Fue una de las imágenes que más impacto causó el pasado viernes en el primer día de la Copa Ryder, pero pocos pensaron que tendría consecuencias tan graves para la vida de Corine Remande, la espectadora que fue golpeada de lleno en la cara por una pelota de golf.
Si en un principio la autoridades informaron que no hubo lesiones de gravedad, este martes se confirmó que Remande perdió la visión de su ojo derecho a raíz de las lesiones sufridas por el pelotazo que recibió en el hoyo número seis del campo Le Golf National en Francia.
Remande, de 49 años, había viajado desde Egipto con su marido para presenciar el legendario torneo entre Estados Unidos y Europa, pero lo que comenzó como un sueño terminó siendo una de sus peores pesadillas.
"Los doctores me dijeron que había perdido la vista del ojo", le comentó la aficionada a la agencia de noticias francesa AFP.
Remande anunció que también emprenderá acciones legales en contra de los organizadores del evento para poder costear los gastos médicos de su nueva condición y mejorar la seguridad en los campos de golf.
"Pasó tan rápido que no sentí ningún dolor cuando recibí el impacto", describió la aficionada francesa sobre el momento del accidente.
"No sentí que la pelota había golpeado en mi ojo, pero luego sentí como la sangre comenzó a brotar".
"Los exámenes el viernes confirmaron la fractura de la cavidad del ojo derecho y una explosión del globo ocular", agregó.
Remande también criticó a los organizadores del torneo de París por no contactarla después de lo que pasó para saber cómo estaba.
Asimismo, lamentó que "no hubo ninguna advertencia por parte de los oficiales de campo de que la bola estaba yendo hacia los aficionados".
Remande, en cambio, tuvo palabras de elogio para el estadounidense Brooks Koepka, cuya pelota fue la que impactó en su cara, luego que el dos veces ganador del Abierto de Estados Unidos y uno del PGA se interesó por su salud en el campo.
La aficionada aseguró que en ese momento le restó importancia a lo que había pasado para que el golfista "se mantuviera concentrado".
"Pareció que dolió", dijo el jugador de 28 años.
"Es difícil controlar una pelota de golf, especialmente a 300 yardas (unos 274 metros), y muchas veces los espectadores están cerca de la calle".
"Puedes gritar ‘atención’ pero no importa porque a 300 yardas no te pueden oír".
"Atender a los torneos de golf puede ser peligroso para los espectadores", comentó el corresponsal de golf de la BBC, Ian Carter.
"Los mejores jugadores no son tan precisos como se puede esperar y los golpes de salida puede en ocasiones terminar en galerías llenas de aficionados".
"Estos misiles mal dirigidos viajan a velocidad con la que pueden hacer mucho daño, pero en la mayoría de los casos las lesiones se limitan a pequeños cortes o moretones".
"Los jugadores suelen regalar unos guantes firmados a las víctimas para calmar el dolor".
"Pero cuando hay incidentes más graves esas lesiones suelen desestabilizar a los golfistas".
"La mayoría gritan ‘atención’ pero hay algunos que están contentos de dejar que los aficionados se conviertan en una barrera para prevenir que la pelota se desvíe aún más y se quedan en silencio esperando el desenlace".
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