Dejar de consumir carne o leche de vaca es una de las acciones más efectivas que los consumidores pueden realizar para combatir el cambio climático.
Ésa es la conclusión del estudio realizado por los investigadores Joseph Poore, de la Universidad de Oxford en Inglaterra, y Thomas Nemecek, del Instituto Agroscope en Suiza.
De todos los productos analizados en el estudio, la carne vacuna y ovina tienen el efecto más dañino en el medio ambiente.
Y su impacto es mucho peor en Sudamérica, según los investigadores.
De acuerdo a Poore, la producción promedio de carne vacuna sudamericana produce tres veces más gases de invernadero y requiere 10 veces más tierra que la producción vacuna en Europa.
La palabra clave aquí es "promedio", señaló Poore a BBC Mundo, ya que las variaciones pueden ser muy grandes.
Criar ganado en tierra desforestada produce, por ejemplo, 12 veces más emisiones de gases de invernadero que hacerlo en pasturas naturales.
Fue a partir del estudio de Poore, publicado este año en la revista Science, que la BBC elaboró una calculadora para que veas el impacto de tu dieta en el calentamiento global.
Pero algunos expertos advierten que dejar de comer carne vacuna "no es la panacea" que describen muchos medios de prensa.
¿Qué tan dañina es realmente la producción de carne vacuna para el planeta? ¿Y por qué la ganadería de América Latina es considerada la peor en términos de emisiones?
El estudio de Poore y Nemecek se basó en datos de cerca de 40.000 fincas en 119 países.
Mientras la carne en general y la leche de vaca proveen poco menos del 18% de las calorías y el 37% de la proteína a nivel mundial, usan la gran mayoría -83%- de la tierra agrícola y producen el 60% de las emisiones de gases de invernadero procedentes de la agricultura, según los investigadores.
Y si se eliminara el consumo de carne y leche, el uso de tierra agrícola se reduciría en un 75% a nivel global, asegura el estudio.
¿Cómo explica Poore que la ganadería en Sudamérica tenga un impacto tanto mayor que la de Europa?
"En primer lugar, el 80% de la carne vacuna de Europa es coproducida junto a los lácteos. En Sudamérica, eso ocurre con el 30% de la carne vacuna", señaló Poore a BBC Mundo.
"Cuando coproduces, los costos ambientales son compartidos. Y el ganado lechero europeo es alimentado usualmente con cereales y forrajes, lo que reduce el uso de tierra, aunque no siempre".
"En segundo lugar, en Sudamérica grandes áreas de pasturas están degradadas y producir carne en pasturas degradadas requiere más tierra".
En cuando a las emisiones, Poore señaló que el principal problema en el caso de Sudamérica es la producción ganadera en tierra previamente desforestada.
El investigador brasileño André Mazzatto, de la Universidad de Bangor en Gales, es el autor principal de un estudio de 2015 sobre estrategias para reducir emisiones en la ganadería de Brasil.
Mazzatto reconoce que hay mucho campo para mejorar la eficiencia de las fincas tropicales, pero también advierte que "el concentrado para el ganado en Europa es producido usualmente en otros países" y una mayor demanda de soya o maíz para alimento animal tendrá un impacto en el medio ambiente.
Si el concentrado es producido con soya de Brasil o Argentina, por ejemplo, el impacto ambiental del ganado europeo también debe incluir el uso de tierra en Sudamérica para producir esa soya.
Poore aseguró a BBC Mundo que en su estudio "se tomó en cuenta la tierra usada tanto en concentrados como pasturas". "No hemos dejado nada fuera", asegura.
En cuanto a las diferencias entre Europa y Sudamérica, Mazzatto señaló que "en Europa el sistema está basado en la intensificación y el uso de concentrados, de soya o maíz, especialmente en invierno".
"En América Latina es posible producir carne en pasturas todo el año".
Y también destacó las grandes diferencias dentro de América Latina.
"En algunos sitos como la pampa de Uruguay, Argentina y sur de Brasil, la pastura es nativa y muy productiva, allí no crecerá naturalmente un bosque, por lo que la ganadería es más amigable que en la Amazonía, donde debe haber habido desforestación".
El investigador estadounidense Frank Mitloehner, profesor de ciencia animal y calidad del aire en la Universidad de California, Davis, asegura que "dejar de comer carne no salvará el planeta".
Mitloehner publicó recientemente un artículo en el sitio The Conversation con el título "Sí, comer carne afecta el medio ambiente, pero las vacas no están matando el clima".
"De acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las mayores fuentes de gases de efecto invernadero de este país en 2016 fueron la producción de electricidad (28%), el transporte (28%) y la industria (22%). La agricultura representó un 9% y la producción animal menos de la mitad de esta cifra (3,9%)", señaló Mitloehner.
Un estudio reciente (White and Hall, 2017) estimó que si todos los estadounidenses dejaran de comer carne, las emisiones de gases de invernadero del sector alimentos en ese país caerían solo un 2,6%.
Para Mitloehner, "renunciar a la carne y los productos cárnicos no es la panacea ambiental que a veces nos presentan".
Mazzatto señaló que "de acuerdo a la FAO, el sector ganadero representa el 14,5% de las emisiones de gases de invernadero inducidas por el ser humano (datos del informe ‘Enfrentando el cambio climático a través de la ganadería’). La mayor parte de las emisiones son generadas por el transporte y los combustibles fósiles".
"Si realmente quieres tener un impacto significativo en el ambiente, debes volar menos en avión, usar autos más eficientes y transporte público, y aislar en forma más eficiente tu casa. Eso tendrá un mayor impacto que dejar de comer carne".
La importancia de reducir las emisiones de la ganadería a nivel global es algo en lo que todos los investigadores consultados por BBC Mundo coinciden.
La buena noticia es que en América Latina hay muchas oportunidades para lograrlo.
Mazzatto menciona entre algunas de las estrategias el mejor manejo de pasturas y el uso de razas más productivas.
El tema es crucial para la región. La FAO organizó en agosto en Colombia un encuentro para debatir precisamente "innovaciones en la producción cárnica de bajas emisiones de carbono".
Para Mazzatto, "es importante ver el panorama completo".
Si todo el mundo deja de comer carne "la gente querrá otras fuentes de proteína como soya, nueces y frijoles, y productos de monocultivos como arroz y maíz".
Un aumento en la demanda global de estos alimentos "podría resultar en más desforestación en América Latina, ya que no todas las áreas de pasturas pueden ser convertidas a cultivos".
"Yo respeto la opción de la gente que no quiere comer carne por razones éticas, pero el argumento de que hacerlo ‘salvará al planeta’ o ‘tendrá un impacto ambiental gigante’ no es una buena razón para hacerse vegetariano", opinó el académico brasileño.
"No hay una única ‘fórmula milagrosa’ para resolver el problema de las emisiones de gases de invernadero"
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