Los ataques con armas de fuego en México se incrementaron en los últimos tres años, pues el número de personas asesinadas y lesionadas por heridas de bala en el país subió más del doble.
En 2015, cinco de cada 10 personas fueron asesinadas a disparos; de enero a septiembre de 2018, siete de cada 10 homicidios se cometieron de esa forma.
En contraste, los decomisos de armas de fuego cayeron 75 % en lo que va del sexenio. A ello se suma el problema del tráfico ilegal de armas, así como el robo o la pérdida de más de 20 mil armas de fuego oficiales en corporaciones de seguridad pública.
Los datos oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública confirmaron el papel protagónico que tienen las armas de fuego en la explosión de violencia que padece México desde que arrancó la segunda parte del actual sexenio.
En lo que va del año, más de 25 mil personas fueron asesinadas, lo que equivale a un incremento del 80 % en los homicidios de 2015 a la fecha, y una cifra récord.
El crecimiento es aún más grave al revisar datos sobre homicidios con armas de fuego: de enero a septiembre de 2015, hubo 7,699 homicidios casos, para el mismo periodo de 2018 el número fue de 17, 467 víctimas, un incremento de 120 %.
En una proporción similar, los casos de personas lesionadas por arma de fuego han aumentado, pues de enero a septiembre de 2015, la cifra era de 4,244 víctimas, mientras que en el mismo lapso de este año hubo 8,727 casos, un crecimiento de 105 %.
Los datos también muestran que hoy en México se ataca a personas con armas de fuego con mucha mayor frecuencia que hace tres años.
En 2015, el 57.6 % de los homicidios dolosos registrados se perpetraron a balazos.La otra parte se cometió con armas blancas como navajas o a través de golpes propinados con distintos objetos. Para 2018, la proporción de asesinatos con este tipo de armas se incrementó a más del 70 %.
Este fenómeno también se reflejó en los casos de personas lesionadas. Mientras que en 2015 el 3.7 % de las víctimas con lesiones dolosas fueron blanco de ataques con armas de fuego, en 2018 el porcentaje se duplicó al 7.35 %.
De acuerdo con Lucia Guadalupe Chávez Vargas, coordinadora de investigación de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) –organización que ha dado seguimiento al tema de las armas de fuego y su impacto en los derechos humanos– estos números confirman la propagación sin control de las armas en el país y la falta de políticas públicas efectivas al respecto.
“Se trata en su mayoría de armas que provienen de los Estados Unidos y se trafican ilegalmente por la frontera norte, principalmente en estados como Tamaulipas. Y también hay un número importante de armas que fueron traídas oficialmente y que han terminado en manos de delincuentes”, señaló.
Al mismo tiempo que incrementaron los ataques con armas de fuego en México, los decomisos de armas en manos de la delincuencia reflejaron disminuyeron casi 75 % de 2012 a 2017, de acuerdo con datos de la propia Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena) revelados en el informe “El tráfico legal e ilegal de armas a México”, publicado por la CMDPDH.
Las cifras arrojaron que mientras en 2011 se decomisaron 32,340 armas de fuego en distintos puntos del país; en 2012 la cifra bajó a 20,670. Luego en 2013 (ya en el actual sexenio) el saldo fue de 9,309 armas decomisadas; para 2014 continuó la caída con 6,465 armas aseguradas; en 2015 fueron 5,447; y en 2016 apenas 3,506 armas. Solo en 2017 hubo una pequeña recuperación con un balance de 5,082 armas decomisadas.
¿La caída en los decomisos puede deberse a que hoy hay menos armas en México? La investigadora de la CMDPDH opinó que “no”, por dos razones: La primera es el incremento de la violencia relacionada con el uso de armas de fuego, lo que vuelve improbable que hoy haya menos que antes; pero por otro lado está la evidencia de que el tráfico de armamento desde Estados Unidos no ha cesado.
“La reducción en los decomisos de armas de fuego que reporta el Ejército no tiene una explicación. El enfrentamiento con grupos armados y la guerra contra las drogas de 2012 tiene hoy la misma intensidad que antes. La entrada de armas que provienen legal e ilegalmente de Estados Unidos no ha disminuido. Hay estudios que hablan hasta de dos mil armas que ingresan diariamente por la frontera”, explicó.
La experta dijo que mientras no se modifique la actual política de combate al crimen en el país, que ha traído una “militarización” de funciones de seguridad pública, es necesario que haya, por lo menos, un mayor control del armamento que se trafica hacia el país y también de las armas oficiales que se adquieren y proporción a las fuerzas de seguridad locales.
Entre las armas que llegan a los delincuentes no solo están las que ingresaron ilegalmente al país. También hay pistolas y rifles de alto poder que los policías terminaron perdiendo o que fueron robadas a los elementos o incluso a las armerías.
El estudio “El tráfico legal e ilegal de armas a México” mostró –a partir de cifras oficiales– que de 2010 a 2016 se robaron o extraviaron 20,066 armas de fuego legales. Se trata de armamento que la Sedena adquirió en el extranjero para ser vendido a las distintas fuerzas de seguridad pública del país.
De acuerdo con Chávez Vargas, llaman la atención los siguientes casos: Guerrero, donde el 20 % del armamento que se ha recibido de parte de la Sedena a los policías locales se ha perdido; Tamaulipas, donde el 11 % de las armas recibidas fueron extraviadas o robadas, así como la Ciudad de México, donde hay más de 5 mil armas perdidas, 8 % de las que se han recibido.
La investigadora advirtió que es muy probable que un número importante de estas armas haya terminado en manos de la delincuencia ya que, por si fuera poco, no hay un seguimiento adecuado de las mismas.
“Hay un claro descuido y negligencia de las autoridades e incluso no podemos descartar que aquellos estados que tienen un porcentaje importante de armas extraviadas pudieran tener un patrón de sustracción de estas armas y que muy probablemente dichas armas terminen en manos del crimen organizado. Porque además no hay un seguimiento puntual de lo que sucede con las armas extraviadas y no hemos podido averiguar dónde terminan”, expuso.