Nicaragua termina un año particularmente turbulento, bajo la amenaza de sanciones por parte de Estados Unidos y con los activistas de derechos humanos denunciado un aumento de la represión.
La semana pasada, el Congreso estadounidense aprobó una ley que ordena a sus representantes en organismos financieros internacionales oponerse a nuevos préstamos o programas de asistencia técnica para Nicaragua y ordena sanciones contra todos "los responsables y cómplices" de actos de corrupción y violaciones a los derechos humanos en ese país.
Pero la medida, coloquialmente conocida como la Nica Act -que todavía tiene que ser sancionada por el presidente Donald Trump-, por el momento solo parece haber provocado lo que la reconocida activista de derechos humanos Bianca Jagger describe como un "verdadero asalto" en contra del periodismo independiente y las organizaciones defensoras humanos en el mayor de los países centroamericanos.
Jagger -quien es presidenta de la Fundación Bianca Jagger Pro Defensa de los Derechos Humanos, miembro del consejo de liderazgo de Amnistía Internacional y embajadora de buena voluntad del Consejo Europeo- es sin duda una de las voces que más esfuerzo han hecho por visibilizar a nivel internacional lo que ha estado ocurriendo en Nicaragua desde el 19 de abril pasado.
BBC Mundo conversó con ella en Londres sobre la situación en su país natal, a casi ocho meses del inicio de la ola de protestas en contra del gobierno del presidente Daniel Ortega que ya suma al menos 325 muertos, y que ha sido denunciada por el mandatario como un intento de golpe de Estado en su contra.
¿Qué tan difícil ha sido mantener la atención sobre lo que está pasando en Nicaragua?
Sinceramente, a mí me ha sorprendido la falta de interés de los medios sobre lo que está ocurriendo en Nicaragua, porque el asalto a los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad que están siendo cometidos por Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, son quizás, diría yo, aún peor que lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Venezuela.
Solo en estos últimos días hemos visto un verdadero asalto en contra de las organizaciones de derechos humanos y contra los medios de comunicación, en el cual les han quitado la personalidad jurídica a nueve organizaciones: han atacado incluso a la organización de derechos humanos más importante y prestigiosa de Nicaragua, el Cendidh (Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos), le han quitado los equipos y han ocupado las oficinas del Confidencial y atropellado a Carlos Fernando Chamorro, que es uno de los periodistas más respetados de Nicaragua.
Pero, a pesar de todo eso y de todo lo que está ocurriendo, de la persecución de los estudiantes -hoy en día hay 50 estudiantes en las cárceles y más de 600 prisioneros que están siendo torturados y enfrentan falsas acusaciones, que están siendo condenado por terrorismo, que es absurdo- y a pesar de la estrategia de represión contra una población civil que está desamada, es muy difícil mantener la atención de los medios sobre lo que está ocurriendo en Nicaragua.
¿Qué evidencias tiene para todas esas acusaciones?
¿Cómo que "qué evidencias"? Ahí están los reportes de Amnistía Internacional, lo reportes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Tienes ahí al Alto Comisionado (de Naciones Unidas) de Derechos Humanos que está sacando reportes todo el tiempo. Y yo estoy hablando con personas que están hablando con estudiantes que yo personalmente conocí y que ahorita están en las cárceles, donde están siendo torturados.
¿Entonces por qué cree que resulta tan difícil que el mundo le ponga atención al tema?
No sé. Tal vez porque somos un país pequeño, o porque hay tantas atrocidades que existen en el mundo. Claro, en el caso de Inglaterra, Latinoamérica está un poco lejos de este país, no hemos sido parte de sus colonias. Pero (el problema) no solamente es Inglaterra.
Ahora, yo creo que ahora poco a poco se ha vuelto a poner algo de atención, por el hecho de que en estos momentos hay un atropello y una persecución muy grave en Nicaragua. Porque hay periodistas que los han puesto en la cárcel o los han hecho salir de Nicaragua, hay defensores de derechos humanos que los están persiguiendo, los están atropellando.
Yo he sido una defensora de derechos humanos por las últimas cuatro décadas y he estado en países como Bosnia, Irak, Afganistán, Guatemala y El Salvador, donde habían atrocidades terribles. Y les puedo decir que lo que está ocurriendo en Nicaragua es algo terrible y alarmante y que la comunidad internacional debe de condenar, debe de hacerlo público.
