Oficialmente la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) está cancelada. Pero las obras en el lecho de lo que fue el lago de Texcoco continúan.
Es una consecuencia inesperada de la decisión más polémica, hasta ahora, del nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Muchos se preguntan por qué sigue la construcción de la terminal aérea si el proyecto ya está cancelado.
La respuesta es que el nuevo gobierno aplica una estrategia financiera para contener una eventual cadena de juicios y demandas en tribunales internacionales.
Dos días después de que López Obrador asumió la presidencia del país, el pasado 1 de diciembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) emitió una oferta para comprar parte de los bonos de deuda con que se financió el proyecto del NAIM.
Se trata de documentos con valor de US$6.000 millones. En una primera etapa se pretende comprar bonos por US$1.800 millones.
En la siguiente parte, el objetivo será negociar un nuevo contrato con quienes compraron el resto de los bonos, dicen especialistas.
Es un mensaje para calmar a los mercados, le dice a BBC Mundo José Yuste, analista económico de Grupo Radio Fórmula.
“El gobierno busca cumplir con los compromisos de pago, una señal para que los tenedores de bonos sigan confiando en el gobierno, eso es lo que se quiere hacer”.
Así, mantener las obras de la terminal aérea –aunque finalmente no se terminen- es parte de la estrategia.
¿Por qué se necesita continuar las operaciones en los terrenos del antiguo lago Texcoco?
Porque si se detiene la construcción se puede aplicar las cláusulas de sanción de los bonos, explica Raymundo Tenorio Aguilar, investigador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Santa Fe.
“El objetivo es usar el dinero para construir un aeropuerto. Debe demostrarse a los tenedores de bonos que lo usas para ese proyecto” explica a BBC Mundo.
“Si paran la obra de golpe se activan las cláusulas de cancelación, y en consecuencia el reclamo inmediato del capital total con una indemnización del 40%”.
Esto significa juicios en tribunales fuera de México, como en Nueva York, donde se cotizaron los US$1.800 millones en bonos.
El mercado donde se comercializaron estos documentos es el New York Stock Exchange (NYSE), el nombre oficial de la bolsa de valores neoyorquina.
El problema es que en las arcas del Fideicomiso que administra el NAIM no hay suficiente dinero en efectivo para cumplir con esa eventual demanda.
Al inicio del proyecto se realizaron varias emisiones de papeles de deuda, en distintos mercados y con diferentes plazos de vencimiento, para financiar la construcción de la terminal aérea.
La mayor parte de esos recursos ya se invirtieron en las pistas, estructuras y cimientos construidos hasta el momento, así como en la contratación de material para las siguientes etapas del proyecto.
El resto del capital para concluir la obra se obtendría con el impuesto llamado Tarifa de Uso Aeroportuario (TUA).
Para mantener ese escenario es indispensable continuar con la construcción del NAIM. Una forma de ganar tiempo para negociar su cancelación, dice José Yuste.
“Las obras siguen por contrato. Hasta que los tenedores de bonos no acuerden contigo cambiar el convenio, si cancelas la obra caes en default (moratoria), y entonces entran las multas y se pueden exigir los US$6.000 millones más multas y sobreprecios”.
Además, existe la posibilidad de afectar la calificación de la deuda soberana de México en los mercados internacionales.
No es todo. Desde que se anunció la cancelación del NAIM, el pasado 29 de octubre, el valor de los bonos del proyecto cotizados en el NYSE se redujo.
En las últimas semanas, por ejemplo, se cotizaron en US$0,77 por cada dólar invertido.
El gobierno mexicano ofreció comprar esos documentos por US$0,90, una ganancia inmediata mayor a la que ofrece el mercado financiero en este momento.
Detrás de la maniobra existen varias razones, coinciden especialistas. Y una se llama “fondos buitre”.
El término se refiere a corporativos que compran, en los mercados internacionales, acciones o bonos de deuda con problemas para cumplir con sus compromisos financieros.
Se adquieren a un precio menor a su cotización original. Pero después los nuevos dueños presionan en juicios o negociaciones para obtener una ganancia mayor.
Eso empieza a ocurrir con el NAIM, dice José Yuste. "El gobierno mexicano estima que esos US$1.800 millones son los bonos buitre".
Por eso la oferta para comprarlos, aunque el siguiente paso en la negociación no será fácil, dice Raymundo Tenorio.
Para convencer a los dueños de los restantes US$4.800 millones de que acepten vender sus documentos, y además autoricen nuevas condiciones en sus contratos es necesario invertir recursos públicos.
El escenario no está claro hasta ahora. Los “fondos buitre” provocaron una fuerte crisis económica en Argentina, por ejemplo.
En este caso, coinciden los especialistas, el panorama es distinto.
La inversión del NAIM representa menos del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) de México.
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