¿Hay alguien ahí?
Es una pregunta que los humanos intentan responder desde hace siglos y a la que muchos científicos han dedicado su vida.
Pero en esta búsqueda no sólo ha habido avances astronómicos, sino algunas teorías inverosímiles.
De algo no cabe duda: si hay extraterrestres, el lugar más probable para hallarlos es la llamada "Goldilocks zone" o "zona de Ricitos de Oro".
Un momento clave en la fascinación con la vida alienígena tuvo lugar en el siglo XVII, cuando el telescopio de Galileo abrió un nuevo mundo.
Fue posible ver, por ejemplo, manchas oscuras en la Luna. Científicos de la época asumieron que las manchas eran vastos océanos de agua y las llamaron "maria", que significa "mar" en Latín.
Ahora sabemos que los "mares lunares" son en realidad formaciones de basalto oscuro originadas en antiguas erupciones volcánicas.
El astrónomo William Herschel especuló en la década de 1870 que los habitantes del planeta rojo serían más altos que los humanos.
Gracias al desarrollo de telescopios más potentes, Herschel logró medir el tamaño de Marte, así como la duración de sus días y estaciones.
Marte es una planeta más pequeño que la Tierra y con una gravedad menor, por lo que sus habitantes serían más altos que los humanos, concluyó el astrónomo alemán.
El filósofo alemán Immanuel Kant señaló que la inteligencia de los extraterrestres era proporcional a su distancia del Sol.
Por ese motivo, habría una enorme variación entre los habitantes de los diferentes planetas, desde los "torpes pobladores de Mercurio" a los "ingeniosos seres de Saturno".
En 1848, el profesor de ciencia y clérigo escocés Thomas Dick se propuso calcular el número de extraterrestres en el Sistema Solar.
Dick predijo que si la densidad de la población extrasolar equivalía a la de Inglaterra (280 personas por milla cuadrada), entonces el Sistema Solar albergaba 22 millones de millones de habitantes.
El mejor lugar para buscar vida en el Sistema Solar puede no ser un planeta relativamente cercano como Marte, sino las lunas distantes Europa y Encelado, que orbitan respectivamente a Júpiter y Saturno.
Ambas lunas contienen océanos de agua líquida bajo una capa de hielo.
Se cree que una fuente interna de calor podría explicar por qué esos océanos no se congelan.
Y el calor generado en el centro de cada luna sería liberado a través de fuentes hidrotermales o fumarolas en el fondo de sus océanos.
En la Tierra, las sustancias químicas disueltas en el agua en torno a fumarolas alimentan microorganismos que forman a su vez la base de la cadena alimenticia de la que dependen invertebrados marinos como los gusanos de tubo.
Si la vida existe en esos océanos lunares, es probable que sus características aerodinámicas se asemejen a las de calamares, delfines o tiburones.
Eso se debe a que cualquier animal que pueda prosperar en los océanos de Europa y Encelado deberá moverse con rapidez para cazar y defenderse de depredadores.
Los astrónomos estiman que podrían existir 40 mil millones de planetas similares a la Tierra en la Vía Láctea.
La estimación se basa en que sólo en nuestro "vecindario cósmico" ya se detectaron más de 3.800 exoplanetas o planetas fuera del Sistema Solar.
¿Cómo inicias la búsqueda de vida en otros planetas o lunas? Los astrónomos intentan hallar señales de gases, las llamadas "bioseñales" o "biofirmas".
Una de ellas es la presencia de metano, que en la Tierra es producido por volcanes, ganado vacuno y termitas, entre otras fuentes.
Los científicos procuran encontrar metano en combinación con otros gases como oxígeno y ozono.
Los astrónomos creen que el mejor lugar para hallar vida es la llamada zona de habitabilidad, conocida coloquialmente como Goldilocks Zone o Ricitos de Oro.
El término proviene del cuento para niños "Ricitos de Oro y los tres osos", que fue publicado por primera vez en el siglo XIX. En ese relato una niña llamada Ricitos de Oro entre en la casa de tres osos que salieron a pasear mientras se enfriaba su sopa.
La niña elige la sopa del osito "ni muy caliente ni muy fría" y descansa en su sillón "ni muy duro ni muy suave".
La zona de habitabilidad es la región alrededor de una estrella que no está demasiado cerca o caliente, ni demasiado alejada o fría.
En esa zona las condiciones "templadas" serían aptas para la vida, incluyendo un nivel de radiación que permita la presencia de agua en estado líquido, determinada rotación y fuentes de calor adicionales.
El exoplaneta más cercano que se ha descubierto hasta ahora, Proxima Centauri b, orbita en la zona habitable en torno a la estrella Proxima Centauri, la más cercana al Sol.
El interés en la zona habitable se ha intensificado gracias al éxito del telescopio espacial Kepler, lanzado por la NASA en 2009 para la búsqueda de exoplanetas.
El multimillonario y físico ruso Yuri Milner financia un ambicioso proyecto llamado Breakthrough Starshot o "Disparo estelar".
La iniciativa lanzada en 2016 busca enviar al espacio miles de nanonaves o Starchips, de tamaño similar a un chip, que serán impulsadas por potentes láseres desde la Tierra.
Las naves alcanzarían un 20% de la velocidad de la luz, con lo que tardarían 20 años en llegar a Proxima Centauri b y otros cuatro años en mandar sus datos a la Tierra.
Algunos investigadores creen que podría haber extraterrestres en agujeros negros, incluso en el supermasivo que se encuentra en el centro de la Vía Láctea.
Una civilización miles o millones de años más antigua que la humana podría además haber desarrollado un extraordinario nivel de inteligencia artificial.
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