Es, según la Organización Mundial de la Salud, una enfermedad altamente contagiosa y potencialmente mortal. Y Costa Rica no había registrado ningún caso desde 2014. Hasta ahora.
Un niño francés de cinco años que viajó a Costa Rica con sus padres ha vuelto a introducir el sarampión en el país centroamericano, que no registraba un caso autóctono desde 2006 y ninguno importado desde 2014.
Las autoridades sanitarias costarricenses han puesto en marcha un plan de acción para evitar que la enfermedad se extienda entre la población local.
El niño y su familia han tenido que pasar un periodo de siete días de aislamiento en el hospital Monseñor Sanabria, en la ciudad de Puntarenas, bajo estrictas medidas de control: un cuarto cerrado con ventilación, presión negativa, acceso restringido y atención médica bajo protocolos de bioseguridad.
Ante la evolución favorable del pequeño, y pasados los siete días que exigen los reglamentos nacionales e internacionales para evitar el contagio a la población, las autoridades determinaron el fin del periodo de cuarentena este pasado lunes.
Según el Ministerio de Salud, el niño llegó al país el 18 de febrero y no cuenta con las vacunas específicas contra el sarampión.
Las autoridades sanitarias han intentado también localizar a todas las personas que hayan podido estar en contacto con la familia, entre ellos los 300 pasajeros que viajaron con ellos a bordo del vuelo de Air France con el que llegaron al país y las personas del hotel en el que el niño y sus padres se hospedaron el primer día.
En total, según la última información disponible, 104 personas han sido ya vacunadas.
Las autoridades costarricenses también han dicho que se han comunicado con Francia para que quienes hayan podido estar en contacto con el pequeño sean localizados e informados.
Los padres explicaron al personal del hospital que algunos amigos del menor con el que había mantenido contacto también tenían sarampión.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave causada por un virus de la familia de los paramixovirus.
A nivel mundial sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños pequeños, a pesar de que existe una vacuna segura y eficaz. En 2017, la enfermedad acabó con la vida de 111.000 personas en todo el mundo y se registraron un 30% más de casos que el año anterior, según cifras de la OMS.
La mayoría de las muertes se deben a complicaciones derivadas de la enfermedad, que puede llegar a causar ceguera, encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), diarrea grave (que puede provocar deshidratación), infecciones de oído y otras enfermedades respiratorias como la neumonía.
En países donde el sarampión ha sido prácticamente eliminado, señala la organización, los casos importados de otros países siguen siendo una importante fuente de infección.
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