El Manchester United ha jugado 207 partidos desde que el que fuera su entrenador Alex Ferguson se retirara hace cinco años, al final de la temporada 2012-2013.
En ese período ha tenido cuatro entrenadores, el más reciente nombrado este miércoles en la figura del noruego Ole Gunnar Solskjaer, y ya está buscando uno nuevo para que se haga cargo del equipo a partir del año que viene.
Algo inaudito viniendo de un club que fue modelo de longevidad en ese cargo al aguantar pacientemente los años más difíciles de Ferguson y ser recompensado con un período de gloria sin precedentes y seguramente irrepetible en el fútbol inglés.
Durante los 26 años y 1.500 partidos del técnico escocés, el conjunto de Old Trafford amasó 13 títulos de la Liga Premier, dos Champions League y numerosas copas en Inglaterra.
Éxito que se habla en pasado y que cada vez parece más distante.
Bajo la dirección de Ferguson el fútbol cambió y el mundo evolucionó, pero debido a que el United seguía ganando, no se hicieron ajustes y el club quedó estancado en otro tiempo.
De ahí que hay quienes crean que hasta el legendario entrenador hubiera fracasado en caso de que le hubiera tocado la difícil tarea de reemplazarse a sí mismo.
Otros consideran que él fue el principal culpable de no hacer frente a los problemas que hicieron que fuera imposible el trabajo del portugués José Mourinho, el holandés Louis van Gaal o el también escocés David Moyes.
Ferguson decidió dar un paso al costado en 2013 tras ganar su 13ª liga en la Premier con 11 puntos de ventaja, dos temporadas después de alcanzar su tercera final de Champions en cuatro años.
Es posible que su salida la haya decidido consciente de las deficiencias estructurales que han quedado en evidencia en los años siguientes en el club, en particular la falta de un modelo de organización capaz de solventar la ausencia de un líder como fue el escocés.
Esa última temporada terminó siendo un espejismo ajeno a la precariedad de un club que poco a poco ha ido perdiendo su identidad.
Atrás quedó la llamada generación del 92, la quinta formada por David Beckham, Paul Scholes, Nicky Butt y los hermanos Neville, Gary y Phil, que junto a otro producto de la cantera, Ryan Giggs, ganaron todos los títulos por haber a nivel de clubes.
Negado a respaldar con educación privada a sus futbolistas de las categorías infantiles, como es la política del Manchester City, United ya no atrae a los mejores prospectos del fútbol inglés.
Una evidencia es que dos de sus jugadores más reconocidos, Wayne Rooney y Darren Fletcher, decidieron mandar a sus hijos a la academia del City.
Desde el Manchester United se justificó la salida de Mourinho arguyendo diferencias con su estilo, la falta de armonía con la plantilla, la falta de progresión de los jugadores de las inferiores y su desinterés por los valores del club.
Pero la verdad es que no todo lo que está pasando es su culpa.
El United no solo perdió a Ferguson hace cinco años, también se fue en 2013 David Gill, el respetable director ejecutivo que se encargó de cumplir la mayoría de los deseos y caprichos del técnico escocés.
El poder en la toma de decisiones lo asumió Ed Woodward, quien se ganó la confianza de la familia Glazer cuando dirigió la controversial compra del club en 2005.
Calificado de "ingenuo" por parte de Gary Neville, Woodward ha sido el responsable directo en la elección y posterior fracaso de tres entrenadores, un aspecto del juego al que Gill nunca tuvo que hacer frente.
Los aficionados lo suelen acusar de preocuparse más de la parte comercial del club que del propio fútbol, generando más suspicacia cuando en mayo dijo que los resultados en el campo tienen muy poco impacto en las finanzas del equipo.
Neville fue uno de los primeros es cuestionar el por qué se le renovó y mejoró el contrato a Mourinho en enero si después, en julio, rechazó fichar a un nuevo defensa central como lo pedía el técnico portugués.
"¿Quién está calificado en ese club para decirle a José Mourinho que no puede comprar a un defensa central?", criticó Neville en octubre.
"El club está podrido hasta la médula y eso viene desde arriba", aseguró.
El Manchester United optó por no introducir la figura de un director deportivo en su organigrama cuando Ferguson estuvo a cargo del equipo y la verdad es que a nadie se le hubiera ocurrido mermar el poder de un entrenador tan exitoso como el escocés.
Solo ahora, con el equipo a la deriva, es que parece entender la necesidad de contar con alguien que se encargue de ver lo que requiere el equipo en términos de refuerzos pensando en una estructura establecida y no fichar grandes nombres cada temporada sin que haya un patrón común.
Mourinho utilizó 14 jugadores contra el Liverpool el pasado domingo y solo dos de ellos crecieron en el club.
Los otros 12 llegaron de la mano de cuatro entrenadores distintos.
Aquellos con un profundo conocimiento del fútbol moderno saben desde hace tiempo que este problema es uno que el club tiene que solucionar con carácter de urgencia.
Que la voz del entrenador debe participar en el proceso de selección, pero que por encima de cualquier técnico debería haber una filosofía de club que genere beneficios en el campo.
Por eso no extraña que, mientras el Manchester City y Liverpool trabajan de acuerdo a un plan, United no ha podido todavía recuperar los más de US$200 millones invertidos en Paul Pogba, Romelu Lukaku y Álexis Sánchez, tomando en cuenta lo que costó el armenio Henrikh Mkhitaryan.
Entre los tres ganan más de US$1 millón a la semana y en un importante partido de la Champions contra el Young Boys suizo, jugado el mes pasado, ninguno estuvo en el once titular.
El delantero chileno ni siquiera estuvo en el banquillo.
Por ahora Solskjaer tendrá que encontrarle sentido a una plantilla que ha sido formada por las decisiones personales de Ferguson, Moyes, Van Gaal y Mourinho.
El noruego estará hasta el final de la actual temporada, y es durante ese tiempo que el United deberá crear una base sólida en su estructura que le sirva de plataforma de cara el futuro.
Eso sin importar el nombre del nuevo entrenador.
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