Nota del editor: Desde el 23 de julio, Animal Político presenta materiales periodísticos para conocer los hechos, nombres y momentos clave del movimiento estudiantil del 68 que se vivió en México.
La cronología se publica en tiempo real, a fin de transmitir la intensidad con que se vivieron esos días y se tenga, así, una mejor comprensión de cómo surgió y fue frenado a un precio muy alto el movimiento político social más importante del siglo XX.
Queda mucho por saber y entender: 50 años después aún no sabemos por qué una riña estudiantil –como muchas que hubo previamente– detonó la brutal represión del gobierno.
Lo que es cierto es que el 68 fue, es mucho más que la masacre del 2 de octubre. Hubo un contexto que lo explica. Y eso es lo que les presentamos aquí:
Ciudad de México, 3 de octubre de 1968.- Los miles de estudiantes detenidos en el Campo Militar número 1, en particular los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) del movimiento estudiantil, están siendo sometidos a golpizas, interrogatorios, tortura sicológica y simulacros de fusilamiento.
Los “interrogatorios” son conducidos por militares de alto rango y agentes de la Dirección Federal de Seguridad, aunque en algunos casos los estudiantes alcanzan a detectar a personas con tipo de extranjeros.[1]
Alternadas con golpes y vejaciones, las “preguntas” están dirigidas a “fabricar” declaraciones: quieren que los dirigentes acepten haber sido parte de una conjura comunista para boicotear los Juegos Olímpicos y desestabilizar al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, además de enfrentar por la vía armada al régimen.
Luego de que fueron recluidos en unos minúsculos cuartos destinados a las visitas conyugales de los soldados que viven en esa instalación militar[2], esta mañana han comenzado a interrogar a los dirigentes del movimiento estudiantil.
Aunque no existe aún listado oficial de los estudiantes capturados la noche de ayer en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, entre ellos se encuentran los líderes Luis González de Alba, Félix Hernández Gamundi, Raúl Álvarez Garín, Eduardo Valle Espinosa, Anselmo Muñoz, Gilberto Guevara Niebla, Florencio López Osuna, Pablo Gómez Álvarez, así como cientos de activistas y brigadistas.
No saben entre ellos quién ha sido capturado y quién pudo escapar. Guevara Niebla, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, ve “con angustia” a Luis González de Alba, representante de Filosofía y Letras, descamisado y con un pantalón de niño que apenas le llega a las rodillas; a Pablo Gómez, de la Escuela de Economía de la UNAM, y a Florencio López Osuna, salvajemente golpeado y en calzones.
Pero desconoce, por ejemplo, que también han detenido al dirigente politécnico Raúl Álvarez Garín.[3]
A las ocho de la mañana de este día han comenzado los interrogatorios. Un oficial y unos soldados fueron por Gilberto Guevara Niebla a su celda. Lo esposaron con las manos en la espalda y lo llevaron ante un oficial militar de alto rango, sentado en un escritorio en una pequeña habitación, con otros soldados de pie.
Era un hombre rubio, muy alto, pero la más alta jerarquía era la de un hombre moreno, sentado también ahí.
Lo pusieron de espaldas a la puerta y el militar moreno le dijo: “No vayas a voltear hacia la puerta”. Era de mañana, la luz entraba con fuerza y entre el baño de luz el dirigente alcanzó a ver una sombra que se detuvo en el umbral.[4]
El oficial volteó a ver a la sombra, la sombra se retiró y entonces Guevara Niebla supo que lo habían delatado e identificado. El oficial le dijo: “A ver, ¿cómo te llamas tú?”. El dirigente respondió con un nombre inventado. No acababa de decirlo cuando ya habían comenzado a golpearlo. “Mira, cabrón”, le dijo el oficial, “tú eres fulano de tal y déjate de chingaderas”. Más golpes. Obviamente, terminó aceptando: “Sí, soy fulano de tal”. Y más golpes de cualquier modo.[5]
Lo llevaron de regreso a la celda, luego lo sacaron de vuelta de la misma y volvieron a interrogarlo. Junto con los golpes, lo más recurrente que hacían los militares era preguntarle: “A ver, ¿dónde compraron las armas?”.[6]
“Nosotros no usamos armas”, respondió cada vez, y cada vez volvían a golpearlo.
–A ver, ¿y la dinamita? –interrogaron los oficiales.
–No sé nada de ninguna dinamita –respondió, pero volvieron a golpearlo.
–A ver, ¿a quién mandaron a Estados Unidos?”. Y otra vez lo golpearon.
–¿Quién disparó?
–No sé –contestó y de nuevo lo golpearon.
