El ultraderechista Jair Bolsonaro fue electo este domingo presidente de Brasil. Obtuvo el 55.54%% de los votos contra 44.46%% de su rival, el izquierdista Fernando Haddad, tras el escrutinio de más del 94% de las urnas.
“Juntos vamos a cambiar el destino de Brasil”, afirmó en un discurso por las redes sociales, con tono marcial y referencias religiosas, transmitido por la televisión. “No podemos seguir coqueteando con el socialismo, el comunismo, el populismo y el extremismo de izquierda”, agregó.
“Ustedes serán mis testigos de que este gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra de un hombre, es un juramento ante Dios”.
Una multitud se había reunido desde varias horas antes de los anuncios frente a la casa de Bolsonaro para festejar una victoria ampliamente prevista por los sondeos.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, lo felicitó por su triunfo:
“A nombre del pueblo y del Gobierno de México felicito a @jairbolsonaro por su elección como Presidente de la República Federativa del Brasil, en una ejemplar jornada que refleja la fortaleza democrática de ese país”, publicó Peña Nieto.
Damián Zepeda, coordinador de los senadores del PAN, consideró que es “preocupante” el triunfo de Bolsonaro, y dijo que su partido está contra las visiones autoritarias, excluyentes y antidemocráticas.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército, de 63 años, logró capitalizar la decepción y la rabia de una población golpeada por años de recesión y estancamiento, y hastiada de los escándalos de corrupción.
En la primera vuelta, Bolsonaro obtuvo 46% de los votos, frente a 29% de Haddad.
El ministro de Seguridad, Raul Jungmann, y la jefa de la misión de observación de la OEA, Laura Chinchilla, aseguraron durante este domingo que la jornada transcurrió con total normalidad.
Sin embargo, seguidores de Bolsonaro divulgaron videos y mensajes en Whatsapp denunciando supuesto fraude, y advirtieron que no tolerarían manipulaciones del resultado.
Bolsonaro estuvo a punto de morir el 6 de septiembre pasado, cuando un exmilitante de izquierda le asestó una puñalada en el abdomen.
Es un ferviente defensor de la dictadura (1964-85) y admirador declarado de uno de los principales torturadores de aquel régimen.
El ultraderechista, con una activa campaña en las redes sociales, ganó popularidad con las promesas de liberalizar el porte de armas para combatir una inseguridad galopante y de librar una guerra sin cuartel contra la corrupción.
En caso de victoria de Bolsonaro, su gurú económico, Paulo Guedes, tratará de lanzar un programa de privatizaciones para reducir la deuda y reactivar la economía, que viene de dos años de recesión y dos más de débil crecimiento.
El próximo presidente de Brasil deberá tratar con un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, las iglesias evangélicas y los defensores del porte de armas.
En 2003, Bolsonaro le dijo a una diputada izquierdista que lo acusaba de incentivar las violaciones que “no merecería ser violada”. Luego explicó: “No merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”.
Cientos de miles de mujeres se manifestaron antes de la primera vuelta para gritar “Él no”, pero eso no frenó su ascenso.
En una entrevista con la revista Playboy, en 2011, dijo que preferiría que sus hijos “muriesen en un accidente” a que fueran homosexuales.