El gigante tecnológico Microsoft ganó una doble batalla contra sus competidores y contra parte de sus propios empleados -que firmaron una carta en contra- para ofrecer su tecnología al ejército estadounidense.
La compañía firmó un contrato de US$480 millones con el Departamento de Defensa para proporcionar a los soldados 100.000 unidades de gafas HoloLens, un dispositivo con el que espera optimizar sus capacidades en el campo de batalla.
El gobierno dijo que estas gafas, que funcionan con realidad mixta -una mezcla de realidad virtual y aumentada- "incrementarán la capacidad letal de los soldados, al mejorar la habilidad de detección, decisión y enfrentamiento al enemigo".
De acuerdo con un comunicado distribuido por Microsoft, las HoloLens proporcionarán a las tropas "más y mejor información" para la toma de decisiones.
El ejército de estadounidense ya las usaba para entrenar -y también el de Israel- , pero a partir de ahora Estados Unidos las usará además en combate.
¿Qué son las HoloLens y cómo pueden ser útiles en el campo militar?
Microsoft sacó al mercado sus gafas HoloLens hace casi tres años, en marzo de 2016, cuando comenzó a distribuir una versión especial para desarrolladores. La empresa no ha dicho cuántas unidades ha vendido en todo el mundo, tan solo habla de "miles". Pero todavía no existe un gran mercado de consumo.
Con el nuevo contrato, el ejército de Estados Unidos se ha convertido en el cliente más importante de Microsoft para HoloLens.
Una de las ventajas que ofrece para los soldados es que incorpora visión nocturna, un aspecto que puede ser vital para ciertas operaciones.
Además, el Departamento de Defensa le pidió a Microsoft que incluyera una serie de sensores térmicos para medir signos vitales como la respiración, la capacidad de "lectura" y el monitoreo de conmociones cerebrales.
Y las gafas ofrecen otras dos ventajas: protección auditiva y conexión wifi.
El ejército le ha encargado a la compañía 2.500 gafas HoloLens en un plazo de dos años.
Las HoloLens fueron diseñadas por los mismos desarrolladores de la tecnología Kinect para Xbox, que fue la sensación en el mercado de las consolas de videojuegos hace unos años.
Alex Kipman, el ingeniero brasileño que las inventó, explicó durante una presentación en 2015 que funcionan como unas gafas que cubren la vista con un lente transparente y que usan sensores para reproducir imágenes holográficas sobre imágenes reales.
Además, dijo que funcionan de manera autónoma, es decir, no requieren de una computadora o celular para su activación.
El principal competidor de HoloLens en el mercado estadounidense es Magic Leap. La firma de Florida también persiguió el contrato con el Ministerio de Defensa, pero no logró vencer a Microsoft.
A principios de agosto, el gobierno estadounidense se reunió con una veintena de firmas tecnológicas en busca de una posible colaboración.
Esas colaboraciones forman parte de un polémico plan llamado "proyecto JEDI" (Joint Enterprise Defense Infrastructure), en el que además de Microsoft participan Amazon, Oracle o IBM.
El contrato será adjudicado a una sola compañía, lo cual provocó duras críticas por parte de los postulantes, que no están de acuerdo con la idea de que exista un solo ganador.
Cientos de empleados de Microsoft le pidieron a la compañía en una carta abierta publicada en octubre que no se postulara. Dijeron que no están a favor de que las tecnologías se usen para "causar dolor o sufrimiento humano".
"Si Microsoft es responsable de los productos y servicios que fabrica, necesitamos establecer líneas éticas claras", se lee en el texto.
Sin embargo, a finales de ese mes, el presidente y director jurídico de Microsoft, Brad Smith, dijo que la compañía tiene intención de seguir vendiendo su software al ejército estadounidense.
Smith declaró en un comunicado que los empleados con escrúpulos éticos en cuanto a los proyectos pueden cambiarse a otro puesto de trabajo dentro de la empresa.
Aunque la tecnología y defensa son sectores que han estado muy relacionados históricamente, las tensiones han aumentado en el último año.
En junio de este año, Google dijo que no renovaría su proyecto Maven de inteligencia artificial con el Pentágono, luego que más de 3.000 empleados pidieran en una carta que se cancelara.
"Creemos que Google no debería participar en el negocio de la guerra", argumentaron.
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