El tercer hombre más influyente de la Iglesia católica romana será a partir de este lunes 15 de octubre un religioso políglota, con 25 años de experiencia diplomática y nuncio en naciones de Asia y África.
Y es venezolano.
El papa Francisco nombró en agosto a monseñor Edgar Peña Parra como sustituto para asuntos generales de la Secretaría de Estado del Vaticano.
Es el cargo más importante en el Vaticano luego del propio pontificado y la cancillería, liderada desde 2013 por el italiano Pietro Parolín, exnuncio en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez.
Peña tiene 58 años y reemplazará al italiano Angelo Becciu, nuevo cardenal.
Es el segundo latinoamericano en ocupar un puesto similar al de ministro del Interior.
El arzobispo venezolano será el responsable de la agenda diaria del papa y gestionará los asuntos de política interior de la Santa Sede. Es el colofón de una carrera diplomática de ascenso vertiginoso.
Según la estructura del gobierno vaticano, organizará las actividades de los nuncios de todo el mundo y gerenciará las labores de la curia romana, así como sus nombramientos.
También será responsable del sello papal y del anillo del pescador, signos de la identidad del sumo pontífice. Se ocupará de las inquietudes de las embajadas de la Iglesia y publicará las comunicaciones oficiales.
Criado en el barrio popular El Saladillo en Maracaibo, la capital petrolera de Venezuela, Peña Parra no estaba incluido en las quinielas eclesiásticas para ser el número 3 del Vaticano.
El que el papa Francisco lo escogiera como miembro de su círculo de extrema confianza responde a dos razones primordiales, opinan analistas y miembros de la curia consultados por BBC Mundo.
La primera es su currículo: es licenciado en Filosofía y Teología, doctor en Derecho Canónico y especialista en Derecho Internacional de la Pontificia Universidad Gregoriana; habla español, inglés, francés, portugués, serbocroata, italiano, latín; y ha ejercido con éxito como nuncio apostólico en Pakistán y Mozambique.
La segunda es simple: su gentilicio.
Peña Parra nació en el país que atraviesa la peor crisis política y económica en América, el continente que el papa Juan Pablo II llamó "el de la esperanza" para la renovación de Iglesia católica.
El prelado no ha escondido su voz ante el deterioro de Venezuela. Ha hecho votos por el diálogo, pero también ha fustigado el contrabando y la corrupción, ha criticado la persecución a dirigentes opositores de parte del gobierno y aupó una solución electoral.
"Los problemas no se resuelven persiguiendo. Así no se trata a un ser humano", dijo a la prensa venezolana en 2016, cuando Lester Toledo, dirigente del partido Voluntad Popular y oriundo del mismo estado natal de Peña Parra, huyó al exilio porque afirmaba que los servicios de inteligencia del gobierno lo buscaban para detenerlo.
Cada homilía o declaración del nuevo número 3 del Vaticano se circunscribe a las encíclicas y mensajes del papa Francisco y de su secretaría de Estado.
La reciente eucaristía que presidió en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, en Maracaibo, para confiar a la Virgen María su nueva misión no fue la excepción. En ella, mencionó las "muchas necesidades y penurias de este sufrido pueblo venezolano".
Tras la misa, hizo gala de su buen trato diplomático: detuvo por cuatro minutos la procesión con la reliquia de la Patrona del estado Zulia para atender a BBC Mundo a las puertas del templo.
"El Vaticano está claro de que la crisis en Venezuela se ha agravado", dijo, mientras resonaban las campanas, los vecinos y feligreses le aplaudían y Aldo Giordano, nuncio en Venezuela, lo escoltaba.
Subrayó que la visita de todos los obispos venezolanos a Roma, donde compartieron durante nueve días con el Papa, es una expresión de la "preocupación" del pontífice por Venezuela.
Algunos opositores han criticado al papa porque consideran que tiene una postura tibia hacia el gobierno de Venezuela.
La curia venezolana valora a monseñor Peña Parra como su hombre de mayor talento. Le describen como un religioso inteligente, amable con todos, sensible a las causas de los pobres.
"Es un diplomático de altos quilates", afirma el sacerdote Eduardo Ortigoza, quien compartió con él en la juventud en El Saladillo, una barriada de casas de fachadas coloridas del centro de Maracaibo.
Rixio Portillo Ríos, periodista estudioso de los asuntos eclesiales y autor del libro "El Vaticano en la encrucijada venezolana", cree que su efectividad para resolver asuntos administrativos fue clave para su designación.
Es el venezolano de mayor ascendencia en el Vaticano en la historia, recuerda.
Elsa Cardozo, internacionalista, considera que la experiencia de Peña Parra en naciones con situaciones críticas, como Kenia, México, Honduras, Pakistán y Mozambique, favorecieron su designación.
"Es una nueva evidencia de la seriedad con que asume el Vaticano a Venezuela, alejada de las declaraciones estridentes", afirma el experto.
Peña Parra no se desprende del guion vaticano al hablar de Venezuela.
"Es difícil evangelizar en medio del hambre, pero todas las crisis son una oportunidad para estar al lado del pueblo. Vamos a salir de ella (la crisis)", afirmó, vestido con túnica y mitra dorados, detenido entre dos filas de feligreses en el templo de la Chiquinquirá de Maracaibo el 18 de septiembre.
Sobre la posibilidad de un nuevo diálogo entre gobierno y oposición, recordó la carta a Venezuela que envió el pontífice en 2016, en la que demandó al Ejecutivo permitir la ayuda humanitaria; un calendario electoral de consenso; la restitución del poder constitucional de la Asamblea Nacional (Parlamento); y la liberación de presos políticos.
"Esos cuatro elementos siguen siendo imprescindibles desde el punto de vista del Vaticano para dar cualquier paso en relación al diálogo", afirmó.
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