"Você sabe que e a cotação do dólar no país?", (¿sabe cuál es la cotización del dólar?) le pregunta un periodista argentino a un transeúnte en las calles de Sao Paulo.
Y éste responde: "Não". Y otro coincide: "Não tenho nem ideia". Y uno más añade: "Aqui só reais, o dólar não existe aquí".
El reportaje, del legendario y extinto programa de humor Caiga quien caiga, es de 2011, pero hoy se rota en las redes sociales como una manera de reírse —e ilustrar— la crisis económica por la que pasa Argentina.
Si en momentos de calma económica es difícil encontrarse a un argentino que no tenga información actualizada sobre el dólar, hoy es imposible: el dato domina los noticieros, los periódicos, las redes, las conversaciones.
El peso argentino se ha devaluado más de 50% en el último año, lo que para muchos es sinónimo de aumento de la inflación, desempleo y recesión.
Es frecuente escuchar a un argentino decir que están "obsesionados" con el dólar, a pesar de que la economía no está dolarizada ni haya planes en ese sentido, como tuvo que desmentir el gobierno de Mauricio Macri hace unos días.
¿De dónde sale, entonces, esta obsesión?
Al menos en números, Argentina no tiene una relación mucho más dependiente del dólar que otros países.
De hecho, su economía es una de las más cerradas de la región: las importaciones, que se pagan en dólares, representan un 13% del Producto Interno Bruto, una de las tasas más bajas del mundo.
Acá —como en Chile, Uruguay y Perú— es legal y común tener cuenta en dólares, pero la cifra de depósitos en moneda extranjera no es mucho mayor que a la de esos países, donde también hay cierta obsesión con la cotización del dólar.
Quizá haya que tener en cuenta la cantidad de dólares que los argentinos tienen en cuentas por fuera del país, así como los que muchos guardan en sus propiedades, para saber qué porcentaje de los ahorros está en moneda extranjera.
El Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Universidad de Buenos Aires (IIEP) tiene un coeficiente de dolarización que intenta tener en cuenta estas y otras variables.
En su cálculo, Argentina tiene una tasa de dolarización del 70%, una de las más altas de la región al lado de Uruguay (y sin tener en cuenta países dolarizados como Ecuador). Chile tiene 11% y Perú 44%.
Acá muchos inmuebles se pagan en dólares, gran parte de los insumos para la producción son importados y productos como la gasolina o los electrodomésticos se valoran a precio internacional.
La situación, al menos en números, no es demasiado distinta a Perú o Chile.
"La diferencia —explica Santiago Cesteros, economista e investigador del IIEP— es que la relación de los argentinos con el dólar no se puede explicar solamente con variables macroeconómicas, sino que tiene que ver con una cuestión de coordinación y expectativas".
Es decir: de cultura.
Se estima que en los bancos argentinos hay entre 700.000 y un millón de cajas de seguridad, sin contar las decenas de empresas privadas que tienen como negocio guardar dólares en efectivo en modernas y no tan modernas bóvedas en el centro de Buenos Aires.
Según estimaciones del Banco Central, hasta US$40.000 millones están por fuera del sistema bancario, casi el doble de lo que está dentro y solo un poco menos de lo que hay en reservas internacionales.
Economistas coinciden en que la crisis de 2001 y el "corralito" —una prohibición de retiros de dinero— están muy frescos en la memoria de la gente, que por consiguiente no confía en los bancos.
Tampoco confían en el Peso, ni antes en el Austral, o el Peso Moneda Nacional. Esto por las constantes devaluaciones de los últimos 40 años.
El lío económico argentino tiene varias raíces históricas. Una de ellas es la llamada restricción externa: el país no produce los suficientes dólares para sostener lo que consume.
En un reduccionismo, se puede decir que Argentina sufre de una obsesión por el dólar debido a que no hay suficientes dólares en su economía.
La falta de confianza en la economía es lo que explica, según Cesteros, la importancia del dólar en este país, y su diferencia con el resto de la región.
"Argentina tiene el traslado a precios más alto de América Latina", le dice a BBC Mundo.
"En todos los países hubo devaluaciones importantes en los últimos años, pero solo en Argentina (y en Venezuela) hubo una consiguiente aceleración de la inflación", añade.
Parte de la crisis actual argentina se debe a una atmósfera internacional de incertidumbre que ha golpeado a todas las monedas de economías emergentes, como las latinoamericanas.
El real brasileño, por ejemplo, se ha devaluado 25% en el último año, pero eso no ha hecho que el país caiga en recesión o aumenten la inflación y el desempleo.
Casi lo contrario pasa en Argentina, donde, entre otras cosas, los agentes de la economía remarcan sus bienes o servicios apenas ven la noticia de la devaluación, y no cuando los precios subende manera orgánica por el alza del dólar (como pasa en otros países).
Es una medida de protección, quizá especulativa, inspirada en eventos anteriores, pero también un incentivo de mayor inflación, un ingrediente de una bola de nieve.
Pasa ahora, pasó antes.
Otro de los videos que están rotando por las redes sociales argentinas es uno de los monólogos del humorista Tato Bores, que en 1962 hizo una disertación que no pierde vigencia.
Su conclusión era que si todos los argentinos compran y juntan dólares, "podemos pegar un golpe fantástico".
"El día que tengamos todos los dólares del mundo iremos a Estados Unidos con la guita (dinero) de ellos y nos van a tener que entregar el país".
"Yo no me explico cómo los yanquis, que son tan vivos, no se dan cuenta del peligro que están corriendo con nosotros (los argentinos)".