Una esperanza de paz se asoma para la mayor crisis humanitaria del mundo en los últimos años.
Por primera vez en más de dos años, representantes de las fuerzas gubernamentales de Yemen se reunirán en Suecia este jueves con enviados de los rebeldes hutíes bajo el auspicio de Naciones Unidas para intentar encontrar una solución a una guerra que ya provocó una de las peores hambrunas de la historia.
Desde que comenzara el conflicto hace tres años, se estima que al menos 10.000 personas han muerto, más de 8 millones viven en la hambruna y, según estimaciones de la organización Save the Children, más de 85.000 niños menores de 5 años perdieron la vida a causa del hambre.
Pero ahora, tras un largo lapso de renuencias a cualquier tipo de diálogo, las partes han aceptado sentarse otra vez a la mesa desde un fallido intento en 2016.
Johannesbergs, un castillo en las afueras de Estocolmo, será el escenario que reunirá a líderes opositores hutíes (que son respaldados por Irán) y los representantes del gobierno yemení (que han tenido el apoyo de Arabia Saudita y una coalición de países de Occidente).
Mohamed Abdi, director de Yemen para el Consejo Noruego para los Refugiados, consideró que las conversaciones podrían ser una posibilidad para "un cambio inmediato" en la situación del país… o una puerta para una catástrofe mayor.
"Si el diálogo fracasa, o se estanca, también lo harán las esperanzas de detener el constante descenso de Yemen hacia el infierno", afirmó en un comunicado.
Tres serán las condiciones que discutirán las partes como condiciones para un alto al fuego y como un primer paso hacia una paz que, hasta ahora, no ha mostrado indicios concretos.
Aquí te contamos cuáles son.
El tema de los prisioneros de guerra ha sido un punto crítico del conflicto desde que la alianza liderada por Arabia Saudita intervino en la guerra civil en 2015 después de que el movimiento hutí derrocara al gobierno de Abd-Rabbu Mansour Hadi.
De ahí que, según explicó el mediador de Naciones Unidas, Martin Griffiths, un foco inicial de las discusiones será establecer mecanismos para implementar un programa masivo de intercambio de prisioneros, que sería establecido y supervisado por el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Ya en septiembre pasado, los rebeldes rechazaron sentarse a negociar en un intento de diálogo previo luego de que la coalición liderada por Arabia Saudita y Emiratos Árabes no cumpliera un acuerdo para el tratamiento de soldados hutíes heridos.
Como gesto de conciliación ahora, las fuerzas de Riad suavizaron temporalmente su bloqueo esta semana para permitir que un avión con 50 rebeldes heridos volara a la capital de Omán para recibir tratamiento médico.
La "medida de confianza" tuvo lugar después de que los llamados al diálogo entre las partes crecieran en los últimos dos meses, cuando el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudita de Estambul pusiera nuevamente sobre el tapete la actividad de Riad en Medio Oriente.
Desde entonces varios congresistas de Estados Unidos han comenzado a presionar para encontrar una solución a la crisis de Yemen y Washington suspendió el suministro a los aviones militares de la coalición, a cuyos bombardeos se atribuye la muerte de miles de personas.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, llegó incluso a fijar a finales de octubre un plazo de 30 días para que las partes se volvieran a sentar "alrededor de una mesa de paz" para "terminar esta guerra".
Un estratégico punto geográfico será otra de las bases para el cese al fuego.
Y es que Naciones Unidas busca evitar a través de las negociaciones un asalto a gran escala contra la ciudad portuaria de Hodeidah, la principal entrada marítima de Yemen, bajo control hutí desde 2014 y asediada desde junio de este año por fuerzas de Emiratos Árabes Unidos con apoyo aéreo de Arabia Saudita.
Por ese lugar llega más del 70% de toda la ayuda humanitaria que recibe el país y más del 90% de los abastos de productos básicos que se consumen en su región norte.
De ahí que la ciudad se haya convertido en uno de los focos principales del conflicto y, su control, en una de las cuestiones más encarnadas entre las partes.
"Si estos puertos se cierran, aunque sea solo por unos días, el impacto es inmediato y decisivo", explicó a la BBC hace unas semanas Lise Grande, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas en Yemen.
La ONU alerta que, en el peor escenario, la batalla por la ciudad podría costar hasta 250.000 vidas y profundizar aún más la crisis alimentaria que vive el país.
En el último año, el coste de los alimentos básicos en Yemen aumentó un 35% y organismos internacionales estiman que entre 12 y 13 millones de civiles están en riesgo de morir por falta de comida.
Hodeidah vive una tregua desde el pasado 13 de noviembre, pero esto, de acuerdo con analistas internacionales, no significa que las fuerzas en pugna hayan renunciado a la batalla por su control.
De ahí que el destino de Hodeidah y cómo se ejercerá su control es uno de los temas centrales en las conversaciones.
El aeropuerto internacional de Saná, la principal vía de acceso aéreo al país, fue uno de los principales objetivos de los rebeldes desde el inicio del conflicto armado, que tuvo sus orígenes en la primavera árabe de 2011.
Tiempo después de que un levantamiento forzara al presidente del país Ali Abdullah Saleh a dejar el poder en manos de Hadi, su vicepresidente, el aeropuerto pasó a manos de los rebeldes y, poco después, se convirtió en un foco de los bombardeos sauditas.
Desde marzo de 2015, la coalición liderada por Riad impuso una zona de exclusión aérea en el país, por lo que los vuelos civiles han dejado de operar allí casi en su totalidad, salvo algunos meses de gracia que han culminado con nuevos bombardeos o restricciones de vuelos.
Un panel de expertos de la ONU consideró hace unos meses que el "cierre efectivo" de la terminal aérea constituye una violación del derecho internacional humanitario.
La coalición, por su parte, acusa a los hutíes de contrabandear armas desde Irán a través del aeropuerto, mientras los rebeldes considerar que ceder el control de las instalaciones sería entregar una fuerza estratégica a sus enemigos.
A finales del año pasado, las autoridades permitieron finalmente que el aeropuerto reabriera para recibir la ayuda humanitaria, pero el retorno de las operaciones áreas se considera un paso fundamental para dar los primeros pasos hacia la recuperación del país.
El fin de semana pasado, los rebeldes anunciaron que el aeropuerto cumplía con los requisitos de la Organización de Aviación Civil Internacional para "recibir vuelos civiles" si se liberaba el espacio aéreo, pero se desconoce si realmente sus instalaciones bombardeadas podrían suportar el flujo de pasajeros civiles.
Según estimaciones de la ONU, entre 25.000 y 30.000 personas están en riesgo cada día, porque no pueden salir del país a través del aeropuerto de Sana.
De ahí que esa organización considere fundamental su apertura para poder permitir la evacuación de miles de yemenitas que necesitan ayuda.
Pese a que estas tres condiciones -la entrada en funciones del aeropuerto, el intercambio de prisioneros o el cese del cerco de Hodeidah- abrirían el camino hacia la paz, los expertos advierten que no podrían garantizar por sí mismas la estabilidad en las ya inexistentes instituciones del país.
Por ello, según explicó el enviado de Naciones Unidas, si se lograra un acuerdo en estos puntos, sería solo la base para medidas posteriores, como la creación de un gobierno de transición.
Mucho tendría que pasar y dialogarse para entonces.
Las conversaciones anteriores fallaron de forma súbita tras 108 días de diálogo y numerosos expertos temen que, de suceder ahora lo mismo, la catástrofe que ya pesa sobre Yemen deje huellas aún peores, como nunca antes vistas en la historia del hombre.
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