De los 403 migrantes centroamericanos que fueron reubicados en el Faro Tláhuac, espacio habilitado de manera temporal para los que decidieron quedarse en la Ciudad de México, solo quedan 65, y antes del 28 de diciembre abandonarán este lugar, informaron autoridades capitalinas.
La mayoría de ellos son de Honduras y El Salvador, forman parte de la tercera y última caravana migrante de 2 mil personas que ingresó a México, y que partió de Centroamérica con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
Una parte del grupo logró avanzar a Tijuana, más de 200 se trasladaron hacia Guadalajara en donde una empresa los contrató. De los migrantes que se quedarán a trabajar en México algunos decidieron permanecer en la CDMX, y otros ya viajaron o están por partir a los estados en donde les ofrecieron empleo.
Alrededor de 60 pidieron la repatriación voluntaria a su país y ya son pocos los que esperan que situación migratoria se resuelva, de acuerdo con Joaquín Aguilar, del albergue Hermanos en el Camino quien acompañó a esta caravana desde su llegada al país.
Diferentes empresas visitaron el campamento de Tláhuac para ofrecer empleos a los centroamericanos que permanecen ahí desde el 25 de noviembre. Entra las plazas ofertadas están las de guardias de seguridad, obreros, ayudantes generales para diversas fábricas, ayudantes en albañilería, así como en el sector hotelero, restaurantero y en maquiladoras.
Al principio el Faro Tláhuac estaba lleno, recuerda la hondureña Digna Polanco, quien ahora con los pocos compañeros que quedan comparte las tardes, pláticas y los alimentos. “La verdad es que sí se les extraña, pero a uno le da gusto que algunos ya tengan trabajo o estén rentando un cuartito y comiencen una nueva vida”, dice.
Para Digna, sus compañeros, todos desconocidos cuando partieron de la frontera sur, se convirtieron en su familia, cuenta a Animal Político.
El Año Nuevo ya no la pasarán juntos en el Faro, cada quien seguirá su camino en diferentes puntos del país. Hay quienes irán hacia Chihuahua, Guadalajara o Monterrey, donde ya tienen empleo, su situación migratoria es legal y podrán permanecer en el país durante un año.
Otros tienen algunas semanas trabajando ya en negocios de las alcaldías de Iztapalapa y Tláhuac y decidieron quedarse en la ciudad, ahora lo que buscan es un lugar para rentar. Ese es el caso de Javier quien viajó solo desde Honduras, decidió no avanzar hacia el norte y mejor quedarse a vivir en la ciudad.
Cerca del Faro Javier encontró un local de hojalatería y pintura en donde solicitaban personal. Obtuvo el trabajo, y aunque no sabe mucho, el dueño del negocio lo está apoyando para que aprenda. Hasta ahora no pagaba renta ni comida porque se quedaba en este albergue temporal, ahora está buscando un lugar donde vivir.
“Yo me quedaré aquí, me han tratado muy bien, tengo trabajo y sé que viene lo difícil porque gastaré en renta, en comida y todo lo que me haga falta. Me gustaría vivir solo, pero si no se puede veré quien más se queda para compartir los gastos, la verdad estoy muy entusiasmado, en Honduras no hay trabajo y acá ya tengo, no puedo pedir más”, cuenta tras salir de trabajar y regresar al Faro Tláhuac.
La cena de Navidad prácticamente fue la última celebración que tuvieron juntos: su menú consistió de sopa fría, pavo a la naranja, ensalada de manzana y ponche.
“Nuestra Navidad fue distinta, triste porque estamos lejos de nuestra familia, en mi caso extraño muchísimo a mi hija de ocho años que se quedó en Honduras, ya hablé con ella, le prometí que la próxima Navidad la pasaremos juntas. Entre los que quedamos nos apoyamos mucho y nos damos ánimo, pero sí es difícil”, cuenta Digna Polanco.
Ella salió de su país con su hijo de cuatro años en busca de una mejor vida ya que en Honduras, dice, hay falta de oportunidades y es muy difícil conseguir empleo.
Cuando ella tomó la decisión de viajar a México para luego llegar a los Estados Unidos, la primera caravana migrante llevaba cuatro días de camino, pero logró alcanzarlos pidiendo apoyo.
La mayoría de los integrantes de la primera caravana llegaron a Tijuana, sin embargo, ella no pudo avanzar con ellos debido a que Anthony, su hijo, se enfermó debido al intenso frío y le dio mucha fiebre.
Una vez que el menor se recuperó se integró a la tercera caravana, en el camino hizo nuevos amigos, todos compartieron historias y se apoyaron, pero finalmente, ya con la visa humanitaria de ella y del pequeño Anthony, viajarán esta semana junto con otras 18 personas hacia Guadalajara, donde les ofrecieron trabajo en una fábrica de costura.
Digna planea trabajar seis meses, ahorrar y seguir a EU donde tiene familia y amigos que la apoyarán. Aunque no sabe coser le ofrecieron capacitación y estancia infantil para que su hijo pueda quedarse mientras ella trabaja.
“Tengo fe en que me irá bien y podré llegar a EU para darle una mejor vida a mis hijos, ahorita yo ya estaría en Tijuana, pero por algo pasan las cosas, me quedé aquí y ahora pienso echarle muchas ganas”, asegura.
Recientemente el Instituto Nacional de Migración (INM) entregó tarjetas de visitante por razones humanitarias a 108 centroamericanos albergados en el Faro Tláhuac. Con ellas, los migrantes podrán transitar por territorio nacional, y obtendrán la Clave Única de Registro de Población (CURP) Temporal para extranjeros, con la que accederán a servicios públicos y tendrán derecho a empleo, salud y educación.
A finales de noviembre, 184 migrantes iniciaron sus trámites para regularizar su estancia en México. A la gran mayoría ya se le entregó su documento migratorio y quedan pocos trámites pendientes de concluir, sostuvo Joaquín Aguilar, del albergue Hermanos en el Camino.
De acuerdo con la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez Hernández, se estima que en este éxodo pasaron por la ciudad aproximadamente 10 mil migrantes.
En el Faro los centroamericanos tenían actividades de esparcimiento, recibían alimento tres veces al día, servicios de salud, seguridad y acompañamiento de personal de la CDHDF.
La primera caravana de migrantes centroamericanos, la mayoría originarios de Honduras, que salió el pasado 12 de octubre de San Pedro Sula llegó el 4 de noviembre a la Ciudad de México, donde fueron albergados en el deportivo de la Magdalena Mixhuca, en la alcaldía Venustiano Carranza.
A este primer grupo que dejó la capital mexicana días después para seguir su camino hacia Estados Unidos, le siguieron varios más que llegaron conforme pasaron las semanas. El último grupo, el del Faro Tláhuac, en su mayoría iniciaron los trámites para regularizar su estancia legal en México.
Al Faro ingresaron 403 migrantes centroamericanos, de los cuales 300 fueron hombres, 68 mujeres y 35 niños y niñas, de acuerdo con la CDHDF.
La mayoría iniciará 2019 en un destino diferente, con trabajo, separados de su familia, y ahora, lejos de los amigos y los apoyos que hicieron en el camino.