Hacer deporte, subir escaleras, dormir… y practicar sexo: no es lo mismo hacerlo con 20 años que con 50.
Nuestro cuerpo cambia a medida que envejecemos, y las transformaciones físicas que experimentamos influyen también en la sexualidad.
Por ejemplo, la disminución de los niveles hormonales y los cambios neurológicos y circulatorios pueden provocar, entre otras cosas, disfunción eréctil o dolor vaginal.
Sin embargo, no todo lo que conlleva envejecer es negativo: a partir de cierta edad contamos con más habilidades comunicativas y menos inhibiciones, lo que puede ser una gran baza en la cama.
Para ayudar a resolver esos molestos problemas sexuales, la Escuela de Medicina de Harvard elaboró una lista con consejos fácilmente aplicables para una vida sexual satisfactoria.
Hay mucho material de autoayuda válido disponible sobre los problemas sexuales. Busca lo que es más adecuado para ti y asegúrate de que tanto tú como tu pareja están bien informados.
Y si les resulta violento hablar de ello cara a cara, pueden intercambiar los pasajes que les resultaron más interesantes.
A medida que envejecemos, los reflejos sexuales se ralentizan.
Así, se suele necesitar más tiempo para llegar al orgasmo, y por eso es más fácil lograrlo en un entorno tranquilo, cómodo y sin interrupciones.
Invertir más tiempo en hacer el amor nos puede llevar a experiencias sexuales nuevas.
Es habitual que la transición a la menopausia vaya acompañada de sequedad vaginal, que se puede subsanar con geles lubricantes.
Son útiles para evitar relaciones sexuales dolorosas, que suelen derivar en problemas de libido y tensiones en la pareja.
Aunque los problemas en la cama te preocupen y estés tenso, besarse y abrazarse es esencial para mantener los vínculos emocionales y físicos.
Muchos terapeutas aconsejan técnicas de enfoque sensorial para recuperar la intimidad física sin sentirse presionado.
Se trata de tocarse el uno al otro mientras cada uno se concentra en sus percepciones y su sensualidad.
Ampliar el repertorio de posturas, además de hacer que el sexo sea más interesante, puede ayudar a superar ciertos problemas.
Ciertas posiciones facilitan que la mujer llegue al orgasmo.
Se trata de explorar prácticas que crees que serán excitantes para ti o tu pareja.
Por ejemplo, piensa en situaciones que te resultan excitantes y explícaselas. Este ejercicio es especialmente útil para parejas con poco deseo sexual.
Los ejercicios de Kegel sirven para fortalecer los músculos pélvicos.
¿ En qué consisten? Se trata de apretar el músculo que contraemos cuando tratamos de detener la orina. Mantenlo apretado dos o tres segundos y luego relájalo. Repítelo 10 veces durante cinco series al día.
Hacerlo mejorará las condiciones físicas para la vida sexual.
Haz algo que te calme y te haga sentir bien antes de iniciar las relaciones sexuales, como salir a cenar o practicar técnicas de relajación como ejercicios de respiración.
Los vibradores pueden ayudar a las mujeres a conocerse mejor sexualmente, por lo que pueden explicar a su pareja qué es lo que les gusta.
Si a pesar de haberlo intentado la situación no mejora, no te desesperes.
Recurre a tu médico para que te ayude o te ponga en contacto con un terapeuta sexual que identifique lo que te priva de tener una vida sexual satisfactoria.
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