"Señor has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga…"
La melodía y la letra de esa canción perfectamente te pueden venir a la cabeza en cualquier momento y puedes tararearla una y otra vez sin saber muy bien por qué.
Y no es un éxito de Maluma ni el último lanzamiento de la estrella latina J.Balvin. No es un clásico del rock ni un tema inconfundible de una banda internacional reconocida.
Y sin embargo, si se canta en voz alta, es muy probable que otra persona la reconozca y se una al coro.
Es una canción de misa, repetida en las iglesias de países hispanohablantes desde hace décadas.
Pero, ¿cuál es el origen de esas canciones de misa y por qué resultan tan pegajosas?
Pues, en primer lugar: las muchas horas en la iglesia cada domingo, y toda la Semana Santa y fiestas de guardar es posible que hayan dejado varias consecuencias.
Y un cancionero interminable de melodías que muchos años después -en los que es posible que nunca se haya vuelto a pisar una iglesia- se repite con el mismo deleite de un éxito bailable.
En BBC Mundo, en plena época de fiestas y celebraciones que incluyen la Navidad, hacemos un recuento del origen de cuatro de la algunas canciones que se nos quedaron pegadas para siempre.
"Vienen con alegría"
"Vienen con alegría, Señor/ Cantando vienen con alegría, Señor/ Los que caminan por la vida, Señor/ sembrando tu paz y amor".
Esa es la primera estrofa de "Vienen con alegría", una de las canciones más populares del cancionero católico popular.
Y lo es por una razón: es una de las canciones más utilizadas en el inicio de la misa.
Además, su autoría es atribuida a uno de los compositores más conocidos de canciones litúrgicas en español: el sacerdote Cesáreo Gabaráin.
Gabaráin, quien nació en España en 1936 y murió en 1991, fue un prolífico autor, con casi 500 composiciones, y el único del mundo musical religioso en recibir un disco de oro en España.
Y esto se debió especialmente a la apertura que le dio el Concilio Vaticano II al uso de estas canciones en vez de los tradicionales cantos litúrgicos en latín.
Y esta es una de sus canciones más perdurables.
"Juntos como hermanos"
La tonada lenta de esta canción es otro clásico para la entrada de la celebración eucarística.
"Juntos como hermanos/ miembros de una iglesia,/ vamos caminando/ al encuentro del Señor".
Al principio fue atribuida a Gabaráin, sin embargo, el portal Churchpop anotó que la melodía era muy parecida a una canción compuesta por Harry T. Burleigh en el siglo XIX, que se tituló "My Lord What a Morning".
"Lo más probable es que Gabaráin haya hecho una adaptación de esa melodía", explicó el portal.
"El Señor nos da su amor"
Es una canción repetida dentro del cancionero de la misa, especialmente porque se escucha en el momento de la eucaristía, que es un momento de reflexión.
"El Señor nos da su amor/ como nadie nos lo dio./ El conduce nuestros pasos/ con su fuerza y con su luz", dice la letra (aunque hay variaciones regionales en los versos de esta canción que se conoce desde México hasta Argentina).
Aunque no se conoce un autor de manera oficial, el periodista Michael Zárate escribió en el diario El Comercio de Perú que la melodía guardaba una cierta relación con "We’ll Understand It Better By And By", un tema que incluyó Elvis Presley en su álbum "How Great Thou Art", de 1967.
"Pero lo cierto es que esa melodía fue compuesta en 1904 por el pastor metodista Charles Albert Tindley, considerado el padre fundador de la música góspel de EE.UU.", afirmó Zárate.
"Pescador de hombres"
Es considerado uno de los grandes éxitos de Gabaráin.
La letra, que resume el aspecto vocacional de la religión, puede tocar las fibras del ateo más recalcitrante.
"Señor, me has mirado a los ojos / Sonriendo has dicho mi nombre / En la arena he dejado mi barca / junto a Ti buscaré otro mar".
La canción, que por lo general se interpreta en el momento de la comunión, fue compuesta en 1974 después de un viaje del sacerdote vasco por Tierra Santa.
Tras su estreno se convirtió en un éxito. El papa Juan Pablo II declaró varias veces que era una de sus canciones favoritas.
Y por esa razón nombró a Gabaráin como capellán de Su Santidad.
"Hombre verdadero"
Hay canciones que se quedan grabadas a fuego por su coro. Y esta es una de ellas. La melodía, que es lenta y basada en una balada rock, se enciende en el preciso momento del estribillo.
"Eres Jesús el carpintero/ el de alegrías y quebrantos/ de pobres y afligidos/ de mi canto y el de tantos".
Aunque poco se conoce de su autor, en varios blogs de Chile señalan que se trataría de José Luis Ramaciotti Fracchia, quien gracias a la interpretación de Cecilia Echenique y Tita Munita se quedó con el premio de la primera versión del concurso "Una canción para Jesús", que se realizó en Chile en 1978.
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