Luis González de Alba, el dirigente de Filosofía, también fue sacado de su celda. Él había escuchado antes los signos de que iban por cada uno. Oyó el tronar de botas del rondín, luego la exclamación: “¡Sale Gilberto Guevara Niebla!”. Escuchó ruido metálico de llaves, pasos. Luego de un tiempo, quizás horas, oyó de nuevo las botas a paso de marcha: “¡Vuelve Gilberto Guevara Niebla!”.[7]
Así todos salían y volvían. Fueron por él. Caminó entre los soldados y preguntó:
—¿Y eso?
—Acabamos de fusilar a uno de los tuyos… el que sigue eres tú…
No les creyó. Lo llevaron a uno de los interrogatorios.
Otro de sus compañeros del CNH, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, representante de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, ya había sido sometido a torturas y simulacros de fusilamiento unos días antes en el mismo Campo Militar número 1.
Gracias al testimonio de Salvador del Toro Rosales, uno de los agentes del Ministerio Público encargados de procesar y consignar a los detenidos, ha sido posible saber de la crueldad y las torturas a las que sometieron al dirigente estudiantil.
Del Toro Rosales contó a los investigadores de la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femossp) muchos detalles, entre ellos los siguientes: “Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, el más valiente de los estudiantes, fue detenido el 27 de septiembre de 1968 por agentes de la DFS, con motivo de la denuncia de uno de éstos, Ayax Segura Garrido, infiltrado en el movimiento como representante estudiantil de la Escuela Normal Rural. Fue internado en la penitenciaria del Distrito Federal, de donde indebidamente fue sacado y entregado a los militares, quienes lo ingresaron al Campo Militar número 1”.[8]
Ahí, relató el ministerio público, fue despiadadamente atormentado y sujeto a simulacros de castración y de castración y fusilamiento para obtener su declaración imputativa contra el profesor Juan Gil Preciado, secretario de Agricultura en el gabinete de Gustavo Díaz Ordaz”.
Detalló en su testimonio que en “los simulacros de castración y fusilamiento se utilizó agua tibia y bisturí para lesionar el escroto y que (Cervantes Cabeza de Vaca) sintiera correr la sangre, y se efectuaron maniobras militares con paredón y formación de cuadro con pelotón de fusilamiento, utilizando balas de salva”.[9]
El estudiante no declaró nada de lo que le pedían, así que lo regresaron a la cárcel de Lecumberri, donde lo metieron a una mazmorra. Y así estuvo hasta el 2 de octubre.
“El 2 de octubre en la mañana nos sacaron a hacer fajina. Mientras hacía la limpieza, un policía me preguntó: ‘Oiga, usted es fulano’. ‘Sí’. ‘Pues ya se lo cargó la chingada’. En una celda habían escrito: ‘Chingue a su madre el asesino Díaz Ordaz. Su padre, Cabeza de Baca’. Pero ni mi apellido lo escribo con b grande, ni asesino con z. Me hicieron borrar aquello con la lengua y con la cara”.[10]
Lo separaron luego de sus compañeros y como a las 10 de la noche lo sacaron de Lecumberri y lo entregaron a los militares. “Ahí me tuvieron desde las 10 hasta las seis de la mañana, que me regresaron. Después me pasé una semana obrando y orinando sangre por los golpes internos. Tenía una cortada en el escroto por un simulacro de castración. También me hicieron un simulacro de fusilamiento (…). Todo lo que querían estos cabrones era que involucráramos a gobiernos extranjeros y a funcionarios del equipo de Díaz Ordaz. Querían que uno denunciara a sus compañeros, pero eso sí no se pudo”.[11]
Referencias
[1] “El 2 de octubre”, entrevista con Gilberto Guevara Niebla, Nexos, 1 de octubre de 1988, en www.nexos.com.mx/?p=5007
[2] Guevara Niebla, Gilberto, “Volver al 68”, Nexos, 1 de octubre de 1993, en www.nexos.com.mx/?p=6899.
[3] “El 2 de octubre”, Nexos, 1 de octubre de 1988.
[4] Guevara Niebla, “Volver al 68”, Nexos, 1 de octubre de
[5] Ídem.
[6] Ídem.
[7] González de Alba, Luis, “Tlatelolco, aquella tarde”, Nexos, 1 de noviembre de 2016, en www.nexos.com.mx/?p=30019
[8] Castillo García, Gustavo, “Gutiérrez Oropeza dio la orden de disparar en Tlatelolco, sostiene Salvador del Toro”, La Jornada, 6 de septiembre de 2002.
[9] Idem.
[10] Avilés, Víctor, “‘Ya vienen por mí’, entrevista con Luis Tomás Cabeza de Vaca”, Nexos, enero de 1988, en www.nexos.com.mx/?p=5019
[11] Idem.