Yo le hago un llamado a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta Michelle Bachelet: por favor, necesitamos su voz, necesitamos que usted condene a Daniel Ortega, necesitamos que pida que le permita entrar a Nicaragua…
¿Y son suficientes las condenas?
También necesitamos sanciones. Necesitamos que se impongan sanciones de la Comunidad Internacional, de parte de la Unión Europea, de Canadá, de parte de todos aquellos que tienen relaciones económicas con Nicaragua, pero sanciones a individuos, que empleen la (Ley Global) Magnitsky, porque la Magnitsky no existe sólo en EE.UU.: Reino Unido la tiene, Canadá la tiene, la UE la podría ampliar.
Y necesitamos que la Carta Democrática (de la Organización de Estados Americanos) le sea impuesta a Nicaragua, y para eso necesitamos el voto de los países centroamericanos y de esas islas del caribe que todavía se rehúsan a condenar a Daniel Ortega.
Necesitamos realmente que la Comunidad Internacional unida condene e imponga esas sanciones, porque de esa manera vamos a tener muchas más ejecuciones extrajudiciales, muchos más abusos de derechos humanos, mucha más persecución de la prensa, persecución de los estudiantes, persecución de los campesinos, persecución de la Iglesia católica, hasta de los médicos que se rehusaron a acatar las órdenes de la ministra de Salud de no darle servicio módico a los heridos en las protestas.
Por el momento el país que más listo parece a aplicar sanciones es Estados Unidos, con la llamada Nica Act. ¿Eso le parece productivo o contraproducente?
A mí me parece muy productivo porque no es solo la Nica Act sino una Magnitsky -la ley estadounidense que permite sancionar a ciudadanos extranjeros que hayan cometido abusos a los derechos humanos- para Nicaragua y eso está diseñado para castigar aquellos que son culpables de corrupción y son cómplices de los crímenes de lesa humanidad. Creo que no se lo esperaban y creo que la Magnitsky es un sistema muy sofisticado, que no necesariamente daña la situación humanitaria de los nicaragüenses sino que es específica para personas culpables, que es importante.
Se lo preguntaba porque si EE.UU. actúa solo, de forma unilateral, le puede dar credibilidad al argumento del gobierno de Nicaragua de que todo lo que ha estado pasando en el país es parte de una conspiración organizada desde Washington…
Por eso es que yo estoy llamando a todos los países a que se unan. Es importante que la UE actúe de forma más contundente, es muy importante que los países latinoamericanos, además de los 21 que ya han condenado (al gobierno de Nicaragua), tomen acciones concretas, sanciones. Esto no debe ser solamente Estados Unidos, debe ser la comunidad internacional unida que lo haga, que tome acciones contra los culpables.
¿Y cuál debería ser el objetivo de esas sanciones? ¿Elecciones anticipadas como se pedía al inicio de las protestas, una depuración del tribunal electoral como parece se está pidiendo ahora?
Todo lo que acabas de decir, pero la primera condición, creo, debe ser que Daniel Ortega libere a todos los presos políticos. Segundo, que le ponga fin a todas las ejecuciones extrajudiciales, que le ponga fin a las persecuciones de los periodistas, de los defensores de derechos humanos y de la población civil. Eso es primordial. Pero también se necesita que Daniel ortega entregue el poder, porque no se pueden tener unas elecciones libres en Nicaragua con Ortega en el poder.
¿Qué tan importante es para usted este tema personalmente?
Yo nací en Nicaragua y soy nicaragüense y británica. Yo nunca he roto mis vínculos con Nicaragua, siempre han estado latentes, yo siempre he estado preocupada por lo que ocurre en Nicaragua, y todo esto me ha hechos sentirme aún más nicaragüense. Pero además me siento personalmente herida, me siento personalmente traicionada, porque yo también creí, como millones de jóvenes de todo el mundo, de Nicaragua y Latinoamérica, en la revolución sandinista, y ver que este hombre ha traicionado todos los principios, todo en lo que creímos.
Y también me duele ver a esos estudiantes que he conocido, que me han pedido "doña Bianca, ayúdenos" y me mandan videos en los que se puede ver como los están atacando y como se están desangrando cuando ellos no tienen ninguna arma para defenderse. Lo que vi en Bosnia fue una experiencia terrible, y también he visto horrores en El Salvador y Guatemala, pero Nicaragua es mi país, es mi terruño. Y ver que ellos tienen una lucha desarmada me duele todavía más.
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