El juego es parte fundamental del ser humano, algo inherente a las personas. Se juega en todas las culturas, en todos los rincones del mundo. Y desde tiempos inmemoriales, desde que existe la lengua y la escritura, se han practicado juegos con las palabras.
Uno de los juegos lingüísticos más famosos y antiguos que existen es el de los palíndromos, aquellas palabras o frases que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. ¿Un ejemplo? Aérea: da igual que se lea empezando por delante que comenzando por detrás, el resultado es siempre el mismo. Y lo mismo ocurre con otros muchos vocablos como ojo, radar, orejero, reconocer…
La palabra palíndromo es de hecho de origen griego y viene de la construcción "palin dromein", es decir, volver atrás, recorrer a la inversa, porque se trata precisamente de eso, de palabras o frases simétricas que se pueden transitar en ambos sentidos. Los palíndromos numéricos también existen, aunque se conocen como capicúa: 1331, 8008, 353.
Pero, para complicar el juego, también una frase puede ser un palíndromo. El ejemplo clásico, el que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es: "Dábale arroz a la zorra el abad". Pero hay muchas, muchísimas más: Somos o no somos, Isaac no ronca así, Sé verlas al revés, Amó la paloma, Anita lava la tina, Luz azul, Yo hago yoga hoy, Ana lava lana…
Cuenta la tradición que fue Sótades, un poeta de la Antigua Grecia que vivió en el siglo III A.C., el primero en utilizar los palíndromos. Desde entonces esas curiosas y mágicas palabras, que funcionan como un espejo, han seducido a numerosas personas.
El emperador bizantino León VI el Sabio (866-912) estaba tan fascinado por esas construcciones que creó más de una veintena de palíndromos. Uno de ellos todavía se puede contemplar en las pilas de agua bendita o en la entrada de numerosas iglesias europeas, escrito en griego medieval: ΝΙΨΟΝ ΑΝΟΜΗΜΑΤΑ ΜΗ ΜΟΝΑΝ ΟΨΙΝ. Es decir: "Laven sus pecados, no sólo su cara".
Pero, sobre todo, los palíndromos han cautivado a muchos escritores. Ahí está el verso en latín "In girum imus nocte et consumimur igni" (Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego), que algunos atribuyen a Virgilio y otros a Dante Alighieri.
Ylos palíndromos también han hechizado a autores como Swift, Poe, Carroll, Joyce, Khlebnikov, Nabokov, Calvino… Entre los latinoamericanos destacan los argentinos Julio Cortázar y Jorge Luis Borges y el cubano Guillermo Cabrera Infante.
Uno de los últimos cuentos de Julio Cortázar -incluido en "Deshoras", su último libro de relatos, publicado en 1982- se titula "Satarsa" y gira en torno a un palíndromo: Atar a la rata.
"Atar a la rata no es más que atar a la rata. No tiene ninguna fuerza porque no te enseña nada nuevo y porque además nadie puede atar a una rata. Te quedas como al principio, esa es la joda con los palíndromas", afirma Lozano, el protagonista de ese cuento.
Y añade: "Pero si lo pensás en plural todo cambia. Atar a las ratas no es lo mismo que atar a la rata (…). Ya no vale como palíndroma. Nomás que ponerlo en plural y todo cambia, te nace una cosa nueva, ya no es el espejo o es un espejo diferente que te muestra algo que no conocías", destaca Lozano.
También en "Lejana", un cuento de "Bestiario", Cortázar habla de palíndromos. La protagonista de ese relato, Alina Reyes, confiesa que pasa el tiempo con juegos de palabras, incluidos los palíndromos. "Los fáciles, salta Lenin el atlas; amigo, no gima; los más difíciles y hermosos, átale, demoníaco Caín, o me delata; Anás usó tu auto, Susana", subraya.
"La palindromía es aventura y epopeya intelectual", sostiene el argentino Juan Filloy en su célebre tratado sobre los palíndromos, publicado en 1988 bajo el título "Karcino", palabra de origen griego que significa "cangrejo" y de la que deriva "karcinograma", uno de los nombres por el que también se denomina a los palíndromos ya que, al igual que los cangrejos, también ellos pueden caminar hacia atrás.
El palíndromo más largo del mundo es obra del escritor francés Georges Perec, vio la luz en 1969 y se trata de una novela que consta de 1.300 palabras y que se puede leer tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda. Y el más bello en lengua española sea probablemente el que escribió el venezolano Darío Lancini (1932-2010), otro loco de los palíndromos, bajo el título "Amor Azul".
Amor azul
Ramera, de todo te di.
Mariposa colosal, sí,
yo de todo te di.
Poda la rosa, Venus.
El átomo como tal
es un evasor alado.
Pide, todo te doy: isla,
sol, ocaso, pirámide.
Todo te daré: mar, luz, aroma.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 6 y el 9 de septiembre de 2018.