La pugna entre Rusia y Ucrania se ha trasladado recientemente a un nuevo escenario: el mar de Azov.
Con una superficie de 39.000 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de Suiza), este mar y sus costas han visto incrementarse en los últimos meses la presencia militar de ambos países, cuyas relaciones se encuentran erosionadas desde que Rusia se incorporara en 2014 de forma unilateral la península de Crimea, entonces en manos de Ucrania.
Kiev anunció este mes una serie de medidas que incluyen la creación de una base naval en la zona antes de fin de año y el despliegue de embarcaciones armadas y de personal de marina.
Moscú, a su vez, ha reubicado en los últimos meses al menos 10 buques de guerra y 40 embarcaciones patrulla que tenía antes en el mar Caspio y que ahora navegan entre los mares de Azov y Negro, según un informe de la empresa estadounidense especializada en inteligencia Stratfor.
La lucha entre ucranianos y rebeldes prorrusos siempre se libró en tierra, donde aún se dan enfrentamientos. Pero desde 2016, poco después de que Rusia empezara a construir un puente en el estrecho de Kerch, se han vivido episodios de tensión en este mar que comparten las dos naciones. Y ahora están aumentando.
El mar de Azov está cercado por Rusia al oeste, Ucrania al norte y el este, y la disputada Crimea al sureste. Sería considerado una parte más del Mar Negro y no uno propio sino fuera por las penínsulas de Tamán y Kerch, que le cierran el paso dejando solo un estrecho de 4,5 kilómetros de ancho que recibe el nombre de esta última.
Antes de la crisis de Crimea, este mar era "la principal ambigüedad territorial que quedaba por resolver" entre ambos países, según le explicó a BBC Mundo el profesor de Estudios Rusos y de Europa Oriental de la Universidad de Oxford, Roy Allison.
Ahora, tras un periodo de relativa calma, la pugna por controlarlo se ha reavivado.
Kiev acusa a Moscú de hostigar con inspecciones y retrasos a los barcos de carga que se dirigen a los puertos ucranianos de Mariúpol y Berdyansk.
Estos son importantes para su economía porque allí se despachan productos metalúrgicos como el hierro y el acero, que suponen el 25% de los ingresos obtenidos por las exportaciones en el país, según señaló el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, en una entrevista con el diario The Washington Post publicada el pasado 13 de septiembre.
Según Stratfor, puertos como estos resultan esenciales hoy más que nunca para los ucranianos, ya que el 80% de las exportaciones se hacen por vía marítima desde que el país perdiera el control de Crimea. Por eso, como recordó Poroshenko: "Si bloquean una nave con productos ucranianos de hierro y acero de Mariúpol durante un día, el costo es de miles de dólares".
El mandatario ucraniano consideró estas acciones parte de "la guerra híbrida contra Ucrania que Rusia libra desde 2014" y que, según él, incluyen ataques militares, cibernéticos y hasta agresiones a sus pescadores.
Rusia y Ucrania firmaron en 2003 un acuerdo por el cual los dos consideran el mar de Azov un mar interno compartido que pueden usar libremente y donde pueden registrar cualquier embarcación, siempre que esté fuera de las 12 millas de mar territorial del otro país, según explicó a BBC Mundo el investigador principal de seguridad y defensa del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga.
Este pacto estaría siendo "aprovechado de manera arbitraria", según el experto español, para "molestar, acosar y detener barcos durante horas y hasta días".
"Ucrania dice que Rusia hace las inspecciones, a veces, dentro de las 12 millas ucranianas y, a veces, no", afirmó Arteaga. A esto se suma que Rusia construyó el puente a solo 35 metros sobre el nivel del agua, lo que impide el paso de las naves más grandes como los cargadores Panamax, que según Stratfor, supusieron en 2016 el 23% de todo el tráfico marítimo en la zona.
Según el portal especializado en navegación Maritime Bulletin, un buque de nombre Copan tuvo que recortar su mástil para poder cruzar el estrecho de Kerch a finales de agosto en su camino a Mariúpol.
"Unos 150 buques han dejado de atracar en Mariúpol en los últimos meses ya sea por la presión rusa o porque no pueden pasar bajo el puente", aseguró el investigador.
Tras anexarse Crimea en 2014, Rusia pasó a tener posesión de ambos extremos del estrecho de Kerch y no esperó mucho para comenzar a aprovechar esta situación y levantar un puente que los una. Este se inauguró en mayo de este año, pero los problemas para Ucrania se empezaron a dar ya desde su construcción.
"Rusia militarizó toda esa región, no solo el área del puente, porque le preocupaba que este sufriera ataques, ya que una infraestructura así es bastante vulnerable. No solo tiene relevancia para el comercio, sino que es un proyecto de prestigio así que un ataque sería un golpe duro", afirmó Roy Allison, de la Universidad de Oxford.
El gobierno ruso dictó en 2017 una orden en la que se concedía a sí mismo denegar el acceso a cualquier barco que no fuera uno de sus buques de guerra durante periodos de tiempo determinados, una medida que aplicó en dos ocasiones el año pasado: entre el 27 y 29 de agosto y entre el 11 y el 13 de octubre.
Esto causó una caída del 27% en el flujo de carga desde Mariúpol, que se elevó al 47% en el caso de Berdyansk, según los datos que maneja Stratfor.
La inauguración del puente no ha hecho más que empeorar la situación para los ucranianos, pues los rusos detuvieron 148 barcos que se dirigían a puertos de Ucrania entre mayo y mediados de julio de este año, según el ministro de infraestructuras de ese país, Volodomyr Omelyan.
"Militarmente, Ucrania no puede hacer nada: Rusia ha desplegado buques en la zona y dispone de más medios", recordó Arteaga.
La Marina ucraniana cuenta con 66 unidades navales entre las de combate y las auxiliares, así como 11.000 efectivos. La Flota Rusa del Mar Negro, en cambio, posee más de 2.800 naves, que además son más grandes y fuertes que las de su vecino, y 25.000 efectivos, según Stratfor.
"Ucrania ha recibido ofertas de ayuda de Estados Unidos pero solo para darles patrulleras para vigilar la zona", añadió el experto español. El Departamento de Estado de los EE.UU. condenó el pasado 30 de agosto a Rusia y le pidió en un comunicado que parara el "acoso al transporte marítimo en el mar de Azov y el estrecho de Kerch" .
Si bien Ucrania tiene poco margen de acción, intenta tranquilizar a la población de la zona con este refuerzo de presencia militar en los puertos y el mar de Azov y contrarrestar posibles "discursos nacionalistas que magnifiquen el peligro y vean venir una invasión", como explicó Arteaga.
En Kiev, ha habido llamamientos a abandonar el acuerdo de 2003 con Rusia y, según el informe de Stratfor, el canciller ucraniano, Pavlo Klimkin, ya ha advertido de planes para cancelar este pacto. Aunque los dos expertos consultados por BBC Mundo no creen que Ucrania vaya a dar ese paso.
La portavoz de la cancillería rusa, Maria Zakharova, aseguró la semana pasada: "Las acciones de Rusia para inspeccionar barcos están dirigidas exclusivamente a garantizar la seguridad en las aguas del mar de Azov y el estrecho de Kerch. No contradicen ninguna norma de la ley internacional aplicables a esta área. El derecho de Rusia a realizar esas acciones está inequívocamente confirmada por la práctica de otros Estados que ejercitan sus derechos soberanos respecto a sus mares internos".
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