A casi una semana de la explosión de una toma clandestina en San Primitivo, Tlahuelilpan, en Hidalgo, pobladores regresan a la zona del siniestro en busca de alguna pista del paradero de sus familiares y amigos.
El sitio es resguardado por policías estatales y federales, así como por militares. Cintas amarillas de precaución bordean el perímetro y un par de garrafas permanecen como testigos de lo ocurrido el pasado 18 de enero.
Una mujer peinó la zona con ayuda de una vara, buscaba a su cuñado. Ella y su esposo están convencidos de que no falleció en la tragedia que mantiene enlutado a Tlahuelilpan. “Nosotros tenemos la certeza de que él sí salió (de la parcela incendiada)”, afirmó.
Al terminar su inspección por el lugar, teñido de negro por la alfalfa quemada, la mujer y su marido hallaron un diminuto trozo de tela; lo guardaron con la esperanza de encontrar a su familiar.
A la distancia, sin ingresar a la zona cero, los observaba Martín Francisco Trejo Hernández, un hombre de 55 años que desconoce el destino de su hijo Martín Alfredo Trejo López.
Cada día, en el pueblo sepultan hasta a cinco personas, pero él tiene la esperanza de encontrar con vida a su hijo.
“Él era ayudante de albañil y después encontró otro trabajito, pero ese día se vino para acá”, dijo, con la voz entrecortada.
Recordó que tenía entre 10 y 12 años cuando se empezaron a excavar los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex); sin embargo, el auge del huachicoleo comenzó recientemente, lo que atribuye a la escasez de trabajo.
“Aquí constantemente han correteado a gente que se ha dedicado a eso, entonces, ¿por qué no las tapó?”, cuestionó el hombre, que vestía una playera del PRI.
Otro lamentó desconocer el paradero de su hijo.
“Me resignaré el día que, con vida o sin ella, me lo entreguen”.
El secretario de Salud en Hidalgo, Marco Antonio Escamilla Acosta, afirmó que de todos los lesionados que permanecen hospitalizados tras la explosión de la toma clandestina en Tlahuelilpan, ninguno se encuentra en calidad de desconocido.
El funcionario señaló que cada paciente internado está “plenamente identificado”, por lo que no hay familiares de ninguno, vivo o fallecido en algún hospital, que no hayan sido notificados de la situación de su consanguíneo.
Agregó que los heridos han sido canalizados a las unidades médicas dependiendo su nivel de gravedad.
“Tenemos un seguimiento permanente de cada uno de ellos. En aquellos casos donde se puede mejorar la atención, lo hemos hecho”, dijo.
Por otra parte, reconoció que el estado de salud de todos los internados —no precisó cuántos siguen hospitalizados— es delicado, algunos de ellos de gravedad extrema.
“Están en terapias intermedias, intensivas, áreas de aislamiento o especializadas para la atención de pacientes quemados”, explicó.
Adelantó que quienes sobrevivan quedarán con secuelas y, aunque de momento lo primordial es salvar su vida, necesitarán un proceso de rehabilitación.
“Cada caso será diferente, de acuerdo a lo que se haya afectado: extremidades, también pueden afectarse los riñones, corazón, ojos, oídos”, externó.
Sobre la discrepancia entre las cifras de muertes que reportan los gobiernos estatal y federal, el funcionario manifestó que se debe a que son muchas las instituciones involucradas; no obstante, aseguró que hay “un control perfecto” en el conteo.
El responsable de las políticas de Salud en Hidalgo agregó que cuatro pacientes fueron trasladados a clínicas particulares por petición de sus familiares.