ya no tienen por qué hacerlo de manera irregular, y menos siendo presas de las bandas de tráfico de personas. Pueden entrar con plena libertad, aunque, por supuesto, tendrán que cumplir con las leyes de nuestro país, como todos los mexicanos”.
A pesar de las nuevas modalidades para regularizar la situación de los migrantes, la Red Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT) expuso que apenas la semana pasada concluyeron una Misión Civil de Observación, que hizo recorridos por Tenosique y la frontera sur, en la que constataron “una ausencia del Estado mexicano” frente a los ataques a migrantes.
“Hay una evidente falta de política pública de seguridad que garantice los derechos de la población local, y de las personas migrantes”, recalcó la Red TDT.
“En la mayor parte de ese territorio -añadió la Red- no hay una presencia visible del Estado que defienda, proteja, y que garantice los derechos humanos, más allá de la dudosa acción de retenes militares y la esporádica presencia de la policía municipal”.
La Red TDT también denunció en un comunicado que, a pesar de haberse comprometido a ello, las autoridades locales de Tenosique no recibieron a la Misión Civil de Observación. Mientras que el secretario de Gobierno tabasqueño, el fiscal general, y el secretario de seguridad pública estatal, enviaron a funcionarios de nivel medio a una reunión pactada con la Misión, “por lo que ésta decidió levantarse de la mesa, ante un mensaje de desinterés y simulación”.
“Se convocan diálogos para articular estrategias de seguridad para los migrantes. Pero, finalmente, sabemos que son actividades que no llevan a nada. Es todo un proceso de simulación”, criticó Fernando Ríos, secretario ejecutivo de la Red TDT, quien dijo a Animal Político que están a la espera de la respuesta del subsecretario Alejandro Encinas, para reunirse con él y escuchar cuál es el plan para proteger a los migrantes indocumentados.